lunes, 5 de diciembre de 2016

ESCRITO II CONOCIMIENTO.- YO SOY UNO (Ultimo capítulo del libro Al Encuentro con el Maestro)

En el silencio de nuestras mentes, en la calma de nuestros
cuerpos, supimos y conocimos. Escuchamos la Voz del Sin
Nombre:
«Dejad que vuestros corazones se abran como una flor y así, a
través de ésta, descubridme, sentidme, amadme.
Yo Soy y me reconozco en mi Creación.
Yo Soy el Ser manifestado en cada instante.
Una sola Conciencia emana de mi Ser profundo.
Yo Soy Uno con “Mi” personalidad en Cuerpo y Alma
encumbrados.
Ya no hay dualidad sino Unidad…
Mi Espíritu, mi Alma, mi Cuerpo, son Uno y Yo Soy Uno con
Ellos y en Ellos.
Ellos ya no son Ellos sino Yo.
La Trinidad es Una y Yo Soy Uno con Ella y en Ella…
Mi Vida es Una y múltiples mis manifestaciones y aun así sigo
siendo Uno.
He transmutado la palabra “Tú” y la convierto en “Nosotros”.
Y Nosotros y Yo somos Uno, no hay dualidad.
Yo Soy el único Yo Soy.»

ESCRITO II CONOCIMIENTO.- LA CEREMONIA DE WESAK

Nos despedimos de la aldea de Rennés-le-Château y tomamos la
carretera que nos adentraba en los Pirineos. 
El verdor embellecía
un paisaje cada vez más encantador y apacible.
Llegamos, tras circular por sinuosas carreteras, a Artigues.
Una preciosa aldea francesa rodeada de montañas con un aroma fresco y entrañable en la que plácidamente viven sus lugareños.
Tras una ligera comida continuamos, con el vehículo,
internándonos por la ladera de la montaña hasta aproximarnos a la vertiente más próxima al pico Le Roc Blanc.
Aparcamos y proseguimos andando ascendiendo a través de una estrecha senda ya marcada a través de los siglos.
Al poco tiempo las primeras nieves se encontraban ya bajo nuestros pies. El día soleado primaveral nos hacía más confortable la subida y, un arroyo que trasladaba las cristalinas aguas a los valles cercanos nos alivió la sed.

ESCRITO II CONOCIMIENTO.- LA TORRE MAGDALA


Un pequeño paseo por los jardines aledaños a la iglesia de
Rennes-le-Château nos llevó hasta situarnos frente a una torre
amurallada, que según nos contaba un vecino del lugar, fue
ordenada construir a finales del siglo XIX por el mismo sacerdote
que mandó restaurar la iglesia, Torre Magdala la llamó.
Se podía visitar, por lo tanto, decidimos entrar en ella. Denotaba
ser un lugar de estudio y recogimiento. Sobrio, con unas librerías
que aún conservaban algunos ejemplares en sus estantes,
pero que al parecer no eran los que originalmente habían sido consultados por el sacerdote.
Una escalera de caracol nos trasladó a una segunda planta, una
amplia terraza desde donde contemplamos toda la comarca. Nos
quedamos ensimismados con el paisaje. Desde este punto la
Tierra nos hacía sentir lo infinitamente pequeños que somos, unas
simples criaturas del universo rodeadas de una naturaleza que nos
invita a fundirnos en ella.
Los gorriones vestidos como antiguos monjes mendicantes
alabando con su piar a la vida; los viñedos amamantándose de la
tierra, prestos a ofrecernos su jugo en unos meses; los árboles
incitándonos a elevarnos junto a ellos hasta el cielo.
Nuestras almas se sentían unidas con el entorno…
Un leve susurro y... la Madre Tierra comenzó a hablarnos:
«Como veis, mis pequeños — una dulce y suave Voz femenina
parecía salir tanto del entorno como de nuestro interior—, no me
presento bajo el manto de una virgen como hice en otro tiempo.
Me estáis viendo a través de vuestros ojos, contempláis mi ropaje
en la naturaleza que os rodea y, sobre todo, me sentís en la
profundidad de vuestro ser.


