sábado, 18 de junio de 2016

EL MAESTRO Y LA ROSA

 

Cuando hablamos de la voluntad Divina, Dios, El Eterno...
¿A qué nos referimos?,
¿A que hagamos la voluntad de otro, sea quien sea él?.
Se llame maestro, sacerdote, lama, chaman... o...

Él, si de verdad lo es,
te ayuda a que descubras la fuerza que hay en ti.
No a que vayas tras la suya.
Él te ama,
te da la mano cuando
la necesitas sin que tú lo sepas
y te suelta y deja
que te fortalezcas en cada acto cotidiano.

Nunca te humilla,
al contrario,
es bondadoso y comprensivo
con tus errores.
Tus defectos sabe que no lo son,
son sólo huellas en el camino,
por lo tanto nunca los utilizaría contra ti.

Ama a los demás y te enseña
que ellas y ellos son tu familia.
Nunca utiliza el conocimiento que de los demás tiene
para su propio bien,
al contrario,
lo transforma en sabiduría
para ayudarl@s a salir de la oscuridad.

Nunca de su boca sale una palabra de rechazo,
rencor, odio
hacia nadie ni nada que habite este mundo.
Está lleno de amor hacia todos los seres.
Ve mucho más allá de las apariencias.
Entra en los rincones más profundos de tu alma
y SABE
lo difícil que es para ti superar este reto;
de tu confusión;
debilidad.

Mas también
CONOCE
la VOLUNTAD
que crece en TI,
como el tallo de una rosa.
Sus espinas
no son para que tú te hagas daño,
sino para que no te lo hagan los demás.

Él vela cada instante de tu vida.
¿No ves que tras cada aparente derrota
te ayuda a que veas la salida,
te levantes y con todas tus fuerzas,
las tuyas no las de ningún otro,
camines con la mirada al frente,
alegre,
sabiendo que tú y sólo tú lo has conseguido?.

No eres débil, eres fuerte.
No te infravalores, te amas.
Y estás en el sendero,
no lo dudes.
Eres una hermosa flor,
éste es tu destino inmediato.
HOY.
AHORA.

Expande tu perfume
como lo hace el verdadero maestro...
que tú eres.
Su voluntad y la tuya son una sola.
BLOG: ESCRITO EN EL VIENTO

UNA VOZ EN EL SILENCIO


Os preguntaréis por qué permanezco en silencio.
Bien, os diré que vuestras voces impiden que seáis capaces de escuchar por un segundo lo que unos a otros queréis transmitiros.
No podéis dejar un solo instante de vacío entre una palabra y otra.
Balbuceáis como pretenciosos estudiantes queriendo imponer con voces acaloradas vuestras ideas.
Gritáis porque sois incapaces de convencer.
Algunos, incluso estalláis con ira hacia vuestros contertulios.
Pretendéis tener la razón, pues vuestra posición es la más privilegiada ya que miráis al otro por encima del hombro. ¿Dónde se encuentra vuestra cordura?
 
¿Os seguís preguntando por qué permanezco en silencio? Espero que os quedéis sin fuerzas; que vuestras gargantas estén rotas; que vuestra mente ya no os proporcione ni una sola idea más. Pero aun así seguís inmersos en una discusión sin fin…
 
Unos lleváis un título bajo el brazo otorgado por una prestigiosa universidad, otros lleváis impresas a fuego las palabras que vuestros ancestros os inculcaron, algunos más usáis la razón de la fuerza, pero todos sois incapaces de aquietar vuestro ego.
Os puede, os puede el ego porque estáis programados para ganar; la derrota no está en vuestras opciones, y sin embargo, es la que os llevará al mayor descubrimiento que seáis capaces de sentir, experimentar, vivir.
La derrota os convierte en seres humanos; deja vacías vuestras alforjas y os permite caminar ligeros; digo más: os permite emprender el primer vuelo de vuestra alma consciente.
Podréis contemplar desde cierta altura la mezquindad a la que habíais llegado, consecuencia de vuestra ceguera, vuestra soberbia, y encontrar la salida.
 
¿Queréis seguir teniendo razón? ¡Adelante! Seguid inmersos en un mar de argumentos. Buscad reglas que os permitan legitimar por encima de otros vuestra posición. Embaucad a cuantos queráis, seguro que os mostraréis sonrientes, lanzando al viento cuantas palabras quieran escuchar y que vuestros corazones se han negado a adivinar.
 
¿Os seguís preguntando por qué permanezco en silencio? Porque espero pacientemente vuestro silencio. Quiero escuchar el latido de vuestros corazones como tambores que abandonaron toda posibilidad de ser banda sonora de una muy antigua guerra.
Quiero escucharlos al unísono. Algunos ya mostráis una melodía agradable.
Una melodía que se expande en la noche y que, como un susurro, penetra en todos y cada uno de vuestros corazones, esperando que la luz acaricie vuestros párpados señalando que ha llegado el alba.
No es mañana, es ahora. ¡Ahora!
 
¿Todavía os preguntáis por qué permanezco en silencio? Porque tú aún no has llegado al fondo de ti mismo. Sigues dando vueltas como una noria, evitándote, huyendo.
Mas vayas donde vayas contigo vas. ¡Ah! ¿Eres incapaz de perdonarte, de perdonar a otros? Hacerlo no te convierte en un ser débil, manipulable. Al contrario…, ¡es lo que te convierte en Humano! Y, por fin, libre.
 
¿No sabes hacia dónde dirigir tus pasos? ¿No confías en nadie? Cree en ti, es todo cuanto necesitas.
No eres un proyecto, eres una realidad que toma forma, plena consciencia que sabe, porque siente en su pecho el calor del Sol que sólo desea expandirse, compartir..., amar. Ser, sin artificios, dogmas, barreras, limitaciones...
 
