lunes, 8 de agosto de 2016

LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta-25


CAPITULO-25
La vida tampoco estaba presente en su vida. 
Me impresiona encontrar gente que no está viva ni muerta, solo está, como objetos que alguien dejó accidentalmente. 
Hay que ver qué paso para haber llegado a este punto. 
Los manicomios compiten con las cárceles; una vez, el interno de un psiquiátrico, luego de acercarse a la valla que separaba la institución de la calle, llamó a un transeúnte para preguntarle de inmediato si eran muchos ahí adentro. 
Todo depende del punto de vista, quizá los cuerdos son los más peligrosos, tal vez los locos permanecen en esos centros como refugios para evitar ser agredidos por los habitantes del «cuerdocomio». Con la vida ausente, la felicidad es desconocida, el amor reducido a emoción peligrosa, mientras la libertad se pasea de puntitas, evitando ser descubierta. 
Se han encontrado libertades llenas de cadenas y premios nobel de la paz declarando la guerra. Ese día no tenía comida cerca, para qué tener hambre si no hay posibilidad de comer, me dije a mí mismo, a tiempo de postergar esa necesidad fisiológica. Durante mucho tiempo dormí sin comer en la noche, hasta cuando escuché el grito de mi cuerpo, que amenazó derribar mi salud a patadas e interrumpir mi intensidad existencial. 
Tomé nota de la advertencia, no quiero estar fuera de combate antes de que toque la campana final. 
El último en marcharse de mi penúltima conferencia fue un anciano que me confesó que nadie le había enseñado a vivir; bromeó con haberse dedicado a todo menos a aprender a vivir. 
Él creía que era el único que había cometido semejante horror. Antes de que se enterara de la verdad, le sugerí aporrear a todos sus miedos y por la ranura que tiene toda razón, descubrir que afuera hay más, que la magia, la felicidad y el éxtasis son parte de la vida y que nunca es demasiado tarde para reencontrarse con ella. Entonces se sentó en el escalón de la salida y, mirando al suelo, como si buscara algo, me dijo: no quiero volver a casa.
Entonces le dije: «La clave es el autoconocimiento». 
Precisas conocerte, porque al conocerte podrás transformarte y con ello crecer, y al crecer, recuperar tu visión y comprender tu misión. Ten tiempo para reflexionar, para aprender sobre ti, ello te permitirá llegar al punto de manejar tu energía y conocer mejor a los demás, que ya no serán una amenaza para ti sino una fuente de aprendizaje o una oportunidad para ejercer la solidaridad. Libérate de todo pensamiento, emoción y hábito negativo; piensa lo que piensas, observa lo que sientes; las emociones y sentimientos son efímeros, por eso la felicidad no es nada de eso. Conócete, no vivas con un extraño; cambia las creencias que te limitan, renuncia a la falsa necesidad de impresionar a los demás, practica la maravillosa y sanadora amnesia selectiva. ¿Sabías que el camino al autoconocimiento es el mismo que el de la felicidad? Que la edad que tengas no sea un motivo de desánimo. Mientras estés vivo, debes estar disponible a la vida y sus sorpresas. Fórmate y transfórmate, pon más energía y tiempo en lo que son tus prioridades; desde hoy, todo lo que hagas, hazlo con conciencia, exígete mucho a ti y poco a los demás y no esperes que todos te traten bien, ese es un lamentable vicio que más temprano que tarde genera sufrimiento. 
Haz lo correcto, aunque te critiquen, recuerda que no hay autoridad por encima de tu conciencia; iníciate a la vida plena y esto no es otra cosa que embarcarte en un proceso de autoobservación, que te permita identificar tus fortalezas, tus talentos, tus virtudes; apóyate en ellos para trabajar tus debilidades, para alquimizarlos y transmutarlos, para convertir lo inferior en superior. 
De manera simultánea, podrás, en un contexto meditativo o reflexivo, desde tu alerta sereno, identificar las oportunidades que te da la vida para crecer y disfrutar, para ayudar y aprender y, junto a ello, para estar consciente de los riesgos de una vida sin crecimiento, y de todas las amenazas y distracciones que podrían boicotear tu evolución. 
Recuerda también que con la edad puede aumentar la capacidad de ser feliz, porque ya aprendiste que las cosas y personas no son para siempre. Eso te dejará una saludable sensación de libertad, que no te exime de vivir con pasión lo que elijas; el desapego será la vacuna contra el sufrimiento. 
Las emociones pueblan nuestros cuerpos, los pensamientos revolotean en torno nuestro; por razones de higiene vibratoria, solo recuerda lo positivo, escribe cada día tu diario de aprendizaje; ¿sabías que la gente que no hace trabajo interior no puede ser feliz, no llega a conocerse ni sabe estar sola? Por ello los suicidios son más frecuentes en las personas que viven solas. En este proceso de conocerte, lo fundamental es observarte, mira por ejemplo cuántas cosas repites mecánicamente de lo que decían o hacían tus padres. En verdad, no se puede aprender a vivir en el siglo X X I sin escuchar las voces de los abuelos indígenas de todo el mundo. Finalmente, quiero decirte, no seas perezoso, sé feliz. 
Conocerse es enderezar el destino, tan distorsionado en este tiempo; es soplar las brasas y despertar los talentos; es descuidar al qué dirán y trepar hasta lo más alto de ti y, desde ahí, desatar los huracanes de voluntad con los cuales se encenderán los motores de tu crecimiento. 
Por favor, no apiles más ganas, si no, no te atreverás a lanzarte al vacío de lo nuevo; imagínate que a la oruga solo le crecen alas cuando se atreve a lanzarse al abismo, es en el proceso de la caída, en pleno ojo de la incertidumbre, cuando descubrirá su verdadera fuerza y ese potencial pendiente de ser liberado. 
Es un espectáculo indescriptible el comenzar a conocerse, a reconocerse, a enamorarse de la vida y reactivar su magia y perfumar los instantes y acarrear todas las oportunidades y ponerlas en fila por orden de importancia. 
Si te miras profundamente, te darás cuenta de que una parte de ti te venía pidiendo esto hace mucho tiempo. Ahí te dejo la ventana abierta, la información según la cual el naufragio existencial no es destino inevitable. En la próxima cita, quiero compartir contigo el polémico tema del paradigma y su cambio; también es posible disfrutar de esta revolución interior. Ahí te espero.
Chamalú
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta-24


CARTA-24

Cuando llegué a casa de la tía abuela ese domingo, encontré a todos sus hijos sentados alrededor de la rutina. 
El hijo mayor tenía aspecto de un ejecutivo tan exitoso como estresado; el segundo, guardaba un silencio funerario, el último no tenía indicios de haber conocido la felicidad, su aspecto, a simple vista, revelaba las cicatrices de una vida sin vida. Probablemente son productos de los golpes y caídas, en el camino de la vida, pienso. La infelicidad del último hijo, parece estar en avanzado estado de descomposición. 
La ausencia de felicidad en la vida deja el alma magullada y, en algunos casos, incluso fracturas de los principios y valores, y una grave anorexia existencial, consecuencia del déficit ético, que caracteriza su vida. Me incorporo al ritual familiar, la atmósfera permanece ennegrecida, mis pensamientos no concuerdan con los diálogos vigentes, me siento extraño, recuerdo al hombre en silla de ruedas (su alegría de vivir es contagiosa) y a esa mujer con una precaria casa vacía, ella sentía que no le faltaba nada. Contemplé la sociedad, todos estaban sentados, pero mi vida permanecía de pie; su existencia parecía haberse acostado en la alfombra de la resignación. El reloj continúa marcando el paso de la vida, la lluvia insiste en reorganizar todo en términos húmedos, la artritis de la tía abuela es el espejo donde se refleja una vida de rigideces y sufrimientos. Quiero decirte algo: la vida sin autogobierno mental y emocional es un barco a la deriva, en el océano de un entorno impredecible. Las emociones son el motor de la vida, sin embargo, motor encendido sin dirección es garantía de autodestrucción. 
La felicidad que te propongo, recuérdalo, es independiente del entorno; en ese sentido es preciso que aprendas la habilidad de mantenerte siempre sereno y en paz, con bienestar todo terreno y creciente alegría. Si permaneces en tu centro, las adversidades solo serán factores fortalecedores, pero deberás gobernar bien tus emociones y graduarte de experto en controlar tus pensamientos, ese es el camino de la imperturbabilidad. 
Acepta que no todo depende de ti, selecciona la influencia que quieres recibir del entorno, importa menos lo que pasa afuera, cuando en verdad lo que cuenta es lo que ocurre dentro, y ahí, si aprendiste a gobernarte, gobiernas tú, es decir que nadie podrá ponerte mal contra tu voluntad. Encuentra significado a todo, en especial a las dificultades; comprenderlas de esta manera simplifica el camino para superarlas. 
Repítete a ti mismo: «No pasó nada», de esta manera tú eliges la interpretación de lo que pasa y eso te otorga un sorprendente poder. El que algunas cosas salgan mal o diferente a lo esperado, no cambia este enfoque, ni siquiera el que sientas dolor o tristeza, pero cuida de no identificarte con ello ni permanecer mucho tiempo en esa emoción, que resulta aceptable si es fugaz. 
Tu felicidad solo depende de ti y nunca de las circunstancias en las que te encuentras. Si permites que tu felicidad provenga de afuera, en cualquier momento recibirás influencias negativas. Cuando te ataquen o critiquen observa y obsérvate, observa todo serenamente; si controlas tus pensamiento y emociones, controlas tu vida. Entrena tu mente para permanecer en tu centro y desde él para preservar tu felicidad; actúa como actúan los felices, ellos son gente todoterreno y, fundamentalmente, son personas coherentes con sus principios. 
Presta especial atención a la manera como interpretas lo que ocurre, a menudo la gravedad de los acontecimientos no es algo inherente a la situación sino a la manera de interpretarlos. 