ESCRITO II CONOCIMIENTO.- EL SANTO GRIAL

Alcanzamos Madaba, cerca de Ammán, ya anochecido. A la
mañana siguiente Jeshua nos ofreció, con su característica sonrisa,
unos billetes de avión.
—No hagáis preguntas —nos dijo—, si los aceptáis son
vuestros.
Nos miramos y asentimos. Meryem los tomó y vio su destino:
Paris. Me los pasó, me fijé en la fecha y horario y la salida era…
¡en dos horas!
No nos quedaba mucho tiempo.
—No os preocupéis —nos recalcó—, ya está todo solucionado,
un taxi os espera en la puerta del hotel.
En cuestión de segundos recogimos las pocas pertenencias que
poseíamos. Nos despedimos de Jeshua con un fuerte abrazo y el
corazón acelerado con un… ¡Hasta pronto!
En pocos minutos embarcamos en un avión de las Aerolíneas
Jordanas…
A la llegada al aeropuerto de Orly un hombre, junto a la salida
de pasajeros, destacaba con un cartel con nuestros nombres. Nada
nos indicó Jeshua sobre él. Nos aproximamos y él al vernos nos
saludó, parecía reconocernos.
—Quizás Jeshua le dio nuestra descripción, ―me comentó
Meryem.
—Posiblemente —le contesté.
—¡Hola! —nos saludó—, Jeshua me pidió que os recogiera en el
aeropuerto y os entregara un sobre. ¡Tomad!
No nos dijo su nombre. Vestía con un traje negro impecable, en
la solapa destacaba una insignia con una rosa roja. Todo en él
era… intachable.
Nos acompañó hasta el aparcamiento proporcionándonos las
llaves de un coche.
—Abrid el sobre y sabréis hacia donde os dirigiréis —nos dijo el
enigmático anfitrión.
Sin más se despidió.
Le agradecimos lo que hacía por nosotros e inmediatamente nos
introdujimos en el vehículo.

ESCRITO II CONOCIMIENTO.- LA COMUNIÓN

Tras el paso por el estrecho desfiladero, ante nosotros,
imponente, como salido de un cuento: la fachada de Al-Khazneh,
el Tesoro de Petra. Percibimos el sendero como el de la estrecha
franja que separa la vida de la Vida. Y ahora sentíamos al entrar
en Al-Khazneh, en su sala funeraria, como si algo de nosotros se
fuera desprendiendo, una vieja piel ya inservible, aquella que
cumplió el propósito para la que fue concebida: llevarnos hasta
este punto de no retorno. Salimos de ella más que impresionados.
Seguimos caminando por el valle y esculpidas en las paredes
cientos de tumbas nos encontramos a nuestro paso, a la vez que
las ruinas de las civilizaciones que la fueron habitando a través
del tiempo hasta que la ciudad cayó en el olvido.
Tras un ligero descanso, al final de la vía romana contemplando
este maravilloso enclave, frente a nosotros se abría un camino con
cientos de escalones ascendentes que nos llevan a Ad-Deir, el
Monasterio, una subida que Jeshua nos propuso sin vacilar.
Aunque el calor apretaba, un ligero viento nos hacía compañía.
Jeshua no dejaba de decirnos que merecía la pena la ascensión.
Así pues, comenzamos a subir, no sin antes respirar consciente y
profundamente llenando nuestros pulmones del aire sano del
lugar. Más de un alto tuvimos que hacer en el camino, eran
muchos peldaños estando algunos muy desgastados y
resbaladizos que nos dieron más de un pequeño susto. Sus
palabras no dejaban de alentarnos, Jeshua conocía bien el lugar al
que íbamos.