Recuerda, puedes volar. Es un salto al vacío que es plenitud. Un vuelo al espacio infinito.
El abandono del temor que da lugar al gozo y al amor.
No estás aquí por casualidad, lo decidiste tú.
No es la más alta cumbre lo que has de alcanzar, sino la mano tendida en tu caminar. Estás aquí para recordar quién eres.
Atrás quedaron los momentos tristes, la incertidumbre, el dolor. Sonríe, sonríe, no dejes de sonreír.
 
Olvidé presentarme. ¿Quién soy?... Nadie. Por ello permanezco en silencio. ¿Cuánto tiempo? Depende de ti.
 
 
http://escrito-en-el-viento.blogspot.com.es/

viernes, 17 de junio de 2016

Francesco Una vida entre el cielo y la Tierra


CAPITULO-10
La religión.
Todos los ruegos llegan a un mismo Dios. 
Todos los deseos llegan al mismo cielo.
La mención de la palabra "fe" provocó en Francesco una inquietud, y entonces, preguntó: Dime, ahora que estoy en el Cielo, ¿cuál es la verdadera religión? 
Te contaré la historia de los anillos. 
Había un hombre poderoso y rico que tenía entre sus más preciosas joyas, un anillo muy valioso y bellísimo; y, queriendo honrar su valor y su belleza, lo quiso dejar para sus descendientes. Ordenó que aquel de sus hijos que, después de su muerte, lo mereciera, lo tendría en su poder. Sería el hijo más bueno y más noble; como consecuencia, a ese hijo tendrían que tenerle sus hermanos el mayor de los respetos. 
El anillo fue heredándose de generación en generación. Hasta que llegó a manos de un gran hombre, quién tenía tres hijos igualmente maravillosos.
Los hijos, conocedores del anillo, deseaban, cada uno ser mejor que los otros para que les tocara el anillo cuando su padre falleciera. 
El padre, preocupado por no poder elegir entre sus hijos, que eran todos bondadosos, en el más profundo de los secretos mandó hacer dos anillos iguales al original, de manera que ni siquiera él pudiera darse cuenta de cuál era el original. 
A punto de morir, en secreto, el padre le dio a cada uno su anillo. 
Éstos, después de la muerte de su padre, tras obtener la herencia y el honor, y negándoselo a los otros, en testimonio de su derecho, sacaron sus anillos; los hallaron tan parecidos entre sí, que nunca pudieron saber cuál era el original. Entonces quedó todo en suspenso; aún está en suspenso. Cada religión tiene su herencia y su verdadera ley, cuyo mandamiento se cree obligada a cumplir; la verdadera religión es la que transmite la fe, que es lo que alimenta el corazón, lo que emociona, lo que llena de plenitud, lo que da fuerzas, pase lo que pase. Esa fe es tuya y nadie te puede convencer para que la tengas. Si estás vacío por dentro, nada ni nadie puede llenar ese vacío. Si tú no permites que entre la fe, nadie lo hará por ti. Para vivir, todos necesitan tener una cuota de fe sin fe; no hay felicidad duradera. La fe crea confianza, da paz mental y libera la mente de las dudas y de las preocupaciones, de los miedos, la angustia y la ansiedad. 
Pero es muy común que uno, después de tener fe, la pierda ante el primer obstáculo que aparece en el camino. 
Si es fe con todas las letras, no la puedes perder nunca; pase lo que pase, tu fe te estará sosteniendo. 
Tú no debes atribuirle toda la responsabilidad a tu dios; también debes tener confianza en ti mismo, justamente porque eres una partecita de ese Dios. 
Y volviendo a lo que significa practicar la verdadera religión... es ls que difunde y practica el amor, la solidaridad y la caridad hacia el prójimo. 
Cada una de las religiones que tienen estas características pertenece a una cara de un gran diamante; entre todas forman el diamante completo y entre todas completan la verdad absoluta. 
Cada religión tiene una parte de verdad y un mismo Dios, aunque tenga nombres diferentes. Siempre hay un Dios que ama a las personas sin distinciones. 
Y ese Dios les dio virtudes para llegar a Él. 
Una de esas virtudes es tener la posibilidad de elevar el alma a través de la oración, pero no se trata de repetir oraciones o palabra por palabra, sin siquiera pensar lo que se está diciendo. 
La única oración que llega es la que se hace elevando el pensamiento y el alma. 
Habla con tu dios como si fuera tu amigo, un padre o un hermano. 
Si rezas con todos tus sentidos y todos tus sentimientos entonces sentirás que Dios está contigo y que te está escuchando.
Cuando rezas, Dios te escucha; cuando meditas, tú escuchas a Dios.
Lo que no me quedó bien claro es, si yo tuve tanta fe, si recé con todas mis fuerzas, ¿por qué no me salvé? 
Tú te acordaste de tener fe cuando ya estabas enfermo y no es que Dios no pudo escuchar tu pedido. Él sabía por qué motivo especial te quiso aquí. También lo que te enfermó fue tu propia falta de fe y de confianza, y los miedos que no superaste te ayudaron bastante a llegar aquí. Cuando pedías curarte, lo hacías más por temor a lo que vendría después de la muerte, que por un verdadero deseo que te impulsara a seguir viviendo. ¿Tú crees que soy de los que desperdiciaron esa vida?
Yo creo que la has desperdiciado por etapas. Cuéntame en qué te considerabas bueno. Cuando era chico, me gustaba la música. Trabajé y trabajé hasta que me pude comprar mi primer instrumento; luego aprendí a ejecutar mis melodías preferidas, y fue pasando el tiempo hasta que lo hice cada vez mejor. 
A pesar de que era muy feliz con mi querido saxo, no creía que podría llegar a ser famoso. En el fondo, tenía miedo de tener compromisos y de no poder cumplirlos. 
Me fui limitando tanto que terminé dejando el saxo en un armario, y fue otra cosa más que jugó en mi contra. 
Para mí la música era un bálsamo, mi cable a la tierra. Pero había algo que me molestaba y era que mi familia no reconocía mi talento para la música, y yo necesitaba mucho el reconocimiento de ellos; en cambio tenía la admiración y la aceptación de gente más ajena a mí. 
Bueno, eso es muy común. 
Muchas veces, en su casa, uno deja escapar la peor parte de su personalidad; después de todo, uno no tiene que hacer cumplidos, ni sonreír si no tiene ganas.
Para los que viven contigo, es natural todo lo que haces y, por más que acepten y valoren tus virtudes, es probable que no te lo hagan saber. Acepta que el que tiene que reconocerse y valorarse eres tú mismo. 
Uno transmite al otro lo que cree que es. 
Si crees ser un sol, lo iluminarás con tus rayos. Si crees que eres tormenta, el otro verá los nubarrones y no se te acercará. 
Tú eres un ser especial. 
Nadie puede ver como eres realmente, porque no te conocen de verdad. Tu eres valioso porque eres parte de Dios y debes ser el primero en reconocer cómo eres y el primero en tenerte y en amarte.
Yohana Garcia.
http://lasalmaseternas.blogspot.com.es/

