sábado, 24 de septiembre de 2016

De lo humano a lo divino (Capitulo 3º Abriendose al Amor Humano)


Capítulo 3º 
ABRIENDOSE AL AMOR HUMANO 
Cuando Paloma tenía doce años, su madre que vivía en otra ciudad. Llamó a su abuela y a ella. Su madre tenía pareja y quería tenerlas cerca. Para Paloma fue su primera gran separación de su ambiente natural y le resultó muy dura. El irse a otra ciudad, donde se hablaba una lengua distinta (el valenciano) donde la gente no era tan alegre ni tan abierta como en Andalucía, y aunque la ciudad era bonita, no tenía el embrujo de su Granada natal. 
Se separó de las pocas amigas que tenía. También dejó lo que para ella era lo más importante en ese momento. 
No tenía mucho éxito con los chicos porque al contrario de sus amigas ella estaba "plana". 
No tenía formas, estaba muy delgada y no gustaba a los chicos. Ella se había fijado en que entre sus amigas la que tenía más éxito con los chicos era Margarita y ella si tenía pecho. Pensó que por eso los chicos iban detrás de su amiga y no de ella, ¡claro, como ella estaba plana! Pero su corazoncito empezó a latir muy fuerte por Andrés, ¡qué guapo era! 
Pensaba Paloma. Estaba en su ciudad natal y pensó que, quizás, con el tiempo podría él fijarse en ella. 
Pero su madre le estropeó el plan. Por primera vez en doce años quiso vivir con su hija, justo en el momento que Paloma ya no la necesitaba tanto. Y aquí estaba, en una nueva ciudad, sin amigas, odiando su nuevo hogar y sin la oportunidad de volver a ver a su amado Andrés. 
Ahora estaba con su abuela, su madre y el novio de ésta, a pesar de todo, se sentía más sola que nunca. 
Por las noches en su habitación, Paloma lloraba y pensaba: - ¡Que cruel es la vida! ¡Ahora que no deseo estar con mi madre es cuando lo estoy! ¡Que desgraciada soy! Empezó a tener pena de ella misma. Se veía como víctima. 
Había tenido una infancia triste, con mucha soledad y desamor. Ya no se acordaba de las enseñanzas de Ángel, no encontraba sentido a su vida. El futuro que veía ante ella la hacia hundirse cada vez más en una profunda tristeza. 
Su madre y su abuela seguían discutiendo y el tema no había cambiado a lo largo de tantos años, "el compañero de su madre". 
Esta vez era un chico mucho más joven que ella y del cual estaba muy enamorada. 
A Paloma tampoco le gustaba ese chico para su madre, pero a lo largo de su infancia aprendió a callarse sus opiniones. Cuando el ambiente se hacía insoportable, ella huía y se iba a la calle. Un día, mientras paseaba por la calle, advirtió que enfrente de su casa había una iglesia y con gran alegría se dirigió hacia ella. 
Necesitaba desahogarse, hablarle a PAPA-DIOS. Decirle lo que su corazón sentía. 
La iglesia estaba muy oscura pero no le importó. Al contrario. Nadie la vería llorar. 
Se sentó en los últimos bancos. Estaba sola y nadie la veía, así que podía dar rienda suelta a su angustia. Y allí, en aquella paz, mirando una imagen de Jesús en la cruz, empezó a abrir su corazón: - PAPA-DIOS, ¿Por qué ahora? ¿Por qué mi madre se acuerda que tiene una hija en este momento? Yo no quiero estar aquí. 
Ni la quiero ni tenemos algo en común. 
Me avergüenzo de tenerla por madre. 
No me gusta su vida y tampoco cómo se comporta ¿Por qué tengo que estar aquí? ¡Ayúdame! Se sentía el ser más desgraciado y sólo de este mundo. 
Pero en aquel lugar a oscuras y a solas, se encontraba mejor. Iban a cerrar la iglesia y Paloma tuvo que marcharse. 
Después de este día vinieron muchos otros. Pasaba todas las tardes en el mismo banco y con una actitud parecida. Ángel seguía al lado de Paloma pero ella estaba tan angustiada e interpretando tan bien el papel de víctima que no lo oía. 
Pero él no se cansaba de transmitirle sus enseñanzas. 
Mi niña, seca tus lágrimas. Recuerda que no estas sola, que todo forma parte de un plan divino en el que tú diste tu autorización para llevarlo a cabo. 
Ningún sufrimiento por pequeño que sea es gratuito. Todo tiene su razón de ser y a lo largo de tu vida irás entendiendo el por qué de un dolor o una experiencia dolorosa. 
Aprende a tener paciencia. 
Cualidad que no se te otorgó y deberás desarrollar. 
Si tienes paciencia verás cómo el sufrimiento viene y se va, siempre que tú no te apropies de él. Si aprendes a ser dúctil, flexible y a sentir con cada experiencia, pero una vez vivida dejar ir todo sentimiento, no retener un sólo minuto lo que te ahoga, te manipula y te hace sufrir, entonces y sólo entonces serás rica en experiencias, sabiduría y conocimientos. 