En este proceso, ayuda mucho el funcionar con emociones positivas y pensar siempre en positivo. 
Nunca sientas envidia ni rencor, nunca miedos ni soberbia, sin embargo, evita también el exceso de precaución y no esperes que todos te traten bien. Elimina de ti todo lo que te molesta o interfiere, desarrolla una gran paciencia y asegúrate de que nada ni nadie te robe tu felicidad. 
No prometas lo que no está en tus manos; siempre que sea necesario, calma tu mente. Donde sea que te encuentres, despliega el alerta sereno, porque si permites que otros te quiten la felicidad, estarás perdido. Recuerda que la serenidad, es decir la paz, es consecuencia de la felicidad, del amor y la libertad, es decir de aprender a vivir. De esta manera la vida se convierte en multidimensional aventura, cada día en un reto maravilloso, cada situación en un saber dialogar inteligentemente con el entorno, sin bajar el nivel vibratorio ni interrumpir la felicidad.
Conserva tu bienestar en toda situación; aprender a vivir implica convertirse en guerrero imperturbable, en habitante de tu centro, desde donde ejerces la soberanía existencial. 
La imperturbabilidad no es indiferencia, es sensibilidad bien canalizada, es amor inteligentemente dirigido, es permeabilidad selectiva, es blindarse energéticamente ante todo aquello que no aporta crecimiento ni placer, es ejercer con lucidez la indiferencia amorosa. Todo ello será parte de ti si lo cultivas con paciente meditación y constantes contactos energizadores con la Madre Tierra, con la reflexión interiorizadora y la autoobservación reguladora. Maneja tu mundo interior de esta manera, conduce el entorno en el que te mueves, desde el pensamiento lúcido y la emoción precisa. Quiero confesarte que la imperturbabilidad no es consecuencia de una técnica secreta, sino resultado de un riguroso trabajo interior; donde sea que estés, continúa este proceso, de esta manera, el fuego de tu crecimiento se tornará indetenible, tus instantes palpitarán ininterrumpidos, de tus huellas brotarán pétalos, tu actitud se habrá convertido en referente fundamental para otros buscadores, que al conocer tu itinerario dejarán de construir castillos de arena, que la próxima ola de un entorno cambiante y turbulento destruirá inevitablemente. Están en tus manos el perfume y la esperanza, el silencio invencible y la altura del vuelo. 
Este puñado de semillas requiere de la tierra fértil del jardín de tu corazón. Una sola vida posees, recuérdalo, la infelicidad desangra la vida y entierra las alas, desde las cuales se edifican los vuelos del crecimiento. 
Si la caminata no fue interrumpida, la aparición del guerrero será inevitable. Su espada, el amor, garantiza el uso adecuado de la libertad; su escudo, el humor, posibilita la imperturbabilidad de la que te hablé en esta carta. El día que me encontré con la vida de cuerpo entero, comprendí que no es suficiente haber nacido. En la calle nadie te conoce, en la escuela lo principal no te lo enseñan, en la familia te dan mal ejemplo, en la casa tienes muchas cosas que no necesitas, en especial la infelicidad, que empapela casi todas las paredes. 
Es urgente interrumpir lo convencional, cortar la caña de la mediocridad, extender la voluntad, repensar todo lo que escuchaste, reconstruirte y en la nueva etapa vestirse de imperturbabilidad. Lograda esa soberanía existencial, cultiva en la parcela de tu vida el frondoso árbol de la autenticidad, desde el cual podrás desplegar el cumplimiento de tu misión, sin que los vaivenes de lo cotidiano interfieran en esa suprema aventura. Otra clave fundamental en este itinerario es el autoconocimiento. 
Será el tema de nuestra próxima reunión. ¿Acudirás a ella?
Chamalú
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta-23


CARTA-23
Mis emociones se quedaron indecisas y mis pensamientos salieron corriendo a cualquier parte. 
El lugar donde escribo está bastante poblado, es que lo mejor de la humanidad permanece encuadernado y empastado, en algunos casos con tapa dura. Cuando me interrumpen, mis ideas se desparraman por el suelo y, al buscarlas, a muchas ya no las encuentro. Mi primer viaje fue a Londres, un 26 de junio de 1988. Ocupé un asiento del segundo piso de un jumbo; eso fue antes de la Internet y los celulares, cuando era desconocido, incluso en parte para mí. Esperé el día entero, nunca llegó, en cambio, se presentó ella, se acomodó en el suelo, intentó decirme algo, se arropó en abundante timidez. Al marcharse, algunas mentiras se cayeron de su bolso. Haría cualquier cosa por saber lo que la gente piensa, casi nadie se molesta aparentando un bienestar que desconoce. Me siento mejor, empecinado en que la felicidad sea una primicia. ¿Sabías que eres único y que esta experiencia llamada vida no va a repetirse más? ¿Agradeciste el estar vivo? ¿Agradeciste por todo lo recibido? 
Mira, comencemos poniéndonos de acuerdo en algo: si amas la vida, no puedes vivir mal, entonces te propongo descartar cualquier complicación, expulsar de ti toda forma de insatisfacción, valorarte y confiar en ti. 
Siéntete bien contigo, eres valioso para ti; la vida es una aventura multidimensional a la cual tienes que presentarte completo. Valórate sin dejar de ser autocrítico y siempre da lo mejor de ti. No busques la aprobación de los demás, sé auténtico, sé tú mismo, pero da lo mejor de ti, entonces no importa que te aplaudan o censuren. Si la vida es lo único que tenemos y simultáneamente somos los únicos en el Universo con estas características, esta existencia se torna supervaliosa. 
Acéptate y disfrútate, la vida es increíblemente hermosa, pero tienes que comenzar aceptándote, valorándote y disfrutando de ti, tú tienes que ser tu mejor amigo, recuerda que solo tienes esta vida por ahora, con estas características. Acéptate sin complejos, descubre tus talentos, jamás te compares, acéptate y acepta que puedes cambiar, date premios cuando lo mereces, recuerda que superar obstáculos multiplica la felicidad. Si alguna vez no te invitan, no pasa nada, eres tú lo único que existe en el Universo, con estas características. Como mínimo, confía en ti, descarta el miedo al fracaso, fracasar es imposible mientras no te rindas; no subestimes tus éxitos ni los éxitos ajenos, apóyate en tus fortalezas, acepta, convéncete que puedes ser feliz y alcanzar tus mejores sueños, como también que puedes cambiar lo que sea necesario cambiar en ti. Ten una frase motivadora para cada día, confía en ti, sin embargo, debes saber cuándo pedir ayuda y si ella acude sin que la busques, saber recibirla. La depresión es un síntoma de la infelicidad, enfoca tu energía en ser feliz, crece con todo lo que te pase, apasiónate por lo que hagas, inflúyete positivamente y jamás te culpes. Sé siempre tú mismo, pero con inteligencia; si quieres llorar un rato, puedes hacerlo, pero a continuación y sin demora refúgiate de nuevo en tu felicidad, ahí radica tu centro y tu poder. No es bueno inventar cicatrices ni recordar lo que ya pasó, solo permanece atento al latido; estás vivo, esa es una excelente noticia. Selecciona las influencias que quieres recibir, arréglate y vístete como te gusta, sé siempre tú mismo pero con inteligencia; redescubre constantemente tu poder, incrementa tu sensibilidad, involúcrate en actos que cada vez realices de mejor manera, esto aumentará la confianza en ti mismo. Ya sabes el error de compararte, de igual manera el culparse o culpar a otros, la vida es una escuela para aprender, aprende, crece, comparte, disfruta, valora el hecho de estar vivo, no vivas para satisfacer expectativas de los demás, decide tú lo que está bien para tu vida. Hay un acuerdo fundamental que debes realizar contigo mismo: crecer con todo lo que te pasa, pero crecer disfrutando. Nunca dejes de prepararte, de soñar, de elaborar estrategias, descarta los consejos que no suman a tu crecimiento, expresa lo que sientes en el momento oportuno y de la manera adecuada; reconoce tus virtudes y lo que haces bien y también lo que hacen bien los demás, recuerda que todos nacemos desnudos pero traemos la semilla, esa es una buena noticia: eres la semilla de algo mágico y parte de algo increíblemente grande y maravilloso; es probable que lo más hermoso y poderoso aún no lo hayas descubierto en ti y, como no puedes vivir con un desconocido, embárcate en ese viaje de autoconocimiento, en ese madrigal misterioso que eres tú. 
Y que no te dé temor activar el volcán que descubriste, ni transportar valijas de sueños porque todo eso es posible pero no todo será necesario; vivir feliz es un espectáculo digno de imitar, ese es un primer paso a dar y luego rodearse de la gente adecuada, aprendiendo oportunamente a tomar las mejores decisiones. Te recuerdo que tu misión se medirá con tu evolución y con tu aporte a la humanidad; recuerda también que el otro es tu prueba y tu oportunidad de crecimiento. 
Cuando te encuentras contigo, cuando te amas y valoras, desde la felicidad que se instalará en ti sentirás que estás rodeado del Universo, porque la vida es un juego cíclico del orden cósmico. Recuerda también que de tu imperfección nace tu libertad, que solo los imperfectos pueden aspirar a la evolución, en ella está incluida la felicidad. Muchos te aconsejarán cómo instalarte mejor en la sociedad. Quiero en esta carta proponerte que te reconozcas y, al reconocerte, encender tu lámpara, pulir el diamante que eres, caminar sobre espinas si es preciso y avanzar indetenible. También me tocó atravesar oscuros túneles y hostiles bosques de incomprensión, también a mí me recibieron manos sin ternura y una indiferencia que golpeaba. Entonces me refugié en la poesía, sembré semillas de esperanza, planté hondo el árbol de la confianza en mí y acrecenté la estatura del amor propio. 