Francesco Una vida entre el cielo y la Tierra


CAPITULO-9

Livianos de equipaje.
Andamos por la vida cargando el peso de nuestros propios conflictos. 
Si encontráramos  la forma de liberarnos de ciertos sentimientos negativos, podríamos hacerlo con la misma facilidad con la que nos desprendemos de algo que no usamos.
Todos los días venía un maestro diferente a hablar con Francesco. 
Se había hecho amigo de uno que se llamaba Pedro, encargado de tener las llaves del Cielo. Una mañana, cuando Francesco cuidaba su jardín, fue Pedro a visitarlo. 
Francesco estaba muy alegre porque ese día su jardín se había llenado de rosas. 
¡Veo que tienes una buena familia! -exclamó Pedro. ¡Hola! ¡Me asustaste! Tú te acercas siempre tan silenciosamente que pareces un fantasma. 
Y tú también te mueves sin hacer ruidos, ya aprendiste a volar sin chocar con tus alas. Aprender a volar fue una linda experiencia y, ahora que estoy seguro, hasta juego en el aire. Me siento tan liviano y tan feliz, que no volvería allá abajo. Creo que, cuando uno está vivo, el cuerpo es un gran peso; todo lo que uno hace resulta incómodo y pesado. 
Oh, no, no te confundas, no era el cuerpo lo que te pesaba, era el equipaje. ¿Qué equipaje? 
El equipaje que llevabas sobre tus hombros.¿Me puedes aclarar de qué estás hablando? Todos los humanos, a medida que van creciendo, van cargando con sus propios equipajes. Ustedes, las personas, lo llaman cruz, ¿es así? Sí, es así, ¿y cómo es que cargamos un equipaje y no tomamos conciencia de que nos hace mal? 
Algunas personas se levantan por la mañana y, antes de comenzar el día, cargan en su propia maleta sus angustias, sus penas, van ubicando en los rincones que están todavía vacíos algunos recuerdos negativos, un poco de culpa, miedo al fracaso y, aunque y a esté bastante pesada, siguen agregando sensaciones a la maleta, estimada y vieja. 
Y, para no perder la costumbre, algunos ponen, en algún espacio libre, las dudas del porvenir, algún temor al presente y unos malos tratos, de esos que cuesta olvidar. 
Y puedo seguir con la lista de enfermedades, depresiones, etcétera, etcétera; la carga es, a veces, infinita. 
Luego, la valija se cierra, se lleva encima y te acompaña durante ¡todo el día. Por supuesto que, por la noche, sientes que su peso te produjo un poco de cansancio; entrando el fin de semana, el peso incrementa, y es mucho peor cuando llega fin de año. ¡Lo peor es que algunas personas no saben aligerar la maleta y, como se llena cada día más, un buen día explota! Y entonces te lastina el cuerpo. 
Quiero decir que te enfermas y, en ese mismo momento, algunas [personas se sienten desconcertadas. 
Nadie entiende que el espíritu fue nandando señales en forma constante, que no soportaba tanta carga, que el equipaje le hacía perder pureza y brillo al alma. 
Creo que tienes razón. ¿Cuál sería la causa por la cual algunas personas ven la vida color de rosa? Esas personas que se rien a carcajadas hasta llorar. ¿Cuál es el secreto que tienen ellas para andar tan ligeras de equipaje? 
Esas personas saben hasta cuánto pueden cargar, saben decir basta, eligen todo el tiempo, viven la vida hasta el fondo. 
Saben pedir perdón sin quedarse con rencor, saben recibir ayuda cuando alguien se las ofrece y saben valorarla, tienen el don de dar con el corazón abierto de par en par. 
Ríen con todas sus ganas, son comprensivas con los que no quieren cambiar, tienen paciencia con sus sueños, aceptan los fracasos como irte de la vida, sin necesidad de anclarse en ellos y recordarlos todo el tiempo. 
Se aman y aman a todos los que los rodean. Son humildes, abiertas a recibir todo lo que les puede ofrecer alivio.
Esas personas viven la vida con todos sus sentidos, ven, escuchan y sienten, desde lo más pequeño hasta lo más grande. 
Francesco, con su mirada muy baja, clavada en la túnica de su maestro, comentó: 
Esas personas son perfectas. 
El maestro, pasando su mano por su luz, queriéndole hacer una caricia, le dijo: 
No son perfectas, son sabias, son perceptivas, no son ni buenas ni malas, simplemente saben vivir. Y te diré que también saben morir. Y un silencio cubrió el lugar. 
¿Cómo se hace para dejar el equipaje a un costado? -preguntó en voz baja Francesco. ¿Dónde se puede dejar el peso de los recuerdos, de las frustraciones, de las tristezas? Empecemos por orden. 
Cuando te refieres a los recuerdos, ¿tú hablas de los negativos o de los positivos? 
Hablo de los negativos. Creo que los otros no pesan... 
Sí que pesan porque, si tienes un buen recuerdo de algún momento pasado, lo quieres revivir y, si no lo puedes hacer, te sientes mal; por eso es importante que cada momento grato lo guardes en el estuche del alma. 
Nada se repite de la misma manera, los momentos son distintos, las personas cambian en cada minuto, cada situación es diferente. Igualmente los positivos pesan mucho menos. Los pensamientos negativos son recurrentes, a veces son situaciones que no estuvieron resueltas totalmente. 
Tu mente quiere que, de algún modo, les encuentres una solución y entonces te aparecen en cualquier momento. 
Y eso te angustia y te deprime: eso es dejar que tu mente entre en la memoria del dolor. 
¿Qué puedes hacer cuando aparecen estas sensaciones dentro de la mente? 
Déjalas que aparezcan. 
No te resistas, siéntate tranquilo y piensa y trata de ver esa escena que te angustia.
Haz de cuenta que estás viendo una película. Pasa la imagen más lentamente o con más rapidez, agrégale colores a la imagen o déjala en blanco y negro. 
Uno es lo que piensa, y la forma en que recuerda los hechos que fueron pasando en su vida determina cómo va a actuar en el futuro. Como el pasado no lo puedes cambiar, la mejor manera de defenderte de los recuerdos con peso es cambiar el modo en que los recuerdas; puedes agregarles colores, olores, sensaciones, y averiguar de qué forma ese recuerdo puede quedar superado o mejorado. Recuerda: si tuviste una vez una experiencia negativa, para qué recordarla. No vale la pena gastar lágrimas nuevas en penas pasadas. 
Y dime, maestro, ¿cómo puedes dejar fuera de la valija las frustraciones, creo se sienten bastante pesadas? 
Mira, la frustración es como una pelota rellena de impulsos, deseos, trabajo, ilusiones, apegos. Cuando estás a punto de dar el puntapié inicial para lanzarla, la pelota se corre de lugar y no la puedes alcanzar. 
Como no has resuelto esa situación, la pelota se queda botando a tu lado, haciendo el ruido característico de cuando la haces chocar contra el suelo. Entonces, te aturde, te molesta y ya no quieres volver a intentarlo; pero tienes que entender que, si algo no se dio, fue por alguna causa desconocida para ti, aunque no le encuentres la razón. Hay que ir liviano por la vida; todas las personas tienen que aprender a volar, aunque crean no tener alas. 
Las alas crecen en el alma, en la mente, en los sentimientos. Para qué llevar equipaje, si es tan lindo ser libre, y que esa libertad sea la que te da la ausencia de malos pensamientos. Recuerda, Francesco, la próxima vez, nada de rencores ni de miedos. El amor, la caridad, la bondad no pesan nada y son buenas compañías en todos los momentos de la vida.
Yohana Garcia. 