ESCRITO II CONOCIMIENTO.- LA PAZ INTERIOR


Jeshua nos sugirió adentrarnos en tierras jordanas…
Llegamos los tres a Petra, escondida en el corazón de los montes
de Shara en el desierto jordano, tras largas horas de viaje en
autobús. Al bajar decidimos adentrarnos andando por el largo
desfiladero que nos lleva al alma de una ciudad roja excavada y
esculpida en la piedra.
—Estas ruinas ―Meryem nos señaló― nos recuerdan una vez
más que estamos de paso en este mundo y cuánto hemos de
aprender de nuestra historia, de nuestros errores y aciertos.
—Vamos asentándonos poco a poco ―expuse―, unas veces
sobre nuestras ruinas, otras construyendo donde antes no había
nada. Creciendo y madurando como seres humanos pasamos de
una etapa de la vida a otra, unas veces casi sin darnos cuenta y
otras a regañadientes, mas nuestro porvenir no se detiene por ello.
«El cuerpo —prosiguió Jeshua— que fue polvo en la Tierra
resurge una y otra vez como el ave fénix, dándonos siempre una
nueva oportunidad de madurar aprendiendo y creciendo en un
mundo lleno de experiencias que nos van enriqueciendo.
Y aprender es también perdonarse a sí mismo. Reconocer que no
somos perfectos y por lo tanto sujetos a las consecuencias de la
imperfección, pero no por ello hemos de flagelarnos y vivir el
resto de nuestra vida como si ya el presente y el destino, el futuro,
fuera algo inevitable, destructor y amargo.
El Creador nos habla en el silencio. Él de antemano ya “nos ha
perdonado”, aún antes de materializar aquello que nuestra mente
nos sugiere que hagamos en contra del Amor como consecuencia
de nuestra ignorancia. Reconozcamos sinceramente que no
siempre seguimos el camino que nos hemos trazado, que a veces
entramos en bifurcaciones que nos llevan a laberintos y callejones
sin aparente salida. Mas… siempre hay una salida, es pensar,
sentir y actuar con humildad.
Debemos dejar de vivir construyendo máscaras, colocando una
sobre la otra, tantas que ya no reconocemos quién se encuentra al
fondo. Y al fondo siempre estarás, estás tú, estoy yo: un ser
humano que simplemente vivió su propio destino en libertad…
siempre.
No hay un camino trazado de antemano por nadie, salvo por ti
mismo. Tú, yo, nosotros, elegimos nuestro destino y desde luego
el que elegimos aún antes de nacer era y es de Amor y Felicidad,
y nada impedirá que le vivamos en plenitud. Tenemos todo el
tiempo del mundo para comprenderlo y cuando así lo hagamos
nos veremos como realmente somos. Habremos despertado de
una pesadilla, de un mal sueño y la realidad se abrirá ante
nosotros tal cual es.
Ni siquiera es necesario que nadie nos guíe, en ti, en mí,
tenemos al mejor guía que podamos desear, pues estamos hechos
de la misma esencia del Sol y de la esencia de la Vida. Somos
Espíritu encarnado en nuestra propia creación. Todos somos Dios,
nada hay fuera de Él, fuera de ti, fuera de mí, ya que nuestro
Espíritu abarca lo creado y lo aún por crear, la plenitud y el vacío.
Puedes reconocerte como, no un dios, sino Dios, o negarte el
tiempo que desees. Puedes seguir viviendo en el viejo mundo que
palidece ante su próxima muerte, o pensar, sentir y actuar como si
el nuevo mundo ya estuviera aquí. Porque, y aún os digo más: ¡ya
está aquí!
Únicamente hemos de vivir sin máscaras. Reconocernos tal cual
somos y reconciliarnos con nosotros mismos y con la Vida, con
quienes nos rodean y logrando que nuestra Voluntad se funda
cada vez más con el Amor.
Quienes sientan como tú nada te tendrán que perdonar, pues
saben que el perdón nos lo hemos de dar a nosotros mismos, y
vivir en paz, la paz del que se sabe realmente liberado, sin
ataduras de ningún tipo.
Quienes siguen aún los dictados del viejo mundo, no te creerán.
Intentarán confundirte y confundir a los demás con malas artes,
querrán que juegues a su propio juego que nunca les sacia y no les deja vivir en paz. 
Pues emprendieron una guerra en realidad
contra sí mismos, no contra los demás. Hasta que en un instante
de humildad deseen acabar con tan desastrosa situación, entonces y sólo entonces,
con este pensamiento, toda su vida cambiará, han pasado el puente que les conduce a sí mismos y al otro.
Ninguno nacimos instruidos, nos vamos creando como el
aprendiz trabaja el barro hasta que consigue darle a la pieza la
forma que desea, con esfuerzo, paciencia y constancia. Cada vez
él se identifica más con ella y fruto de su experiencia alcanza la
maestría, se convierte en alfarero y nuevamente crea formas más
bellas y sublimes, de tal modo que se funde con aquella que para
él es el súmmum de la belleza.
Tomémonos el tiempo que queramos para conseguirlo, eso sí,
con mucha Voluntad y Amor.»
Y con estas últimas palabras resonando en las paredes del
desfiladero se abre ante nosotros la majestuosa ciudad escondida
de Petra.
La paz se respira en el lugar y en nuestros corazones.
EL ANCIANO JUAN