Fui incansable arquitecto de mi vida, jamás me di por vencido, entonces descubrí que mi alma nunca dejó de cantar. En la próxima carta, quiero contarte las claves de la imperturbabilidad, que me convirtieron en guerrero. Hasta pronto.
Chamalú.
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta 22


CARTA-22
Todo el mundo se puso de acuerdo en poner de moda la infelicidad, al punto de mirar extrañados a quien, discrepando con esta unánime decisión, se aparta del rebaño y se declara feliz. El objetivo de esta maestría es precisamente llevarte hasta el punto de que puedas firmar una declaración de felicidad y hacerlo público. En este instante la lluvia ha retornado más ruidosa, expresándose con voz atronadora. 
El jardín agradece el detalle; cae el día, me adapto a la noche, me pregunto si la gente se pregunta, siento frío en los pies, encuentro solo un calcetín, constato que me sobra un pie. 
Resulta que hoy tenía una entrevista, lo recordé cuando ya era tarde. El agua fría de la ducha me devuelve la lucidez, menguante a esta hora; siento hambre, y pensar que mucha gente muere de hambre al mismo tiempo que otros lo hacen por sobrepeso. 
Me preocupa el futuro de la humanidad, observo a los niños, ¿qué mundo les espera?, me pregunto. 
Anoche vi una película que especula sobre el futuro, explosión demográfica, escasez de agua, crisis alimenticia, desnutrición afectiva, déficit ético. Mi preocupación se quedó pensativa; precisamos inventar otras formas de vivir, donde la vida sea más importante que el lucro. Se intensifica la lluvia, me gusta el agua, creo que terminaré viviendo en una isla del Caribe, sin más vecinos que el océano en unánime emboscada. 
Del agua aprendí a descomplicarme, a fluir, es decir, a tomar la forma de la circunstancia en la que me encuentro. 
La infelicidad puede multiplicarse cuando portamos miedo o rigidez. La vida es como el agua fluyendo por el cause del rio, lleno de obstáculos pétreos que solo posibilitan más diversión para el agua, incluso cuando los obstáculos son completos inventan una cascada para seguir fluyendo mientras se divierten. Eso es felicidad, esa es la vida de quien apostó a despertarse. 
La felicidad se parece tanto a la fluidez, que resultó ser lo mismo. Se aprende a fluir especializándose en descomplicarse, en simplificar procesos, en ver la oportunidad en los problemas y encontrar el placer en hacer lo que nos toca hacer. 
No importará lo que te pase, si aprendes a ver en todo oportunidades y enseñanzas, estímulos para continuar vivo. 
Si algo sale mal, olvida rápido, recuerda que la memoria es una galería de arte reservada para obras artísticas y buenos recuerdos. Disfruta del camino sin obsesionarte con la meta; vivir es fluir y fluir es simplificar, porque todo es posible de una u otra manera. Acércate a la filosofía dionisíaca, canta, danza, celebra, fluye, cambia de opinión cuando sea necesario, ve hasta el borde del abismo donde crece la flor de la felicidad, que no gusta del sospechoso terreno de la zona de confort. 
Acepta lo inseguro, respeta tus principios; nunca sabrás de antemano todo lo que te hará falta, entonces, prepárate para todo, hay muchas entradas para la felicidad pero cada uno tiene que construir la suya. Recuerda que eres superior al entorno, a las circunstancias que pueden incluir críticas e incomprensión; a veces será necesario que te desconectes de todos los aparatos, de todas las amistades y te sumerjas en el silencio y la soledad y estés simplemente contigo. Olvida la opinión pública, tómala en cuenta solo cuando sea necesario saber lo que dice; actúa siempre desde el amor, es imposible equivocarse si el corazón es nuestro lugar de residencia. 
Actúa como el agua, que siempre encuentra la manera de seguir adelante. La fuerza de lo flexible está demostrada en el combate del mar con las rocas, ellas terminan esculpidas por la fluidez del agua y su increíble fuerza. Sé comprensivo, ríete de ti mismo cuando sea necesario, acepta lo que tienes que aceptar, cambia lo que puedas cambiar; ser feliz es fluir conscientemente en el tiempo; recuerda que puedes comenzar a ser feliz cuando tú lo decidas. En verdad no existe otra alternativa, ser infeliz no es una opción para la gente inteligente, sin embargo, no cometas el error de hacer de la felicidad tu meta, cuando ella es el camino a la vida. Y la lluvia dejó de fluir para dar paso al flujo del agua en su versión terrestre. Me gusta ver cómo el agua va tanteando, abriéndose caminos donde antes no existían, esa es una gran enseñanza. La sequedad y la rigidez se vieron una vez más derrotadas, haz esto en tu vida, aprende de la mariposa que fluye en el océano de la atmósfera, del fuego que fluye danzando con la luz, del viento que fluye transparente, paseándose descomplicadamente por todas partes. ¿Recuerdas todo lo que ya compartí contigo desde la primera carta? Solo tienes que releer los textos, extraer las enseñanzas que precisas y aclimatarlas gradualmente a tu vida sin que el temblor del cambio te detenga ni el huracán de las criticas te desanime. 
He reunido toda mi herencia vivencial para desparramarla en estas cartas, ¿ya las recomendaste? En ellas encontrarás polen para hacer tu miel y racimos de conocimientos para fabricar tu propio vino y, desde él, volar al territorio del éxtasis, donde la cordura está prohibida. Encontrarás también maderas preciosas para amoblar tu vida, flores portando claves para decorar tu existencia, milenarios aceites para masajear tu conciencia, perfumes para aromatizar EL ITINERARIO DE TU ALMA. Imagínate que abriste un antiguo cofre, donde estaban, en forma de antiguos pergaminos, secretos reservados para ti. 
Ya sabes qué hacer con ellos. En la próxima entrega, quiero hablarte de lo valioso que es cada uno, como única representación del Universo. Podemos continuar caminando unos pocos pasos más. Un abrazo.
Chamalú.
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta 21


CARTA-21

El cielo se oscurece, comienza a llover, se amontonan mis ideas, se empujan unas a otras. Me dijeron que un libro muy extenso corre el riesgo de no ser leído, decido reducir la extensión de las próximas cartas. Al final del pasillo, duerme con las patas arriba Panda, un viejo pastor inglés que comparte su soledad conmigo; tiene tanto pelo, que a veces me toca informarle que está lloviendo, su piel demora unos minutos en recibir la notificación acuosa de las gotas de lluvia. 
Afuera, la vecina en pantuflas mata su tiempo, mientras intenta pescar algún chisme para aderezar su aburrimiento. 
Hay gente que grita porque no tiene nada que decir; un perro cercano no deja de ladrar. Cierro los ojos, me imagino elefantes circulando por la calle de casa, jirafas dialogando incómodas con los cables telefónicos, rinocerontes atravesando esquinas en semáforo rojo, hipopótamos buscando piscinas donde humectar su piel. Los trabajadores del edifico en construcción concluyen su jornada, regresan a casa llevándose a cuestas su cansancio. 
Al llegar, podrán comer y luego aplicarse una dosis prolongada de televisión, hasta quedar dormidos frente a la pantalla. 
A media noche, quien no viva solo, podrá ser despertado para mudar su descanso a la cama, y al despertar, la rutina laboral se repetirá, los días son clonados con minuciosa precisión. 
Siento náuseas. Mejor, cambiemos de tema. Tengo ganas de llevar mi cuerpo a la bañera, una voz interna me dice que debo terminar estas cartas, colisionan lo que pienso con lo que siento, no será la última discrepancia, decido seguir adelante. Llegué a pensar que compartirte mis secretos podría ser importante. En ese sentido te sugiero que ames lo que te toca hacer. Antes te había dicho: «Entrégate completamente a lo que haces, reconcíliate con la disciplina, si es necesario», porque es mejor amarla y disfrutarla, porque la disciplina es la fábrica de milagros. Ya sabes que la suerte no existe. ¿Sabías que la genialidad heredada no abarca ni el veinte por ciento y que el restante ochenta por ciento es disciplina y perseverancia? Ama y disfruta la disciplina, ese es otro de mis secretos; conviértete en experto en automotivación, no dependas de que otros te motiven. Cualquier actividad realizada con motivación, incrementa la felicidad; recuerda que los talentos no se desarrollan completos hasta que despertamos. 
A partir de ese momento, cultívalos pacientemente, sin olvidar que la intención enfoca la energía, que si quieres ser feliz, debes aprender a controlar, es decir, direccionar tu energía; que ser útil a los demás incrementa tu felicidad, que la gente inteligente acepta sus derrotas con optimismo y aprendiendo de cada una de ellas. Algo muy importante que debes saber a esta altura de tu formación, es que nunca debes resistirte a los cambios, solo asegurarte que sean para mejorar que estén alineados con tus objetivos y compatibilizados con tus principios. 
También es bueno saber que es mejor no tomar las ofensas como algo personal, son simplemente la vociferación de alguien que tiene un mal día. Tampoco te permitas ningún apego, ellos son totalmente prescindibles. Pregúntate qué pasa si no te enfadas. 
¿Y si no me decepciono? Te darás cuenta de que no pasa nada, entonces comprenderás que tu paz interior es más importante. Recuerda esto: si cambia tu percepción, cambia todo. En esta perspectiva, es recomendable soltar el pasado, prepararse para el futuro y simultáneamente vivir intensamente el presente. 
La vida ocurre solo en el presente, pero en un presente de varios niveles, porque vivir despiertos es dialogar con las otras realidades. Te propongo también que tomes en cuenta el lugar, la cultura, la familia y la época en la que naciste. 
Ellas son las circunstancias que marcan los rasgos de la vida de cada uno y, en muchos casos, los desafíos que tenemos que superar. La calidad de la vida no depende solo de la felicidad, sino también de la manera de obtenerla, de la forma de conservarla y vivenciarla. 