Francesco Una vida entre el cielo y la Tierra



CAPITULO-8
Silencio  
Busca tu silencio interior y podrás escuchar a tu alma.
Francesco recorrió el jardín flotando por el aire; ya estaba aprendiendo a volar. 
Fue mirando, asombrado, cada árbol; miró el verde del césped y pensó en las buenas acciones que haría su familia. Ellos eran muy buenos y deseó que su jardín se cubriera rápidamente de rosas. 
Quizá llegaría a ser el más lindo del Cielo, pero había algo que lo incomodaba y no sabía qué. Después de haber recorrido cada rincón de su jardín y haberlo observado todo hasta el mínimo detalle, pudo descubrir que era el único lugar en donde había tanto silencio. 
Un silencio abrumador, que daba miedo y erizaba el alma. 
Ahí no había pájaros, ni coros de ángeles, ni murmullos de otras almas. 
Solamente eran el silencio y él. 
Francesco pensó: "qué incómodo es esto. 
¿Por qué me asusta tanto el silencio? ¿Será que siempre traté de aturdirme, buscando una excusa para no estar conmigo mismo?... 
Eso es, me asusta estar conectado con lo más íntimo de mi ser. 
Será que no aprendí a conocerme y no pude encontrarme. 
Esta soledad me asusta tanto que siento que me ahoga". 
Francesco se sentó con la espalda apoyada en el tronco del árbol más grande e imponente; sintió una corriente que lo invadía y que a la vez le daba fuerzas para enfrentar ese silencio que lo acompañaba. 
El árbol habló con una voz imperiosa y le dijo: Si no aprendes del silencio, no puedes aprender de nada ni de nadie. 
El silencio es sabio, te abre puertas hacia tu interior, y te ilumina el yo superior. 
Va camino hacia tu inconsciente y te enseña a encaminarte en la vida.
El silencio trabaja para que dialoguen todas tus partes internas, para que se logre todo un entendimiento y, cuando todas tus partes internas se unan, lograrás ese poder infinito que el ser supremo te ha entregado. 
No temas estar solo, porque la soledad y el silencio son tus amigos. 
Búscalo dentro de ti cada vez que lo necesites, y él te responderá siempre, te escuchará y nunca se equivocará al darte las respuestas. 
Tú temes al silencio porque no lo has conocido y las veces que se presentó en tu vida lo echaste; él regresaba siempre, pero siempre lo rechazabas. 
Ahora lo tienes aquí enfrente de ti, hazte su amigo. 
Escúchalo y te escuchará; sentirás que se iluminará tu alma, orque él se conectará con tus partes internas por medio de tus sentidos y se hará cómplice de tu yo inconsciente. Francesco, que a esta altura ya no se asombraba de nada, escuchó con atención al árbol parlanchín. 
Pero sí se asombró de que el árbol supiera tanto de su vida, si él no era un ser tan importante en la Tierra como para que estuvieran tan pendientes de él, cuando había tantas personas más importantes en el mundo. 
Él tendría en algún momento la oportunidad de recibir de alguien las respuestas que necesitaba conocer. 
El silencio seguía esperando que Francesco se presentara y ecidiera enfrentarlo. 
Pero Francesco no sabía cómo hacerlo. Entonces, el árbol, que lo estaba observando, volvió a halarle así: 
Francesco, quédate quieto, respira profundamente, cierra tus ojos y deja que el silencio entre dentro de ti. 
Cuando se ínstale, te dará una señal. 
Francesco, muy obedientemente, cerró los ojos y aspiró todo aire en una gran inspiración. 
Se conectó con sus sentimientos y, después de unos segundos, el silencio apareció y se comunicó con su yo superior.
Francesco comprendió que había tenido mucho miedo en su vida, por eso llenaba los espacios hablando todo el tiempo. 
¡Qué poco pude escucharme! ¡Qué poco escuché a los otros! 
Tampoco pude oír el canto de los pájaros, el ruido de la lluvia al caer, el sonido del viento arrastrando las hojas del otoño. 
¿Por qué no puede sentir mi propio silencio, si era tan fácil como respirar? 