Vive cada experiencia al máximo, sácale lo mejor de ella y una vez pasada desecha lo innecesario. Así tu aprendizaje será rápido, menos doloroso y más enriquecedor. 
Si te quedas en el papel de víctima gastarás tanta energía compadeciéndote que no tendrás ni fuerzas, ni ganas de aprender de aquella experiencia. 
No podrás preguntarte: ¿en que he fallado?, o simplemente ¿qué tengo que aprender de ella? Irás perdiendo oportunidades de aprender, de superar etapas y volverás una y otra vez a pasar por las mismas experiencias. 
Hasta que, en algún momento, te des cuenta que eres ganadora y el hecho de estar pasando por un mal momento sólo indica una cosa... TU ALMA VIVE, EVOLUCIONA y desea enriquecerse con todas las experiencias que te ofrece la vida. 
Llora y desahógate pero no te detengas, sigue adelante. Cuanto más evolucionada es un alma, más pasa por procesos dolorosos. 
Los humanos no entienden esto. 
Piensan que un ser muy evolucionado no tiene que pasar por ciertas cosas y se olvidan que Un Gran Ser como fue el Maestro Jesús pasó por la incomprensión de su propia familia, por la soledad, por el sufrimiento físico, psíquico y emocional, por la traición de sus amigos más íntimos, por la injusticia humana, por la blasfemia, por las mentiras y hasta por la crucifixión y muerte. 
Si Él pasó por todo ello ¿cómo no habría de vivirlo un ser menos evolucionado? 
La grandeza del ser humano es que lo que un hombre puede hacer lo pueden hacer los demás y Él superó, aprendió y os enseñó cómo hacerlo. Todos los humanos podéis superar cualquier prueba por difícil que sea con auténtico Amor. Ese Amor está por encima de vuestros patrones mentales, de vuestra autodefensa y hasta de vuestra propia vida. 
Ese Amor lo vas a necesitar a lo largo de tu vida para poder superar las difíciles pruebas por las que vas a pasar. Pero siempre tendrás, en momentos difíciles, a un ser humano a tu lado el cual te ayudará a superar esos momentos. 
Por eso está a punto de aparecer en tu vida un ser humano que te aportará lo que en estos momentos necesitas para seguir adelante. 
Pero Paloma no escuchaba a Ángel. 
Por eso, un día cuando alguien se le acerco al banco donde ella estaba sentada en la parroquia, no lo reconoció. 
Disculpa - dijo el desconocido - veo que todos los días pasas muchas horas ahí sentada sin hacer nada, ¿no te gustaría reunirte con un grupo de chicos y chicas y cantar en el coro? Paloma lo miró sorprendida. No lo había visto acercarse y la cogió por sorpresa. Lo miró y vio a un cura de unos cuarenta y tantos años, con cara simpática, ojos pequeños pero alegres y le hizo gracia su nariz pues era tan pequeña que parecía un pellizco en su cara.¿Me has oído? ¡Sí! Perdón. 
Es que... me gustaría poder cantar en el coro pero no sé y me temo que no duraría mucho. No importa, le contesto el sacerdote. 
Tampoco los otros saben. 
Y así, a partir de ese momento, el padre Antonio se convirtió en padre-madre, amigo y confidente. 
Aquella parroquia a partir de ese día fue su mundo, su paraíso. 
Cuando el infierno de su casa se hacía insoportable, ella huía en busca de paz y compañía a aquel lugar. 
Paloma se abrió por completo al padre, le contó todos sus secretos, sus deseos más íntimos, sus angustias y preocupaciones. 
Y él pudo ver en ella la pureza, sensibilidad y sencillez de los niños. 
Llegaron a una complicidad tan grande que Paloma maduró con rapidez y él se convirtió en un padre, el padre que ella nunca tuvo. 
A partir de ese momento, Paloma fue su misión y se dedicó en cuerpo y alma a ayudarla. 
Se prometió cuidarla y darle el amor que nunca había tenido. Pero aunque no se lo dijo a ella, a partir de este momento el padre Antonio fue el primer ser humano, que le transmitió Amor sin palabras pero con hechos. 
Se preocupaba por ella, de sus estudios, de la poca educación que había recibido y como se veían todos los días aprovechaba cualquier momento para enseñarle cosas. 
Un día apareció con un libro. 
Toma Paloma este libro es porque ya eres una jovencita y necesitas saber ciertas cosas que nadie te ha enseñado. 
En él encontrarás desde poner una mesa, hasta cómo debes comportarte en cada momento. 
Es un libro que espero te guste y te enseñe mucho. Y así Paloma poco a poco y con mucho Amor iba aprendiendo cosas que debían haberle enseñado su madre o su abuela pero que tampoco ellas sabían. 