La gente que vive solo para satisfacer sus necesidades básicas nunca llega a generar autentica felicidad. También es bueno saber que muchas cosas que buscas, en realidad, ya las tienes de una u otra manera. ¿Sabes que la vida activa genera felicidad? ¿Que toda la vida, toda sin excepción, es una escuela desde que posibilitaste tu despertar? ¿Que la gente lúcida no se avergüenza de sus errores? ¿Que vivir por un salario es haber perdido la dignidad? ¿Que casi todos buscan la felicidad en el lugar equivocado? Necesitas retos para superarte, de esa manera la felicidad se incrementa. 
El aburrimiento viene como consecuencia de la ausencia de desafíos; inteligencia es capacidad de vivir bien, formándose y transformándose, asegurándose para que ningún error sea en vano, construyéndose pacientemente, sin olvidar que el camino a la felicidad es el mismo camino del autoconocimiento. Entre la genética y la cultura, florecerá tu felicidad, sin embargo, casi nada está determinado de forma inmodificable, de manera que tú puedes hacer con tu vida casi todo, incluso descartar definitivamente la infelicidad y trenzar las circunstancias de tal manera, que el placer sea tu país y el crecimiento tu manera de vivir. Es hora de partir, de descubrir que la vida era otra cosa, de reemplazar la hojarasca por las flores y bordar los instantes con hilos de luz. Te propongo también que te asomes a la plenitud, que empujes tu crecimiento, que abandones la provincia de lo conocido para instalarte, sin perder tu identidad, con vocación universal, alimentando unidades en la diversidad, forjando mentalidades con alto nivel de lealtad a la vida, encarando las tempestades con valor y creatividad. Te propongo afrontar la vida con todas sus consecuencia, sin más refugio que la felicidad ni más protección que el amor, entonces el Universo te dará la bienvenida. Una clave fundamental quiero compartir contigo: aprender a fluir. Este tema nos reunirá en la próxima carta.
Chamalú

LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta 20



CARTA-20
Entra alguien más, era un recuerdo, enciendo una idea, me pregunto por el destinatario de estas cartas, en realidad son un fragmento de mi vida. Anochece, siento frío, me acurruco por un momento, pronto saldré de viaje, pienso; mi pelo yace cuidadosamente desarreglado mientras mi barba ensaya una discrepancia cromática e insiste en diferenciarse, amigándose con la nieve en su apariencia. Pasa una ambulancia, gente desolada acompaña a quien casi pierde la vida; en verdad, todo el tiempo la gente juega a destruir su vida; creo que ha muerto, le cubren el rostro, quizá su vida se fue sin haberse estrenado en su versión plena. Miro a un lado y al otro, no hay testigos, podría ser infeliz un momento, me pregunto con curiosidad; aparecen las primeras estrellas, creo que todo el universo me está mirando. 
La calle quedó vacía por un instante, me sentí solo, ¿será que me estoy acostumbrando al caos?, me pregunto; el humano tiene la extraña habilidad de acostumbrarse a todo. He dividido mi vida en franjas, cada una tiene su propio color. Actualmente me encuentro en una coyuntura confortablemente amoblada, diseñada para no necesitar nada del exterior, bueno, casi nada. Tiene forma circular y no cave nada por debajo del nivel de la felicidad. Hace días, temprano por la mañana, me encontré con unos vecinos que buscaban a su mascota, que se había extraviado. Me quedé pensativo, la felicidad está extraviada hace mucho y no veo gente buscándola con auténtica intención de quedarse con ella. En verdad, es totalmente genuina la infelicidad que muchos practican, hasta podrían patentar su fórmula y vender franquicias. 
Para una vida tan breve, basta una meditación cotidiana. 
En cualquier momento y lugar, permite que el silencio te acoja. Excelente comenzar el día meditando, es una forma de contrarrestar la fuga constante del tiempo. Si comenzaste el día meditando, su eco se extenderá a lo ancho de todo el día, los pensamientos emigrarán cada vez que sintonices al silencio; el alma, taciturna en principio, cultivará espigas de esperanza, anidando olas de tiempo, que solo se detienen ante el silencio. 
Por la mañana, a mediodía y por la tarde, podrás hacer lo que quieras siempre que, invisiblemente, te inclines sobre ti mismo, e inaugures introspecciones profundas, viajes al espacio interior que habitas, guarida del espíritu, refugio del silencio que solo sabe de sensibilidades y sabidurías. A la hora en que arde el crepúsculo, enciende la hoguera de la reflexión, permite que la evaluación sobrevuele tu tiempo-espacio. La evaluación es un ave nocturna que picotea todo lo que hiciste, desparramando recuerdos para que los vuelvas a ver. Al concluir tu reflexión, deja galopar las principales enseñanzas del día y echa las redes de tu comprensión para retener las más valiosas enseñanzas. Recuerda, la vida es una escuela iniciática, desde que te despertaste. Vive solo este instante, instante a instante; cada día es una nueva encarnación en la cual tienes el supremo deber de viajar a ti mismo y al encontrarte, izar el alerta sereno, la bandera de la vida plena, donde está sellado el sentido del propósito. 
Si deseas caer en alguna tentación, puedes hacerlo, sin olvidar que nunca podrás cometer el mismo error dos veces y con la condición de observarte. Que te despeine el viento y te moje la lluvia, recuerda que estás vivo… por ahora. Si comienzas el día purificándote con la meditación, si te acuestas previa evaluación, si te especializas en ver lo bueno en cada situación, si pones en tela de juicio tus creencias e ideas de vez en cuando, si realizas un inventario periódico de las oportunidades que te dio la vida y conservas una actitud agradecida, si manejas el enfoque existencial que te permite poner toda tu energía en lo que haces, entregándote totalmente a la experiencia; si sacas enseñanzas de todo, cuidas lo que piensas y direccionas adecuadamente tus emociones, fortaleciendo tu autocontrol, con la trilogía que te propongo en esta carta, si vives de instante a instante y recuerdas en todo momento que se cosecha lo que se siembra; si conviertes tu búsqueda y crecimiento en tu estilo de vida, entonces habrás aprendido a vivir. Recuerda que la felicidad comienza con el aprendizaje a vivir consigo mismo. Aprendemos a vivir o nos morimos sin vivir, no hay otras alternativas, porque no es vida el vivir a medias. Cometer errores no es un error grave; vivir sin vivir es un error que amarrará nuestros días a la mediocridad y a la intrascendencia. He visto almas suspirando, multitudes junto a la niebla del vacío; he presenciado seres sumergidos en la infelicidad, con la música caducada y el aroma del bienestar ausente. Toda la vida y el inmenso potencial, toda la capacidad cerebral y la magia de la mente, reducidas a una vida simple, opaca, delgada hasta la banalidad, sin raíz ni adrenalina, sin endorfinas ni el vértigo de la sorpresa, sin la magia de la entrega ni el éxtasis de saborear completamente el instante. Entonces cerré los ojos, pero mi cuerpo continuaba mirando. 
La opción está clara, tendrás que elegir si te quedas con la felicidad, es decir, si aprendes a vivir, lo cual implica aprender a dar contenido profundo al inicial sinsentido que caracteriza la vida, o sigues al rebaño, haciendo lo que todos hacen, descartando la reflexión, la meditación y la autoobservación, limitándote a hacer lo anormal, normalizado, el autoengaño convertido en forma de vida. El infeliz practica el pesimismo, que es el deporte de mirar solo las dificultades, pero se hace llamar realista. Se ocupa de la vida de los demás, mientras evita profundizar en la suya, convirtiéndose con el tiempo en esclavo de su malestar. Recuerda esto: la razón no puede dar todas las respuestas sin suprimir la magia ni mutilar las capacidades extrasensoriales. La vida incluye el misterio, que se revela a quienes con su crecimiento recuperan su sensibilidad. 
Una vida lúcida se construye danzando con los problemas, aprendiendo de todo lo que pasa y asombrándonos de los imprevistos. 
Simplifica, porque en la vida todo puede simplificarse; no dejes de cambiar las formas, porque el crecimiento implica eso. 
Hay cosas que nunca sabrás ni comprenderás, pero ello no debe ser un problema ni detener tu avance, sin embargo, tu silencio, en un contexto de crecimiento, te irá revelando muchos secretos. Reflexiona, pero también haz silencio; obsérvate constantemente, recuerda que estar en silencio meditativo es estar contigo, que tu tiempo es tu principal capital, que puedes con tu crecimiento convertirlo en conocimiento, que satisfacer solo las necesidades básicas, como hace la mayoría, nunca genera felicidad. 
Recuerda también que el hombre feliz es dueño de sí mismo; que la gente con conocimiento busca equilibrio en su vida y, simultáneamente, sensaciones nuevas, cuidando de no descuidar ningún aspecto de su vida, alerta, atento, porque lo que importa no es lo que pasa, sino cómo interpretamos aquello, qué actitud desplegamos y cuánto conocimiento extraemos. 
Vivir bien es mi actividad favorita desde que aprendí que cada minuto es mío y por última vez. Desde entonces, me quité la armadura, dejé de estar al ataque o a la defensiva, dejé de prestar atención a los ladridos; la envidia es el olor del cadáver, que en su sinsentido perpetuo resuelve su vacío exportando mugre.