Ahora entiendo por qué no te dejé entrar mientras vivía y perdí la oportunidad de encontrarme con mi yo interior. 
Supongo que mi inconsciente también quiso hablarme y no se lo permití; lo debo haber tratado muy mal, porque nunca dejó que recordara, alguna mañana al despertar, ningún sueño. 
Mi esposa, Elena, decía que era negador de la realidad, que me evadía todo el tiempo, y ahora comprendo que tenía razón. 
Ven, silencio, quédate conmigo un poco más. Déjame encontrar ese inconsciente que habitó en mi mente por tantos años y al que yo, más inconsciente que él, no escuché. 
Oh, Dios, ¿qué hice de mi vida? ¿Cómo pude haber sido tan egoísta conmigo mismo?
¡Y ahora vengo a darme cuenta, ahora que ya es tarde! Luego de haberse hablado a sí mismo, apareció en Francesco una voz interior, un poco conocida para él. 
Ahí estaba su inconsciente, que había aparecido en escena, y se presentó diciéndole: 
Ahora te vuelvo a encontrar; yo te conozco más que nadie, compartí toda tu vida y me instalé al lado de tu mente. 
Soy como una habitación oscura llena de recuerdos, proyectos, memorias, sensaciones. Cada acontecimiento que vivió tu alma, desde el nacimiento hasta tu muerte, está guardado muy ordenadamente en esa habitación. 
Cuando utilizas el silencio para encontrarme, haz de cuenta que usas una llave para abrirme y que, con tu curiosidad por saber algo tuyo, iluminas mi habitación de la misma manera como una linterna ilumina la oscuridad. Entonces enfocas lo que tú quieres ver, pero eso no significa que lo demás no esté. 
Iluminarás cada cosa que vengas a buscar, cada sentimiento, o cada recuerdo que necesites recuperar, para utilizarlo en tu propio crecimiento. 
Después de escuchar hablar a su inconsciente, Francesco le preguntó por qué no había aparecido antes, y éste le respondió que él no había encontrado la llave para abrirlo y que lo había tratado muy mal. 
Yo soy susceptible y me gusta que me traten bien, soy una parte bastante independiente y necesito mimos. Francesco se rió, incrédulo. ¿Qué clase de mimos necesitas? 
Si me pides por favor que te muestre algo, te lo mostraré; te podrás acordar de los sueños, podrás interpretarlos y usarlos como otra herramienta más para construir tu futuro. Piensa que, si uno tiene una sola herramienta, por ejemplo un martillo, todos los problemas se le van a transformar en un clavo. 
Cuando yo te muestre algo que tú tanto buscabas, no te olvides dedarme las gracias; el buen trato nos hará buenos amigos. ¡Ah, me olvidaba!, no me trates como si fuera traicionero, porque él inconsciente no te traiciona. 
Lo que te traiciona es tu consciente, porque te hace ponerte en pose para cada ocasión, y hace que te disfraces, según los roles que cumplas con cada persona que encuentres en tu camino. Te hace actuar impulsivamente, poner etiquetas a las personas, te lleva a que te importe más el qué dirán, hace que empieces a conformarte ante los otros, aunque no signifique que esto te haga feliz. 
Yo te pido que te mantengas alerta, que abras tus sentidos, y no te dejes caer en la trampa de demostrar lo que tienes y lo que no tienes. Aprende a decir que no, cuando no quieres hacer algo; aprende a cuidarte, respetando tus tiempos.
Francesco le agradeció a su amigo, el inconsciente; le dijo que estaba muy cansado como para seguir escuchando y que preferiría seguir escuchando el silencio. 
No te olvides de que el silencio y yo vamos siempre de la mano. Yo sé que no siempre soy placentero; de hecho, no todos se hacen amigos de mí. Despreocúpate, yo apareceré siempre y cuando seas tú el que me. venga a buscar. Mientras tanto, me quedaré aquí sólito y esperando hasta la próxima vez que me llames. Francesco suspiró como sacándose un peso de encima; abrió los ojos y se quedó pensativo. Se acordó de que no le había puesto nombre a su jardín. "Hoy no se lo pondré -se dijo-. Lo haré mañana por la mañana".
Yohana Garcia. 

