viernes, 17 de junio de 2016

Francesco Una vida entre el cielo y la Tierra


CAPITULO-7
Un regalo de cumpleaños
Cada año que cumplimos es un regalo de Dios.
Pasaron dos días hasta que Francesco logró encontrar a Ezequiel. 
Estaba rodeado por espíritus niños que jugaban a su alrededor y no quiso interrumpir la escena, pero Ezequiel lo vio y lo llamó. Francesco fue deslizándose por ese aire tan especial que inundaba de energía y paz su alma. Después de enseñar a los niños que parecían ángeles gorditos (algunos eran negros y otros blancos), los chicos los llevaron por túneles de cristal y puentes de algodones. 
El más grandecito le preguntó: 
¿Sabes, Francesco, qué día es hoy en la Tierra? No.
Es 29 de abril. ¿Eso te dice algo? 
Sí, hoy cumpliría cincuenta y seis años. Mientras pensaba, se fue entristeciendo.
¿Qué hubieras hecho, si estuvieras vivo y sano, cumpliendo tus cincuenta y seis años? 
Estaría de mal humor; nunca me gustó cumplir años. Me deprimía, no quería envejecer. 
Era tal mi mal humor que no quería ver a nadie; hasta me molestaban los saludos telefónicos. 
Por supuesto que esto afectaba a toda mi familia, que no sabía que hacer ni cómo actuar: si festejar mi cumpleaños o dejarlo pasar como si fuera un día más. 
¿Y qué crees que estarán haciendo hoy? Supongo que recordando. 
Si quieres, te cuento. Sí, por favor, lo necesito. 
A medida que se despertaron, se acordaron de que hoy es tu cumpleaños. 
En este momento son las diez. 
Están desayunando, sentados junto a la mesa del comedor de diario; mientras se reparten las tostadas, están comentando que, si estuvieras vivo, estarías protestando por la nueva edad que se te venía encima. 
Están tristes, la casa está fría y oscura. 
Tu hija mayor rompe el diálogo y dice que no irá a llevarte flores al cementerio, porque no cree que estés allí. 
Florencia dice que estás dentro de su corazón y que, cuando quiera hablarte o sentirte, no tiene más que acordarse de ti o mirar la foto que tiene en su mesita de noche, esa que te gustaba tanto. 
Ésa es mi hija Florencia: es inteligente, buena y perceptiva. ¡Si supieras cuánto la quiero!... 
Sé que la quieres. Si esto te afecta, no te cuento más. 
Sigue, quiero saber qué sienten los demás.
Tu hijo no emite palabra, un nudo en la garganta no le permite tomar su café. 
Escuchó a su madre decir que hará una misa en la capilla del pueblo para que tu alma descanse en paz. Christian, con un tono muy bajo, comenta: "Si hubiera un Dios verdadero, papá se habría salvado; haz lo que quieras, mamá. Yo no iré". 
Creo que Chrístian es más sensible de lo que demuestra y le va costar superar este duro trance. Éramos muy compinches; él recién empezaba a independizarse. 
Pronto cumpliría dieciséis años; ojalá encuentre un amor que lo pueda ayudar a sacar fuerzas para salir adelante... 
Sigue contándome, prometo no volver a interrumpirte. 
Tu esposa te llevará flores al cementerio y, después de llorar sin consuelo, volverá a tu casa, se tirará en la cama con toda la soledad encima. Ella también te echa de menos. De pronto, un ángel interrumpió al ángel gordito, haciendo un ruido especial con sus alas plumosas y, con una voz bastante divertida, anunció que había interrumpido la charla con el objetivo de hacerles cambiar de tema para que no estuvieran tristes: 
Tratemos de que Francesco la pase bien. Cuando uno cumple años, empieza un nuevo ciclo: entonces, hay que agradecer y saber 
Yo soy el que vio siempre la botella medio vacía. 
Cada persona tiene que aceptarse tal como es. Cuanto más te castigas, menos cambias; la resistencia ofrece más resistencia. 
Aprende a decir: "yo soy así". Si piensas en querer cambiar lo que te molesta de tí, y lo haces desde la paciencia y la comprensión, ya estarás cambiando. 
Si puedes, empieza a cuidar tu jardín desde hoy mismo y observa muy b ien todo lo que lo rodea. 
Este lugar tendrá grandes sorpresas para ti. Entonces me quedaré aquí. 
No te olvides de ponerle un nombre a tu jardín. Ahora te dejaré solo. Sí necesitamos, te vendremos a buscar aquí.
Yohana Garcia.

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