Ya sé cómo me llamo, la misión que tengo, el fervor que me posee, entonces dejo que el amor decida por mí. Esta es la clave: soy pasajero, igual que tú, llegué desnudo y mi vestuario al partir carecerá de bolsillos. Habito un creciente otoño. En un rincón de mi vida, al fondo a la derecha, encontré un día un puñado de tristeza, obviamente no me saludó, no quería verme, le hice una broma, el momento fue imperfecto, el paisaje continuó gris y solo se completó cuando convoqué a mi robusta indiferencia, a la que ignoro por completo, dejando que sus últimos pétalos se marchiten definitivamente. Al retornar, la luz había estallado de nuevo, la belleza estaba otra vez de cuerpo entero, quizá fui cruel con la tristeza, pero su aspecto gris cambia el color de todo lo que veo y yo escogí el arcoíris como cabellera y alas transparentes para sobrevolar las oportunidades. Elegí también hacer de mi vida una fiesta de crecimiento y creación, asechar a cada enseñanza camuflada, habitar todos los instantes posibles y consumir el tiempo, convirtiendo en crecimiento ese flujo inevitable. Elegí también compartir contigo estos mensajes, robándole historias a mi memoria, tiempo a mi historia. 
Volverás a verme en la próxima carta. Aún queda una ráfaga de conocimientos para compartir, antes de que la brusca despedida haga crujir el encuentro y la nostalgia se haga presente de cuerpo entero, como aquel día la tristeza, antes de morir de inanición por fulminante indiferencia.
Chamalú
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta 19



CARTA-19
Al final de año la gente se da cuenta de que transcurrió un año, que precisa renovar el calendario, que debemos celebrar el nuevo año y gastar en ello lo que sea necesario. 
La opinión pública condena a quien se abstrae de este ritual que se repite mecánicamente cada doce meses. El ambiente es festivo, pocos se dan cuenta de que en realidad consumieron un año de su vida, que les queda un año menos para vivir, es decir, que cada año que pasa estamos más cerca de la muerte; en verdad quería hablar un poco de la muerte en la anterior carta, pero no fui capaz, ¿te diste cuenta, verdad? La calle donde vivo es tranquila, está al norte, cerca de la montaña. 
Una pirámide natural, a manera de cúpula, decora su imponente silueta. De vez en cuando pasan autos, nunca sabré a dónde se dirigen. Una mujer con abundante maquillaje espera un taxi; hay gente que se pasa esperando que pase algo en su vida y solo se pasa su vida. El tubo de escape del taxi que la recoge exhala oscuridad gaseosa, un aporte más al calentamiento global, que a nadie parece importarle. Desde la ventanilla de otro auto, pasa otra mujer sin ver, parece que la tristeza se apoderó de ella, quizá también eligió ser infeliz, es decir, cumplir el libreto oficial, donde aprender a vivir no es rentable y, por tanto, puede ser descartado. Veo a una persona caminar de prisa, a otra que va a ninguna parte, pienso. El domingo son las elecciones en mi país, la democracia en la actualidad fue hecha prisionera de los medios de comunicación y de la tecnología que persuade y manipula. Algunos candidatos van mintiendo casa por casa. En el ambiente preelectoral todo es mentira. Alguien estacionó su auto con las luces encendidas, le vi bajar con prisa, su vida permanece apagada, la puerta del vecino se abre, parece sin vida, como la mayoría. «La muerte comienza con la infelicidad», pienso. Veo a un vecino cruzar la calle, a un joven acudir al ritual pedagógico diario, a una anciana dar pasos lentos (¿cuántos buenos recuerdos habrá acumulado en toda su vida?) Una botella, junto al árbol, delata la cultura etílica que tienen muchos devotos en las nuevas generaciones; es más fácil destruir, destruirse, amontonar los instantes, lanzarlos por la ventana, acostumbrarse al absurdo, graduarse de escombro, apestar por infelicidad y tener un buen estatus, todo al mismo tiempo. 
En el país de la apariencia, importa lo que pareces, no lo que eres. Un día constaté que hay muertos caminando por las calles. ¿Qué hacer ante semejante panorama? Un plan de vida puede ser la herramienta que te permita organizar tu existencia y elevarla al nivel mínimo normal, es decir, a la felicidad, con todos los efectos colaterales que ello implica. Quizá el primer paso sea reconstruir la capacidad de soñar, majaderamente machacada y en muchos casos suprimida. Los sueños son la cantera de donde provienen los objetivos; los sueños son locos, son libres, son utópicos, sin embargo, soñarlos, imaginarlos, convivir con ellos temporalmente y fabricar nuevos sueños, resulta altamente placentero e imprescindible en una vida en la cual precisamos sentirnos intensamente vivos. De los sueños extraeremos los objetivos, que básicamente son sueños con tren de aterrizaje, es decir, viables y aplicables, con capacidad de implementación y adecuados a realidades concretas. Los objetivos marcan el Norte, la perspectiva, el rumbo que otorgaremos a nuestra vida, porque no es posible esperar una vida con felicidad y sin objetivos. 
Junto a ello, precisaremos dotarnos de principios y valores compatibles con la perspectiva elegida. Los principios son las luces que iluminan el camino, esos faros que en la oscuridad de las circunstancias existenciales, impredecibles y dinámicas, nos iluminan la marcha, marcando referentes y límites, es decir, las reglas de juego que marca el nivel ético que elegimos para vivir. 
A todo ello es preciso añadir los medios adecuados, las actividades precisas, los cómos compatibilizados con las metas propuestas, de manera que nuestro movimiento energético actúe en un contexto de coherencia creciente. 
Establecidos los cuatro aspectos mencionados, solo será necesario enmarcar nuestro plan de vida en un cronograma realista, un manejo de nuestro tiempo que establezca plazos, de manera que esté claro lo que tenemos que hacer esta semana, este mes y este año. 
Junto a ello, será preciso establecer un mecanismo de evaluación para medir nuestro avance y constatar el cumplimiento de los objetivos planteados, además de los medios utilizados, porque todo deberá estar regulado por los principios elegidos y con el compromiso de crecer durante el proceso y disfrutar de todo el itinerario.
No importa la edad que tengas, debes saber que una vida bien planificada tiene grandes beneficios, porque la vida es como una empresa, requiere de una buena planeación, una buena gerencia, una buena estrategia para tener una gran ganancia, esto es, felicidad duradera, amor permanente, libertad lúcida, paz interior y una abundante salud. Me gustaría preguntarte si vives enfocado en tus objetivos, si tienes tus principios claros, si tus creencias no actúan como obstáculos para lograr tus metas, si tus hábitos son compatibles con tus objetivos; si tienes la estrategia existencial precisa para el momento en que te encuentras actualmente. También es necesario que te asegures de tener metas inteligentes, maneras creativas y todo articulado a tu misión. 
El resto, convertir todo esto en tu estilo de vida. También es cierto que no todo saldrá como tú planeas, entonces será preciso un plan B, C, D, etc. Elaborar un plan de vida no te exime de prepararte para ser experto en improvisar, en mantener tu centro en medio de la turbulencia. Ello incluye también pensar y sentir (razón e intuición), posibilitando una sincronización hemisférica que nos permita jugar con ventaja. Te propongo planificar una vida innovadora, tener objetivos grandes pero realistas, manejar tu vida como una empresa, pero con un alto nivel de espiritualidad y un perfil artístico que te apasione, atravesar cada uno de tus días. 
Recuerda que un error puede ser un paso adelante si sabes cómo reciclarlo, que la felicidad se autogestiona, que caminar rumbo a la vida plena implica gerenciar lúcidamente nuestra vida, y para ello te escribo estas cartas, que son claves iniciáticas que en conjunto te brindan la posibilidad de vivir espectacularmente. 
Te propongo también considerarte tu propio gerente interior, ese que sabe manejar sus procesos internos, que se asegura de dar cada día un paso hacia sus objetivos, que sabe direccionar su energía rumbo a sus metas, usando intención más visualización. Mira si el camino que tomaste coincide con tus objetivos; autoevaluarse constantemente es fundamental, más nunca te desanimes cuando las cosas no salgan como planeas. 
Esta es la maestría en felicidad y tú, al concluir este curso, te graduarás si apruebas la tesis de aplicar todo esto a tu vida, es decir, convirtiéndote en gerente en felicidad, en experto en planeación estratégica de tu vida; tú podrás ayudar a otros a recuperar su capacidad de soñar, esa será la mejor profesión, la más buscada en el futuro cercano.
Te reitero, primero sueña en grande, a continuación asegúrate de ponerte metas claras y aprender la manera de alcanzarlas sin estrés. Otorga a tu vida un gran propósito social, sin olvidar que el corazón es tu propósito, la esencia es tu misión, desde la cual se posibilita tu evolución. Enfoca tu vida rumbo a tus sueños, ten cuidado para nunca confundir medios con fines y que lo urgente no te distraiga de lo importante. Recuerda que tener metas y desafíos ayuda a vivir con calidad. Sueña y visualiza tu futuro cada día. Finalmente, quiero reiterarte la importancia de encontrarte para despertarte, si aún no lo hiciste. 
Cuando ello ocurra, revisa tus planes y adecúalos a la etapa en la que te encuentras, asegurándote de transportar mucho optimismo y creatividad que, puestos en acción, multiplicarán tu felicidad, porque en definitiva se trata de ser felices, para que la felicidad apadrine todo lo demás. Disfruta de la disciplina y la voluntad; nacemos incompletos, pero traemos la semilla, que germinará cuando nos preparemos, cuando nos dotemos de un buen plan de vida, después de todo es fácil ser feliz, cuando aprendemos a vivir. Ese es el punto: afinar nuestro plan de vida, acostumbrarnos a planearlo todo y al interior de los planes fluir e improvisar, desabrochar toda la espontaneidad y esa atroz creatividad que convertirá los problemas en espacios para crecer y disfrutar. 
Mi plan de vida no incluye estrellarme ni experimentar la infelicidad en cualquiera de sus formatos. Te sugiero soñar más, planear mucho, disfrutar intensamente, no aferrarte a planes ni resultados, realizarlos con pasión, creciendo y aprendiendo de todo lo que te pase. Basta una nube para improvisar una lluvia, basta un sol periférico para pintar un arcoíris, bastas tú para planear una vida espectacular y regalártela 365 veces por año. 