Francesco Una vida entre el cielo y la Tierra


CAPITULO-7
Un regalo de cumpleaños
Cada año que cumplimos es un regalo de Dios.
Pasaron dos días hasta que Francesco logró encontrar a Ezequiel. 
Estaba rodeado por espíritus niños que jugaban a su alrededor y no quiso interrumpir la escena, pero Ezequiel lo vio y lo llamó. Francesco fue deslizándose por ese aire tan especial que inundaba de energía y paz su alma. Después de enseñar a los niños que parecían ángeles gorditos (algunos eran negros y otros blancos), los chicos los llevaron por túneles de cristal y puentes de algodones. 
El más grandecito le preguntó: 
¿Sabes, Francesco, qué día es hoy en la Tierra? No.
Es 29 de abril. ¿Eso te dice algo? 
Sí, hoy cumpliría cincuenta y seis años. Mientras pensaba, se fue entristeciendo.
¿Qué hubieras hecho, si estuvieras vivo y sano, cumpliendo tus cincuenta y seis años? 
Estaría de mal humor; nunca me gustó cumplir años. Me deprimía, no quería envejecer. 
Era tal mi mal humor que no quería ver a nadie; hasta me molestaban los saludos telefónicos. 
Por supuesto que esto afectaba a toda mi familia, que no sabía que hacer ni cómo actuar: si festejar mi cumpleaños o dejarlo pasar como si fuera un día más. 
¿Y qué crees que estarán haciendo hoy? Supongo que recordando. 
Si quieres, te cuento. Sí, por favor, lo necesito. 
A medida que se despertaron, se acordaron de que hoy es tu cumpleaños. 
En este momento son las diez. 
Están desayunando, sentados junto a la mesa del comedor de diario; mientras se reparten las tostadas, están comentando que, si estuvieras vivo, estarías protestando por la nueva edad que se te venía encima. 
Están tristes, la casa está fría y oscura. 
Tu hija mayor rompe el diálogo y dice que no irá a llevarte flores al cementerio, porque no cree que estés allí. 
Florencia dice que estás dentro de su corazón y que, cuando quiera hablarte o sentirte, no tiene más que acordarse de ti o mirar la foto que tiene en su mesita de noche, esa que te gustaba tanto. 
Ésa es mi hija Florencia: es inteligente, buena y perceptiva. ¡Si supieras cuánto la quiero!... 
Sé que la quieres. Si esto te afecta, no te cuento más. 
Sigue, quiero saber qué sienten los demás.
Tu hijo no emite palabra, un nudo en la garganta no le permite tomar su café. 
Escuchó a su madre decir que hará una misa en la capilla del pueblo para que tu alma descanse en paz. Christian, con un tono muy bajo, comenta: "Si hubiera un Dios verdadero, papá se habría salvado; haz lo que quieras, mamá. Yo no iré". 
Creo que Chrístian es más sensible de lo que demuestra y le va costar superar este duro trance. Éramos muy compinches; él recién empezaba a independizarse. 
Pronto cumpliría dieciséis años; ojalá encuentre un amor que lo pueda ayudar a sacar fuerzas para salir adelante... 
Sigue contándome, prometo no volver a interrumpirte. 
Tu esposa te llevará flores al cementerio y, después de llorar sin consuelo, volverá a tu casa, se tirará en la cama con toda la soledad encima. Ella también te echa de menos. De pronto, un ángel interrumpió al ángel gordito, haciendo un ruido especial con sus alas plumosas y, con una voz bastante divertida, anunció que había interrumpido la charla con el objetivo de hacerles cambiar de tema para que no estuvieran tristes: 
Tratemos de que Francesco la pase bien. Cuando uno cumple años, empieza un nuevo ciclo: entonces, hay que agradecer y saber 
Yo soy el que vio siempre la botella medio vacía. 
Cada persona tiene que aceptarse tal como es. Cuanto más te castigas, menos cambias; la resistencia ofrece más resistencia. 
Aprende a decir: "yo soy así". Si piensas en querer cambiar lo que te molesta de tí, y lo haces desde la paciencia y la comprensión, ya estarás cambiando. 
Si puedes, empieza a cuidar tu jardín desde hoy mismo y observa muy b ien todo lo que lo rodea. 
Este lugar tendrá grandes sorpresas para ti. Entonces me quedaré aquí. 
No te olvides de ponerle un nombre a tu jardín. Ahora te dejaré solo. Sí necesitamos, te vendremos a buscar aquí.
Yohana Garcia.