ESCRITO II CONOCIMIENTO.- RESURRECCIÓN


Nos trasladamos al jardín, un olivo centenario situado en su
centro ensalzaba el lugar. Jeshua nos invitó a sentarnos en un
viejo banco de piedra. Salió, después de unos minutos volvió con
tres vasos de té con hierbabuena, nos los ofreció sentándose frente
a nosotros.
«Ahora —comenzó a hablarnos Jeshua—, primera luna llena de
la primavera, mi mente se traslada a un tiempo pasado, hace casi
dos mil años. Eran días difíciles, pues mis palabras que aun
habiendo llegado al fondo de los corazones de algunos fueron
tergiversadas, mal interpretadas e incomprendidas por otros. Mi
mensaje era claro y sencillo: “Amaos los unos a los otros como yo
os he amado”.
Aquel que dice que ama a su hermano no debe utilizar la vieja
ley del ojo por ojo y diente por diente. Si realmente desea
encontrar la paz en su corazón, sus palabras han de ser de paz y
más importante: sus obras. Así, si desea compartir esa paz y
ayudar a acabar con la verdadera injusticia, sus medios han de ser
justos.
Un manzano sano da frutas sanas, tomad de ese árbol. Muchos
serán quienes llegarán en el futuro hablando de amor y paz, sus
palabras debéis examinarlas con sumo cuidado, pues vendrán
lobos vestidos de corderos intentando confundiros. Manipularán
la Verdad. Vosotros sólo habladles de Amor, del Amor que une y
que vuestras obras sean un fiel reflejo de vuestro Espíritu. A pesar
de ello habrá quienes os calumnien, abominen, traicionen e
intenten destruiros en nombre de la Verdad y la Libertad.
Al igual que yo, moriréis, pues de aquellos que os dicen amar
uno os traicionará. Creerá en su ceguera hacer un bien a la
humanidad liberándola de falsos profetas que según él, sólo les
llevan al aborregamiento, a la prisión de la mente. En su interior,
aún asaltándole la duda, tomará la daga que ejecute el homicidio.
Mas no sabe que ya está escrita en el libro de la Vida su traición.
Que nada escapa al Creador, pues Él viendo en su libre albedrío
su debilidad, contempla en su mente la traición y os avisa y aun
así sé que le amáis puesto que el odio y el rencor no tienen cabida
en vuestros corazones.
Nada temáis, pues volveréis a la Vida con una fuerza que no es
de este viejo mundo, la fuerza que mueve y sostiene el
firmamento: el Amor.»
Nos miró fijamente y continuó:
«Y recordad que nuestro Padre nos regaló la Eternidad. La
muerte no es más que un paso hacia la verdadera Vida; poned el
énfasis sobre la Vida y no sobre la muerte, ésta pertenece a los
que fomentan el temor en sus múltiples facetas.
La muerte separa el cuerpo en los elementos básicos de la Vida,
no obstante, no es más que un proceso necesario para que toméis
un cuerpo que siendo dignos de él, ésta ya no tenga poder sobre
vosotros. Estaréis unidos para siempre a la Vida, seréis un solo
Ser, un solo Espíritu. Un día, todos pasarán por el mismo proceso,
pero aún muchas muertes físicas y sobre todo mentales han de
ocurrir.
El miedo, el temor, han de ceder su lugar al Amor.»
Así es, así será.

EL ANCIANO JUAN