La trilogía que transformó muchas vidas se compone de meditación, autoobservación y reflexión, creativamente constituidos en estilo de vida. De esto quiero hablarte en la próxima carta. Estás invitado.
Chamalú
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta-18



CARTA-18
Anoche dejé de escribir temprano, abrí la ventana, dejé correr mis pensamientos, sentí frío, apagué la luz, un sentimiento extraño invadió mi cuerpo. Recuerdo la primera vez que fui a un cementerio, aún era niño y no comprendía por qué la gente se moría. A veces pienso que la muerte es injusta. Tendría que uno vivir en función de los méritos realizados. La gente que ayuda a los demás, que desarrolla su conciencia, que maneja bien su energía, tendría que tener mayor tiempo de vida. 
En cambio, quienes malgastan su vida, los que matan su tiempo, la gente que destruye su salud y hace daño a los demás, tendría que vivir menos. Intenté leer, pero no pude concentrarme; volví a recordar al amigo que hace poco partió. Borges decía que la gente tiene la mala costumbre de morirse. Ignoro por qué guardo en un recuadro especial de mi memoria este tema, el de la fugacidad. El tiempo y su indetenible flujo siempre ha sido para mí motivo de sospechoso silencio. En el fondo me desagrada la forma en que la vida va decolorándose con independencia del cumplimiento de la misión que cada no trae. Recuerdo que el otro día, mientras conducía, aparecí involuntariamente en un cortejo fúnebre. Cuando me di cuenta, ya formaba parte de una caravana de autos, poblados de luto por dentro. 
Cuando por fin me aparté de ese desfile final, no recordaba absolutamente nada, como si todos esos minutos hubieran pasado a un universo paralelo y habitado otro tiempo. 
Creo que es posible estar en dos sitios a la vez. 
Más tarde me sentí mejor. Contemplé el cielo, y pensar que algunas estrellas que veo ya no existen, que solo percibo el reflejo de la luz que tuvieron y que se demora años en llegar a la Tierra. «¿Dónde estaré dentro de un millón de años?», me pregunto, se estremece mi cuerpo. Entonces me aferro al presente y a la urgencia de vivir con la intensidad existencial digna de quien se sabe de paso y con el futuro incierto. Aún quiero hacer tantas cosas. Hacer, por ejemplo, más poesía y que ella me trasforme. Quiero vivir en la dimensión poética de la existencia, ascender la palabra hasta la azotea de la magia, ahondar en el instante hasta descubrir la eternidad, reintegrarme en lo universal sin perder mi identidad y, en la intimidad de cada día, recuperar el asombro y reconstruir la inocencia, desechar lo innecesario y vestir el poncho de la humildad. Quiero reintegrarme al Universo, encarnar la pureza, llevar mi insatisfacción al laboratorio donde se fabrican sueños, forjar silencios y dejar mensajes grabados, junto con música, no sé si serán despedida o celebración de la vida. Quiero abandonarme a la intuición y envolverme de trascendencia, quiero apostar de nuevo por la rebeldía y que mi insumisión continúe siendo una amenaza para todos los que insisten en permanecer dormidos. Adolezco de la imperiosa necesidad de contribuir al despertar del otro y hablarle de lo inconmensurable, de la utopía y de la belleza de lo sagrado. Quiero continuar cincelando el despertar del buscador sincero, de aquel que está en la capacidad de recoger el verso y convertirlo en vida nueva. Soy consciente de mi fugacidad y ello me compromete a no dejar pasar un día en vano. 
Estoy consciente de que soy tiempo que se marcha, que hoy puede ser el día más hermoso de mi vida, porque solo existe hoy. Abandonar el presente es suprema irresponsabilidad existencial, solo apta para dormidos. Valora tu tiempo, es decir, no postergues: el tiempo tiene la costumbre de no esperar jamás; no ates cabos, ata instantes, madruga, comienza el día con una ducha fría y una dosis inicial de meditación, limítate a vivir el presente con la pasión y desapego que corresponde a quienes saben que no tendrán otra oportunidad. 
Aléjate de la gente negativa, su presencia se traduce en pérdida de tiempo, recuerda que EL TIEMPO ES VIDA, quizá para algunos sea dinero, pero para nosotros es vida, es decir, lo único y más valioso que tenemos. 
Conviértete en lo que haces, por ejemplo, nunca interrumpas un diálogo por una llamada telefónica; hay excepciones y urgencias, sin embargo, al margen de ello, es bueno respetar tu presente y no fragmentarlo dispersándote; tampoco pierdas el tiempo en chismes o leyendo libros basura, que actualmente abundan. Presta especial atención a los que roban tu tiempo, tenlos bien identificados para evitarlos, practica rigurosa puntualidad. 
Llega tranquilo antes y disfrutando del itinerario, recuerda que ser puntual es respetar el tiempo del otro. Ten cuidado con lo fácil y rápido, con lo barato que no necesitas. Recuerda también que el dinero que obtuviste trabajando es el precio del pedazo de vida que entregaste por ello, por eso no puedes gastarlo comprando lo que no necesitas. Hay personas que por tomar los atajos terminan llegando más rápido al lugar equivocado. 
Todo tiene su ritmo, encuéntralo, todo tiene su tiempo. 
No te robes la oportunidad de contemplar el cielo estrellado antes de dormir, de escuchar el canto de los pájaros al despertar o degustar el bufet cromático a la hora vespertina. 
Vivir el presente con la intensidad que requiere cada situación es vivir con inteligencia. No te sobrecargues, delega, aprende a priorizar. Vivir el presente es dar la bienvenida a la felicidad que solo se manifiesta en él. Recuerda que estamos de paso, entonces disfrutar la vida es un deber existencial. Si solo tenemos una breve existencia, tenemos que vivirla con placer. 
Tampoco olvides que nada es definitivo, excepto el cambio, que ser feliz es vivir conscientes del paso del tiempo, sobre la base del darte cuenta que estás vivo, ese es un buen punto de partida y que no importe qué edad tengas, ninguna edad es un problema para nada. ¿Qué harías si solo tuvieras un año de vida? La respuesta que des a esta pregunta es fundamental para organizar bien el manejo de tu tiempo, porque aquello que harías si solo te quedara un año de vida, en realidad es lo que deberías hacer siempre, porque no sabes cuándo será tu último año, recuerda que la mayoría de la gente muere a cualquier edad menos de anciana. Los momentos sin felicidad son tiempo perdido. Es verdad que la vida es corta, pero te aseguro que la felicidad y su inmensidad caben en ella. Quien se da cuenta que va a morir y no busca el sentido de su vida, no invierte en aprender a vivir ni despliega todo su potencial, está en un grave problema. Es que no vivir el presente intensamente, es decir, creciendo y disfrutando, ayudando y amando, se parece a una lamentable enfermedad mental. Cuánta gente, recién en la etapa final de su vida, cuando la mitad de su cuerpo le duele y la otra mitad ya no le funciona, recién comienza a darse cuenta que la vida era otra cosa, que el tiempo pasa y no vuelve, que las oportunidades tienen la mala costumbre de no perdonar al que no las identifica a tiempo y en represalia deciden no regresar. Y al darse cuenta de que se les agotó el tiempo y transcurrió casi toda su vida sin que hayan liberado su potencial ni descubierto su misión, caen presa del remordimiento, planteándose lo que harían si la vida comenzara de nuevo. No esperes llegar a esa situación, si bien nunca es demasiado tarde para aprender a vivir, es mejor hacerlo cuanto antes, cuando aún tu vehículo corporal no te impida hacer lo que amas. Para quien vivió bien, la muerte será solo el amanecer de otro día, el nacimiento a otra vida. Es que partir diciendo y sintiendo la misión cumplida, es un placer inexpresable. 
Haber aprendido a vivir implica también haber aprendido a tener buenas relaciones con la muerte, porque habremos vivido dejando huellas inspiradoras y recordando que somos parte de algo más grande. En esta perspectiva quiero decirte: nunca te detengas mientras estés vivo, ya sabes que el tiempo no espera, recuerda que en cuestión de tiempo no tendrás una segunda oportunidad, porque cada día es por única y última vez, que la vida se nos va, como el agua de las manos, que no podemos evitar el paso del tiempo, pero es posible, convertir ese flujo en crecimiento. En la carta anterior te dije que la vida quiere liberarse; en esta te hablé de la fugacidad, de cómo un día las brasas de tu presente se convertirán en cenizas y tú en recuerdo. Alguna mejilla húmeda, que también se llevará el olvido, definitiva morada, eventualmente visitada por la memoria. 
Un infinito horizonte nos espera, es la llanura eterna de la cual tenemos pocas noticias; solo sabemos que el rocío asciende y que las sombras tienen luz, que las flores son transparentes y que retumba el silencio. Que el presente está desparramado por todas partes, porque en ese nuevo tiempo no habrá pasado ni futuro, ni huella ni cordura, entonces algunos recién comprenderán que en la Tierra, al no aprender a vivir, lucharon en una trinchera equivocada, que se dedicaron a acumular cosas que no pudieron trasladar a su definitiva morada, que se enredaron con ilusiones y se crucificaron a la infelicidad, siguiendo los consejos de quienes, en su ceguera, solo sabían obedecer o mandar. Tranquilo, si estás leyendo esta carta, aun estás a tiempo. Podrías comenzar declarándote feliz y, a continuación, con la urgencia existencial requerida, aprender a vivir y desde ese puerto conducir el barco de tu vida, por la vastedad de un océano lleno de enseñanzas, pero reservado a quienes decidieron despertar su alma y embriagarse de vida. Esto requiere un plan. Te comparto en la carta próxima mi manera de planificar mi vida. 
Hasta la próxima.