Francesco Una vida entre el cielo y la Tierra


CAPITULO-6
Los miedos 
Iba la peste camino a Bagdad cuando se encontró con un peregrino. 
Él le preguntó: "¿A dónde vas?" 
La peste le contestó: "A Bagdad, a matar a diez mil personas". 
Después de un tiempo, la peste volvió a encontrarse con el peregrino, quien muy enojado le dijo: "Me mentiste. 
Me dijiste que matarías a diez mil personas, y mataste a cien mil". 
"Yo no mentí, maté a diez mil, el resto se murió de miedo". 
ANÓNIMO
Otro día había transcurrido. 
El sol brillaba y los aromas eran mucho más dulces que los días anteriores. 
Francesco había perdido la cuenta de cuántos días habían transcurrido desde que había muerto y se había mudado al primer Cielo. 
Se levantó. Algo había cambiado en su imagen. Algo había empezado a crecer en sus espaldas. Parecía que estuvieran saliéndole las alas; después de mirarse en un reflejo de luz, se empezó a reír de sí mismo y pensó: "sí, con mis miedos, tuve algo de gallina, entonces las alas están muy de acuerdo conmigo, o con las acciones de mi vida". 
Francesco había aprendido a reírse de sus limitaciones, de esas creencias que lo dejaron inmóvil en momentos en que la osadía del coraje le hubiera dado una gran cuota de seguridad. 
Después de cierto tiempo, se acercó Ariel a buscarlo, y Francesco, sin preguntas de por medio, lo siguió. Fueron por un camino por el que nunca antes habían transitado. 
De lejos parecía un mar azul, muy calmo, con una playa de arenas blancas y palmeras muy frondosas. Francesco se preguntó cómo podría el Cielo tener playa y Ariel, que leyó la mente, le contestó: ¿Por qué no la puede tener? 
De hecho, tú, desde abajo, no podías ver más que las nubes, las estrellas y el color del cielo, pero podrías haber muerto sin haber visto nunca una playa y eso no es una causa para que no exista. ¡Esa costumbre que tienen ustedes, las personas, de creer sólo lo que sus ojos les muestran! Pierden la posibilidad de tener otras sensaciones. Si fueran más abiertos a estar dispuestos, a usar todos los sentidos, podrían ver mucho más que un cielo azul con nubes. Sería bueno que prestaran atención a las cosas; esto no significa que sea necesario buscar la concentración. Cuando te concentras,  excluyes el resto, mientras que prestar atención es caer en la cuenta de todo, sin excluir nada. 
Si hicieras una pausa y prestaras atención al cíelo, a los árboles, a los pájaros, podrías aprender de ellos. 
Si estás obsesionado por tus propios problemas, no puedes ver el resto de las cosas y tampoco la solución de tus problemas. 
Presta atención a todo, está en contacto con lo que te guste, afina el oído, agudiza los sentidos y pon toda tu atención en lo que sientes. Después de escucharlo, Francesco le comentó que él sentía placer por ayudar a sus amigos y que había aprendido a captar su estado de ánimo solamente con mirarlos. 
Él siempre estaba dispuesto a prestarles su oído, a acompañarlos adonde le pidieran o a brindarles ayuda incondicíonalmente. 
Pero después, con los años, se había vuelto más retraído, más desconfiado, y ya no era el mismo de antes. 
Una porción de sus amigos lo había defraudado, y habían quedado muy pocos en su vida. Creo que, poco antes de morir, llegué a culpar a mi socio, que fue mi mejor amigo, como causante de mi enfermedad. 
No solamente había contribuido para que me quedara en la calle, sino que se había dado el lujo de reírse de mí. Luego de escuchar su relato, Ariel le dijo: Vamos, te llevaré con Ezequiel, él es un maestro que seguramente te podrá dar la respuesta a lo que me estás contando. 
Ahora nos espera; tratemos de ser puntuales, y abre tu corazón y tu alma, porque sentirás dentro de ti toda la energía del amor universal, que cada uno de nosotros está dispuesto a brindarte. 
Ezequiel estaba sentado en una nube celeste, con bordes dorados. Era más bien gordito, con poco cabello, de tez rosadita. 
Llevaba puesto un colgante bastante especial. Cuando Francesco se acercó a Ezequiel se corrió y le hizo lugar para que compartiera su nube. Francesco pensó: "¿con tanto peso, no se caerá?" Ezequiel, leyendo su pensamiento, le contestó:Todo puede ser: las cosas son según como las pienses. ¡Si crees que la nube no te puede sostener, entonces no te sostendrá... todo depende de lo que tú creas!
Yo deseo tan poco últimamente, que, si la nube se cayera en este preciso momento, nada podría pasarme; total, morirse dos veces, no se puede. Por lo que te escucho decir, el miedo a la muerte no ha desaparecido; todavía te ha quedado algún apego a la vida, porque antes de subirte a la nube pensaste: ¿si se cae?... Todavía me cuesta adaptarme, aunque este cambio de morirme y trasmigrar a este plano ha sido totalmente positivo. Claro que te cuesta. 
Los cambios, así sean positivos, no dejan de ser un transmutar, no dejan de ser una muerte; la muerte de esos momentos, de esos ciclos concluidos. Cada mudanza, cada amor que se pierde, cada cambio de trabajo siguen siendo una muerte, y esos cambios traen aparejadas cñsis, que son tan necesarias para crecer, como es necesario el amor que te alimentará el alma. Pero, muchas veces, el miedo se apodera de las crisis y te hace dar vueltas en círculo sobre tu vida y no puedes encontrar el camino hacía las salidas. 
Todos quieren crecer, pero nadie quiere afrontar ningún tipo de crisis. ¿Sabes qué significado le dan los chinos a la palabra "crisis"? Significa oportunidad y peligro. ¿Cómo una palabra se puede contradecir tanto?No se contradice, simplemente tiene que ver con el modo que la entiendas; si es una nueva oportunidad, la aceptas, y el peligro que te puede traer es que te equivoques, pero va a ser una experiencia y nada más. 
En cambio, si no aceptas la oportunidad que se te presenta ante un nuevo cambio y te quedas sin actuar, sin arriesgarte a ponerla en acción, entonces el peligro va a quedar en tu mente, porque, al no enfrentarlo, algo dentro de ti te estará diciendo que eres un cobarde. 