Paloma tenía trece años y por fin tenía ya formas de mujer. Se había convertido en una preciosa jovencita y aunque tenía cuerpo de mujer, seguía siendo una inocente niña. 
Eso le preocupaba al padre. 
Veía el peligro que entrañaba la relación de su madre con un chico que por su edad podía haber sido más el novio de su hija. 
Por eso un día habló con ella. 
Paloma me preocupa que estés tantas horas en tu casa. Sería bueno te pusieras a trabajar. Eliminaríamos un peligro y por otra parte ganarías un poco de dinero, el cual te vendría muy bien. Ella no entendía eso del peligro pero confiaba ciegamente en él. 
Y le pareció muy buena idea. 
El padre le consiguió un trabajo de aprendiza en una tienda. 
El primer día llegó a la parroquia muy contenta.  ¿Sabes? El dueño de las tiendas, porque son dos y un almacén en la misma calle, tiene un hijo y creo que le he caído muy bien porque no ha parado de mirarme y decirme que soy muy guapa. 
¿Cuántos años tiene el hijo? pregunto el padre No sé, pero es muy mayor, lo menos treinta años. 
Eso no le gustó al padre, quién inmediatamente vio un peligro. Sabía que Paloma gustaba mucho a los hombres. La prueba la tenía muy cerca de él ya que todos los chicos del coro iban detrás de ella. 
Mañana iré a ver cómo es ese hombre y si debo preocuparme - pensó -. 
Pero no se lo dijo a Paloma, sólo le comentó que como al día siguiente iría cerca de la tienda, pasaría a recogerla. Y así fue. 
Al día siguiente el padre Antonio vio por primera vez a su jefe y supo que su querida niña estaba en peligro. 
Su instinto protector no le falló porque meses después Paloma venía enfadada contándole que su jefe se había querido aprovechar de ella. 
La reacción de él fue inmediata. ¿Qué?..¿Qué ese desgraciado te ha querido mancillar? Mañana voy y le rompo la cara. ¡No! Por favor, no vayas. 
Ya he hablado con él y me ha pedido perdón. Me ha prometido que no volverá a pasar. 
Para Paloma fue una sorpresa la reacción del padre. 
Nadie en toda su vida la había defendido. Nunca lo había visto tan enfadado. 
Por eso le sonrió y le dio las gracias. 
Él se asombró de esta reacción, comprendiendo lo sola que había estado y por eso se levantó, la abrazó y dándole un beso en la mejilla le dijo: No te olvides. Ya no estás sola. 
Esta es mi misión a partir de ahora. 
Te cuidaré y protegeré. 
Paloma no pudo soportar la oleada de amor que la estaba envolviendo y unas lágrimas traicioneras empezaron a caer por sus mejillas. Él captó inmediatamente por qué lloraba y sus ojos también empezaron a brillar de una forma especial. Les unía el amor de dos seres que en muchas vidas anteriores habían estado juntos. Habían pasado por muchas experiencias en común y sus energías se reconocían. 
Habían sido esposos, amantes, amigos, compañeros,... y ahora en esta vida él era su pigmalión. 
Su maestro, le estaba enseñando a ser una mujer, un ser humano educado. 
Le transmitía las leyes de la vida. 
Le daba una base religiosa, cultural y sobre todo y por encima de todo, la amaba como era y lo que era, un ser humano maravilloso digno de ser protegido y amado. 
Ni su madre, ni su abuela la habían enseñado a transmitir el amor que ella era y aunque Paloma lo sentía no sabía cómo transmitirlo y mucho menos decirle a alguien que lo amaba. Tampoco nadie le había dicho a ella que la quería. Para Paloma la parroquia era su recinto de paz, sus mejores momentos del día. Era como su oxígeno. 
Pasados los años los recordaría y se daría cuenta que sin la ayuda y el amor del padre y la parroquia no hubiese podido sobrevivir a la tristeza, la soledad y el desamor que su corazón sentía. 
En esa época, para una niña de 12 años, el salir de su ciudad, dejar a sus amigas y todo lo conocido, lo familiar y sin tener ayuda de alguien, sin el amor de su madre (que estaba con un nuevo novio) y sin los cuidados de un mayor que es lo más natural para una niña de su edad, era muy difícil que lo pudiera soportar. 
Pero como decía Ángel, siempre en su vida abría alguien que la ayudaría a soportar las pruebas y ese fue el padre Antonio quién vio en ella una niña desvalida, necesitada de mucho amor y él se lo dio como pudo, sin dejar de ser un sacerdote con todas sus limitaciones. 
Paloma durante toda su vida había recibido muy poco así que cuando el padre le daba algo de cariño para ella era suficiente y le hacía sentirse muy feliz. 
No había tenido a su padre pero Dios le había puesto a este buen ser humano que se ocupó, preocupó y la hizo feliz desde que se reencontraron en esta vida.
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