Chamalú
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta-17



 CARTA-17
Amanece. Muchos aún duermen. Recuerdo a mi padre subiendo las escaleras, lo veo marchándose, solo le miro, la mayoría se va antes de la vejez. Un día en África, sentí intensa indignación por tanta injustica; la recuerdo a ella, piel morena, ojos felinos, fragancia de juventud y ninguna esperanza. 
Recuerdo esa terraza en Hong Kong, ella esperaba a alguien mientras yo observaba la ciudad desde aquella elevada azotea. 
Se integró al paisaje, mi soledad estaba distraída con su presencia, hasta que llego él; creo que se amaban, mi soledad de inmediato miró en otra dirección; saqué un pañuelo, no, no estaba llorando, solo que mi nostalgia se había acostado en el suelo. El edificio de al lado está vacío, como el vecino que cada tarde, a la hora vespertina, saca de paseo a su depresión, camuflada en un perrito atado a su mano. 
Acabo de encontrar una foto de mi cumpleaños veintinueve, cuando alguien me dio como regalo un viaje en barco a Marruecos. Eran tiempos en los cuales merodeaba por Europa, inventariando individualismos y presenciando maratones de egoísmo. Una noche, casi veinte personas sucesivamente me negaron hospedaje. Eran ecologistas, y algunos eran diputados verdes. Entonces comprendí que la ecología que no es vivencial es solo estrategia falaz. Esa noche tuve que dormir en un parque vecino, donde estaba permitido dormir, siempre y cuando lo hicieras sentado. Mi barba renueva su color, que comenzó a cambiar hace un par de años, y cree que no me doy cuenta, que sigo siendo el mismo. Busco un chocolate, me acerco a la ventana, me siento libre, no soportaría una vida sin libertad, pienso. He viajado por todo el mundo, conozco bosques de ceguera y montañas de soberbia, océanos de indiferencia y centros comerciales donde se vende absolutamente todo lo que no necesitamos. Soy libre. «¿Para qué ser libre?», me pregunté con frecuencia. Para empaparme de vida, para ser yo mismo, pero en mi mejor versión; para tejer mis días con los hilos de la esperanza, para espiritualizar lo mundano y elevar a categoría de sagrado mi cuerpo y sus instantes. Soy libre para correr hacia mi horizonte predilecto, purgado de adicciones y dependencias, fluyendo como el agua, subiendo como el humo, llenándome de luz como la luna, orillando la plenitud como el ferviente aprendiz. No prometo nada, solo vivir con pasión y desapego, quizá la libertad sea mi apego secreto. He conocido personas que buscan ser libres, pero no saben para qué; jóvenes que en nombre de la libertad se llenan de cadenas, mujeres que confunden vida con celda confortable, en nombre de la institución matrimonial; he presenciado a las nuevas generaciones, cayendo en manos de las adicciones, frecuentando bares donde ponen en remojo sus neuronas, adolescentes que ya saben cómo hacerse daño, niños que aprendieron a aburrirse. La libertad es el terreno donde crece el árbol de la autenticidad, es la posibilidad de ser tú mismo, desde ese trabajo interior que solo tú podrás realizar. ¿Eres libre? ¿Te sientes libre? Conozco gente atrapada incluso en lo que ama. La libertad comienza con ese trabajo interior, que no es otra cosa que conocerse, y ello ocurre cuando comienzas a observarte. 
Al conocerte podrás darte cuenta de lo que precisas cambiar y de aquello que puede actuar como tu fortaleza. Recuerda entronizar a tu conciencia como la máxima autoridad, de esa manera podrás resistir con facilidad los embates del entorno, siempre entrometido. Todos tenemos algún familiar que quiere que hagamos lo que hizo, lo que no hizo; todos conocemos gente dispuesta a aconsejarnos sin escucharnos, sin conocernos, sin darse cuenta que cada uno es una historia única e irrepetible. 
En verdad es mi libertad la que quiere hablar con la tuya, decirle, por ejemplo: «Haz lo que sientas que tienes que hacer; si aprendiste a amar, esa es la mejor garantía». Si tienes un plan de vida, con objetivos claros y maneras cuidadosamente elegidas, adelante, recuerda que la gente libre es aquella que decide tomar las riendas de su vida, porque la libertad tiene como apellido responsabilidad. Si estás dispuesto a ser libre, deberás crecer con todo lo que te pasa, esto es, estar preparado para todo, en un contexto de coherencia creciente. Entrégate a todo lo que te toque hacer, apasiónate desapegadamente, sin perder de vista las creencias que influyen en tu vida, sin descartar modificarlas si en algún momento ellas se convierten en una interferencia. 
Aquello en lo que crees, puedes cambiarlo siempre que sea necesario; son los objetivos los que deben ser mantenidos hasta lograrse y, a veces, descartarse, y los principios, como cimientos de una vida digna, rara vez deben modificarse. 
En la vida, constantemente estarás en situación de quedar enganchado a algo o a alguien. Permanece atento, siempre dispuesto a soltar cadenas, dependencias; sentirse libre le da un sabor increíble a la vida. Autorregula tu libertad, llévala hasta niveles de soberanía existencial, recuerda que se puede aprender a usar cada vez con más excelencia, que puedes aprender a vivir cada vez mejor y llegar al punto máximo de intensidad existencial, contexto en el que puedes direccionar tu energía con creciente lucidez y ponerla al servicio de tu crecimiento, mientras disfrutas de la vida y sus sorpresas. Necesitarás desafíos grandes para volar cada vez más alto, adversidades para hacerte fuerte, enfrentar problemas para desarrollar tus capacidades y ejercer tu poder. Cuando te encuentres en situaciones difíciles, identifica la emoción predominante en cada situación, al punto de elegir cómo quieres manejarte en cada caso. No te propongo ninguna forma de represión, solo conciencia, darte cuenta, respirar profundo, reciclar emociones inadecuadas o canalizarlas adecuadamente. Eso es trabajo interior, ser soberano y gobernante de lo que sientes, usando en cada situación la emoción precisa. 
La gente libre hace lo que ama y, cuando es necesario hacer algo diferente, aprende a amar lo que le toca hacer. De esta manera, aprende a ser cada vez más libre, más auténtico, más tú mismo, pintando de colores el viaje de la vida, donde vivir es elegir y ello debería incluir la elección de amistades inteligentes y libres como tú. Recuerda, la gente libre se da tiempo para sí misma, pero a veces olvídate del tiempo y limítate a hacer lo que estás haciendo, convertido en lo que haces. Date tiempo para estar con los que amas, camina con la mente abierta a casi todo, abraza si así lo sientes, acaricia, expresa lo que transporta tu corazón; explora sin temor, la vida es una maravillosa aventura reservada para libres; apodérate de tu vida sin olvidar que el hombre libre es aquel que es dueño de sí mismo. Recuerda también que solo quien es feliz y vibra desde el amor es libre de verdad. ¿Sabías que el tiempo libre requiere gente libre? ¿Que el tiempo libre requiere una buena preparación para saber usarlo adecuadamente? ¿Que el tan buscado tiempo libre se ha convertido en un tiempo de autodestrucción? Vivimos en una sociedad llena de necesidades innecesarias y simultáneamente con necesidades insatisfechas, atenazada por el miedo al qué dirán, al fracaso y al rechazo; sometida a la resignación, porque la información reemplazó a la sabiduría, el confort a la felicidad, el trabajo a la misión. La gente de este tiempo vive anestesiada por la creciente oferta de distracciones, en un contexto donde lo recreativo ha pasado a llenar el vacío del sinsentido. 
En una situación como esta, te pido conservar tu libertad, es decir, asume la responsabilidad de vivir bien. Ignora el desorden llamado infelicidad, es un mal ejemplo que no precisas seguir; escucha el silencio más que los consejos de quienes nunca aprendieron a vivir; la voz de tu conciencia, una vez apagadas las otras voces, será un asesor valioso. Sucede que para desplegarse, la libertad precisa de la responsabilidad que proviene del crecimiento, el cual emana del trabajo interior. 
La libertad se dispersa poderosamente cuando está adecuadamente mezclada con felicidad y amor; su espuma es duradera cuando el fuego del conocimiento la mantiene viva. 
La libertad sabe dar la bienvenida a las sorpresas y siempre dispone de un plan B, entonces, casi nunca pierde su centro, ella sabe el poder que posee cuando está en la actitud adecuada, de la manera precisa, haciendo lo que tiene que hacer. 
La libertad se impulsa con el combustible del conocimiento. Cabalga tranquila, sabe cuál es su Norte, por ello avanza indetenible sin distraerse con el simplismo ni perder tiempo en lo que no tiene sentido. La libertad usa riguroso traje transparente, no tiene nada que ocultar, tiene la forma de la circunstancia en la que se encuentra, palpita con la intensidad de quien sabe que por sus venas circula la plenitud y que sus huellas irradian una música parecida a la felicidad. Vivir con libertad se convierte en una de las actividades más placenteras; es tener permiso para producir milagros, es horadar el tiempo y encontrar en lo profundo de cada instante la eternidad, es acceder a la médula de la vida y germinar semillas de plenitud. 
Las entrañas de la libertad son luminosas, sus alas saben de imposibles y están preñadas de otras realidades, su mirada se alimenta de luz y transporta múltiples sueños, solo interrumpidos por rituales donde se maneja la energía, colocándola al servicio de la evolución. Ser libre es la mejor manera de iluminar el camino del amor, la mejor semilla para cultivar, en el terreno de la felicidad, la más hermosa invitación a ser tú mismo y, desde ti, a desplegar tus alas y disolverte en el orden cósmico, la casa grande donde nos esperan. Te invito a ser libre definitivamente y también a compartir conmigo un diálogo sobre el tiempo, el presente y la muerte, en la próxima carta. Te confieso que el próximo secreto alude a mi reflexión predilecta, y será una alegría compartirla contigo.
Chamalú.