Creo que, en algunos momentos, he sido un gran cobarde; mis miedos me paralizaron, me confundieron, me enfermaron. 
El miedo se apodera de ti cuando te encuentra falto de recursos, cuando te toma con la guardia baja. Primero empieza llenándote de dudas, después te crea ilusiones para que te evadas de la realidad y, cuando estás a punto de actuar, viene haciéndose el grande y el poderoso; te hace creer que eres débil y cobarde, te dice que es más fuerte que tú, te cambia la percepción de las cosas y te las muestra desde un lugar donde te hace sentir inferior e imposibilitado. Te proyecta al futuro con incertidumbre, se instala en tu mente, en el rincón más oscuro, justo ahí donde es difícil que lo encuentres. Te alerta todos los sentidos; es como el veneno del escorpión; una vez que entra en tu sangre, te va paralizando poco a poco hasta que te termina matando. Uno de los motivos por el cual hoy estás hablando conmigo fue el miedo, ese gran personaje que te acompañó en tus últimos años y te ayudó a que estés aquí. 
A mí me encerró entre cuatro paredes de un hospital, me hizo ponerme anteojos empañados de dudas y, entonces, mi visión de la vida cambió por una existencia triste e injusta. 
Empecé a caminar despacio, apoyándome donde podía, aunque lo que me sostenía no tuviera fuerza ni bases firmes; sin avanzar, me quedé muerto. 
Es que el miedo te hace ver enemigos donde no los hay; te hace creer que todos pueden rechazar tu compañía, y lo peor es que crea tanta violencia como la violencia misma. Hasta te puedo dar un ejemplo de esto: una mamá pierde a su hijo en un hipermercado; cuando lo encuentra, le grita y, por culpa del miedo, actúa con violencia, en vez de alegrarse por haberlo encontrado. Lo peor es que el miedo utiliza a las personas y las vuelve agresivas.
¿Entonces es un enemigo muy especial? 
La palabra "enemigo" para tí no puede ser la adecuada; yo diria que es un obstáculo al que podríamos manejar y utilizar para que nos ayude. Si tenemos el miedo en su justa medida, nos puede enseñar a ser previsores. 
Mira el mar, Francesco. ¿Cuántas veces has ido a la playa y no te has alejado demasiado de la costa, por miedo a ahogarte? 
Siempre fui muy prudente, me daba pánico nadar donde no hacía pie. 
Bueno, entonces el miedo te hizo ser prudente; una cuota chiquita de él está bien, pero no hay que darle lugar a que se agrande y te utilice. ¿Hay personas sin miedos? Sí, claro que las hay. ¿Sabes en qué lugar de tu mente se instala el miedo? Precisamente en el lugar de tu inconsciente, al lado de tus sensaciones. 
Si no te das cuenta, se empieza a alimentar con dudas y se transforma en una vocecita interior, que con toda naturalidad te dice: "no vas a poder". 
O, si recurres a alguien en busca de ayuda, te susurra al oído: "te van a decir que no". Entonces se apodera de ti, crece y un buen día se transforma en tu dueño. Pero él tampoco puede salir de dentro de ti. 
Hablas como si fuera un monstruo o un fantasma. 
No, no es un fantasma; es real. Como todo lo que te rodea en la vida, depende de ti transformarlo, dominarlo, superarlo, vencerlo. 
¿Y cuál sería la solución para sacárnoslo de encima? 
Tomar conciencia de que está en tu mente es el primer paso. Cuando te ataque, ponle un nombre y subestímalo; cuando salga con esa vocecita burlona, diciéndote que con él no puedes, abre otro canal interior y dile que no lo crees. Transfórmalo mentalmente en lo que quieras, hazlo chiquito, enciérralo o mándalo lejos de ti. No te estafes dándole poder; dominarlo es una reacción acertada. 
En este momento te diría que hay un solo miedo que perdura en mí -comentó Francesco en voz baja, casi con vergüenza. 
No te sientas avergonzado y dime cuál es. 
Todavía sigo pensando en mi familia; los extraño mucho y tengo miedo por ellos. Las condiciones en las cuales quedaron fueron bastante duras y quisiera saber si están bien. También me da miedo volver a verlos, porque me desesperaría no poder besarlos, ni compartir una charla con ellos. 
Bueno, bueno, Francesco, habrá cosas que no podrás hacer y otras que sí. Dame tiempo para pedir permiso al ser supremo para que los puedas ver. Te contaré qué puedes hacer desde este lugar. Ahora, relájate y piensa que las cosas no siempre son tan malas ni tan buenas como parecen. 
Yo hubiera querido no haber transmitido tantos miedos a mis hijos; siempre estuve con la palabra "cuidado" en la boca. Cuando le enseñé a mi hijo mayor a manejar, le decía: "¡cuidado al doblar, mira por el espejo, te van a chocar!" Un día comentó que no se sentía seguro para ir por la calle conduciendo, porque tenía la sensación de que todos los autos se le venían encima. ¡Cuánto miedo les transmití! ¿Qué sentirán ahora que yo no estoy?
Lo que les transmitiste quedó instalado, pero tal vez alguno de tilos se sienta molesto por algún miedo arraigado y luche hasta sacarlo. Ojalá que así sea.
Quédate tranquilo, están bien. ¿Tú los puedes ver?
Sí; llegará el momento en que los veas tú también.Te lo agradezco, Ezequiel. 
Veo que es la hora de atender a otro alumno. Ahí está, esperando; ¿quieres que me vaya?
Tú y yo tenemos tiempo, ¿por qué ese apuro? 
Me cuesta recordar que tengo el tiempo que deseo. Será que siempre viví apurado. 
¿No será que te pusiste a disposición del tiempo y no te diste cuenta de que él estaba a tu servicio? 
Sí pero, si sabes que alguien te está esperando, te impacientas y te quieres ir. 
Si la otra persona considera importante la espera, esperará; si no, se irá. Cuando te preocupas por el tiempo que pueden perder los otros, también tú pierdes el tuyo. 
Ezequiel, ¿podrás hacer algo para que pueda ver a mi familia? 
Si obtengo el permiso, mañana te daré una respuesta. 
Yohana Garcia.