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LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta 16




CARTA-16
Una ráfaga de luz ingresó por encima de la cortina, lo primero que moví fue mi brazo derecho, miré la hora, respiré profundo, «me están regalando un nuevo día», me dije a mí mismo y, sin emitir sonido alguno, casi sin parpadear, me senté mirando al Este, hacia donde nace el sol, y comencé a hablar. GRACIAS, Chej Pacha, Intij Inti, Guenechen, gran espíritu, energía cósmica suprema. Admito que no comprendo todo lo que sucede en la Tierra, en la vida. Incluso después de haber viajado mucho, adentro y afuera, en verdad no sé lo que sucede, solo contemplo un desfile de milagros, una secuencia de acontecimientos mágicos; observo el cielo, contemplo una gota de sangre al microscopio, el paisaje estelar se repite; intenté comprender el misterio de la vida, admito que fui incapaz de comprender lo que veía, lo que presentía. Recuerdo haber visto extraños detalles mágicos, escalones a puertas que conducen a otras realidades, imágenes periféricas que parecen instalarse multidimensionalmente, seres que te hablan de cosas que son ciertas pero no en esta realidad. Contemplo los instantes de que dispongo, son burbujas que estallan al marcharse, constato que estoy vivo, quiero agradecer este detalle cósmico y tú conmigo, si quieres, sumarte a este ceremonial agradecimiento, estar vivos es lo mejor que nos podía haber ocurrido. Mi voz se entrecorta, mi respiración da paso a un jadeo, mi pulso acelera su paso, el instante en que habito este momento es cóncavo y sin salida. Entrelazo mis dedos, levanto la mirada; sucede que la palabra desnuda, entumecida por el silencio impuesto, pulveriza el caparazón racional y, sacudiendo los prejuicios, comienza a modelar el sonido, agradeciendo por el regalo de la vida. 
Gracias por el día recibido hoy entre sábanas y, de techo, el amanecer. Gracias, Chej Pacha, por permitirme tocar el paraíso con mis pies, por llenarme la boca de palabras amorosas, por despertarme de mi ceguera de ignorancia y facilitarme una crisis que yo mismo fabriqué. Gracias por los cinco sentidos que en realidad son veinte ventanas para mirar a otras realidades, gracias por la muerte, que es el amanecer al gran día, por la pesada rama de las adversidades, en este árbol de la vida que incluye todo, con ella aprendí a hacerme fuerte. Gracias por el vaivén de átomos que refresca mi desapego, por adherirme al silencio, ese lenguaje con el que se comunican los invisibles; gracias por el umbral sagrado, donde recordé de dónde vengo y hacia dónde voy. El polvo de las estrellas también forma parte de mi genealogía cósmica, es la forma más poderosa de reinstalarnos en la vida. 
Gracias por esta maravillosa oportunidad. 
Quiero agradecer también por la lluvia que purifica mi mirada, por el humo ceremonial que transporta mis oraciones, por la hermética oscuridad que preserva el conocimiento, reservándolo para el corazón humilde y el aprendiz reverente; gracias por este flujo llamado vida, por las múltiples oportunidades de descubrir la magia de la vida, por el canto de los pájaros que traen mensajes de otras realidades, por mis manos, que puedo convertir en caricias, elevadas a categoría de terapia. 
He jugado con los instantes, que son luminosos cuando los saboreamos intensamente, y opacos cuando permitimos que se marchiten sin aprendizaje ni placer. Gracias porque la vida se esconde en la yema de cada momento, la luciérnaga que contrarresta la oscuridad. Gracias por la posibilidad de germinar esperanzas y cultivar sueños que producen arcoíris; gracias por permitirme rozar la plenitud y rendir culto al éxtasis y por la posibilidad de disponer de instantes crujientes. 
Gracias por el vecindario de múltiples constelaciones, por el sabor del saber y por la colección de días que desfilan por mí cada año. Quiero que mi fugacidad repercuta en la eternidad y que la inmensidad envuelva mis instantes, que cada pliegue de mi alma recoja el aroma de la vida plena. Gracias por permitirme sentir que estoy vivo, que soy parte de algo más grande; por la posibilidad de constatar que todo es uno y todo está vivo; gracias por el fuego, por su calor y sus mensajes, por las lágrimas que no interrumpen mi felicidad; gracias por los ojos que me permiten beber los colores y por los oídos que convierten los estímulos sonoros en música; gracias por la vida que circula por mis venas, por el universo que se esconde en mis células, por los átomos de otros tiempos y las galaxias que pueblan mis cuerpos energéticos.
Quiero agradecer también por las lágrimas que eventualmente humedecen mis mejillas, sin interrumpir la felicidad que me habita; gracias por la posibilidad de convertir en sueño la pesadilla, lo inferior en superior, por la oportunidad evolucionaria, por el laboratorio de alquimia llamado vida al que fui convocado. Germinaré mi espíritu y sublimaré todo lo que sea necesario, entrelazaré mis ajayus con el Chej Pacha, seré fiel a la plenitud, hablaré el idioma del silencio y traduciré el brillo de la sabiduría ancestral, para que el buscador atento aprenda a aclimatar a este tiempo las joyas que usaron nuestros antepasados. Gracias por permitirme cabalgar en el tiempo, esa danza de átomos que ocurre en mi espacio personal; por las estrellas que me recuerdan la importancia de vestirse de luz cuando llega la oscuridad; gracias por el arte, que me invita a convertir mi vida en una galería artística, donde solo se coleccionan buenos recuerdos, y gracias por los párpados, que desaparecen los colores para entregarme a continuación las alas y con ellas volar al descanso. Gracias por el círculo y las formas sagradas, por los templos donde se concentra la energía; gracias por este viaje multidimensional llamado vida, un camino lleno de agujeros pero también de oportunidades. Gracias por los árboles y su presencia protectora, por los ríos y su invitación a fluir, gracias por la posibilidad de soñar y, en especial, por darnos la capacidad de encarnar las mejores utopías, por permitirnos derribar muros y alcanzar imposibles. 
Cada año es una cronología de tiempo encuadernado en forma de días; el tiempo es el país donde reina la fugacidad. 
Quien no reacciona oportunamente y organiza sus instantes, corre el riesgo de haber visitado la Tierra en vano. 
Gracias por el ritual cotidiano del amanecer, con que envuelves el regalo de cada día y por la transparencia de la humildad, pasaporte donde nos colocan el sello de la reverencia, requisito para acceder a los secretos iniciáticos; gracias por las nubes que nos hablan de la dinámica existencial, nos recuerdan que todo está en movimiento, gracias por dejarme vivir en plena orilla de la eternidad, donde poca gente levanta su campamento. 
Gracias por mis brazos, que en cualquier momento se convierten en abrazos; gracias por la paciente vigilia de los guardianes, respetuosos testigos de nuestros mejores errores; gracias por estrenar un nuevo sol cada mañana, por dotarnos de visión para comprender la misión, por la soledad y la compañía, ambas de cinco estrellas, por el bosque, donde lo invisible siempre es frondoso y el clima energizador. 
Gracias por el horizonte, repostería cromática a la hora vespertina y por la capacidad de sentir el placer que sienten nuestros cuerpos, para recordarnos que el placer es la antesala al éxtasis, la alfombra de la plenitud, el salvoconducto a la unicidad, territorio liberado desde donde podemos comprender el origen y propósito de la vida. Gracias por la maravillosa tecnología con que fue fabricado nuestro cuerpo, por el océano multicolor y enigmático de la mente, por la posibilidad de acceder a otros tiempos cuando nos preparamos y por la sabiduría ancestral, la ciencia de los abuelos, desde la cual nos dejaron huellas de magia, para recordarnos que la vida es mucho más de lo imaginado. Quiero agradecer también por la diversidad biológica que posibilita una sedosa biósfera, donde todos ayudan a todos, generando un microclima que se torna fosforescente con la felicidad. Aquí no hay mejor dispositivo que el corazón lleno de amor y la actitud sedienta de crecimiento. 
Gracias por la mirada de los niños que aún contemplan otras realidades, por la meditación que nos purifica, por la danza que nos libera y el canto que nos cura. 
Gracias, incluso por las adversidades que nos hicieron fuertes, por la incomprensión que al comprenderla nos hace flexibles, por la envidia que nos recuerda que estamos mejor y por todas las difamaciones que nos hacen imperturbables. De manera personal quiero agradecerte porque no me privaste de nada. 
No sé si fuiste tú o una parte mía. Unas veces se desbandaron mis ideas y en otras el silencio se convirtió en chasquidos. 
Gracias por la embriaguez mística y por las brumas de eventual confusión que experimenté cuando, joven e impulsivo, quería cambiar el mundo a mi manera, y por ese desgarre de la eternidad, a mis quince años sufrí y atravesé un oscuro túnel. Gracias por los glaciares y las cataratas, por las selvas y las montañas, por los acantilados y los cañones, por las playas y los desiertos, por las palabras y las visiones, por las noches de insomnio creador y la aridez de las fronteras; gracias por la espiritualidad mundana que eleva a categoría de exótico mi presente. Admito mi locura, no tengo excusas. 
He cercenado la mediocridad, he truncado la estupidez, he maniatado a mis temores, he incinerado a la frivolidad para convertir en sagradas las burbujas de mis instantes. 
No es ficción, es expiración de lo convencional, es rediseñar el destino sugerido y transitar desnudo el sendero de la «descivilización». Es dejar en libertad mi libertad, proponiendo al amor como garante, a la felicidad como contexto y a la paz como vestuario. Y, finalmente, gracias por la poesía, que en forma de flores, atardeceres o miradas de ancianos ausentes acompañaron mi caminata. Es probable que el sueño persista cuando la penumbra de la ausencia descienda, cuando mi palabra se extinga y las formas se disipen, entonces, en la arena del olvido, ahí, en la orilla del último crepúsculo, escribiré una vez más: GRACIAS…
Chamalú
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