viernes, 22 de julio de 2016

MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-9ª


Carta-9
Esta noche, después de varios intervalos de silencio, el parpadeo de la oscuridad y un persistente maullido constituyeron el contexto de esta carta. 
Exhalé con lentitud, mi tiempo siempre esta ahí, pero no es el mismo. 
Se enlentece cuando hay peligro, se acelera cuando disfruto; es una red transparente que se tejió en varios espacios. 
La vida descansa en su regazo, el silencio, callado como siempre, parece esperar sin prisa que el transeúnte de esta experiencia, aunque sea por un momento, abandone sus cavilaciones y le sintonice. 
Meditar es detener la ciudad y, simultáneamente, mutilar el ruido, dar un portazo en la cara al estrés, desconectar las alarmas para dejar de estar al ataque o a la defensiva. 
No más supervivencia. Comienza a saborear la vida desde el sabor que otorga el silencio. 
La vida se ha detenido, algún pensamiento periférico se mueve en su rebeldía, se encienden más luces en la ciudad, bailan las sombras con el paso de los autos, desde la ventana vecina percibo la silueta de una persona que permanece hipnotizada ante una falsa ventana de luz azulada. 
No puedo comprender cómo tanta gente amobló su infelicidad y se acostumbró a vivir mal. Estaba allí el egoísmo cuando observé con atención al vecino. 
La envidia, procedente de un pariente, también estaba presente. La soberbia había construido al lado un castillo desde el cual observaba a todos, viéndolos pequeños. 
Intenté comprender por qué la vida había llegado a tal nivel de inhumanidad. No recuerdo haber visto últimamente al amor caminando por las calles del presente. 
Se notaba también la ausencia de la felicidad, en cambio, las menudencias que fabrican malestares abundaban por todas partes. Avanza la noche, el gato se aproxima, salta a la silla, su motor permanece encendido, contemplo mi agenda, encuentro la hora marcada para mi meditación. 
Comenzar el día meditando es una excelente decisión que garantiza la purificación de hoy. Habiendo cerrado el círculo del día que concluyó, extraída la enseñanza en la reflexión previa al descanso, la meditación matinal otorga el contexto ideal para elegir el día que queremos, más aun si visualizamos lo anhelado y le otorgamos categoría de real, incluso antes de que sea tangible. 
Como militante de una espiritualidad existencial, quiero compartir contigo mi enfoque de la meditación. 
Mucho se ha hablado al respecto. Desde Oriente, nos han inundado con explicaciones rimbombantes de lo que es la meditación, volviéndola inalcanzable, reservada para iluminados. Parafraseando a Lao Tze, podríamos decir que meditación que pueda ser definida no es meditación. 
No intentaré definir la meditación, no es necesario, quizá solo baste con comprender la importancia de su práctica diaria. Meditar para nosotros es convertirse en lo que haces. 
Si contemplas el mar, cómodamente sentado en la arena, tu meditación habrá comenzado cuando, abolida la separación entre el observador y lo observado, comienzas a saborear la unicidad. Suprimida la dicotomía, el resto es esa unidad superior a la que solo se accede desde otro nivel de conciencia, que emerge de un contexto meditativo. 
Si quieres aprender a meditar, primero olvida todo lo que escuchaste al respecto, porque explicar la meditación equivale a explicar el sabor de la sed. Comienza a meditar haciendo algo que amas. Podrías cantar o danzar, hacer el amor o nadar. Elegida la actividad meditativa, desconecta toda posible interferencia, apaga el computador y el teléfono, asegúrate de no ser interrumpido y a continuación limítate a hacer lo que decidiste hacer, hacerlo por el placer de hacerlo. 
Cuando juega un niño, no juega en broma, se convierte en lo que hace, inaugurando de esa manera sus primeras experiencias meditativas. Por ello, cuando se interrumpe su juego, se altera un nivel vibratorio, se le obliga quizá bruscamente a abandonar el presente, porque meditar es eso: vivir intensamente, profundamente, el presente. 
Redefinida la meditación, esta vuelve a estar al alcance de todos. Meditar es reinstalar lo sagrado en lo cotidiano, es ver la vida con otros ojos, hasta lo espiritual pasa a convertirse en algo diferente, así mismo la vida, el cuerpo y los demás, que se convierten en algo supremo. 
Meditar es instalarse mágicamente en el presente y, desde él, en la vida, abordada desde un alerta sereno, es decir, se puede vivir meditando, entonces descubrirás que la vida es una fiesta de aprendizaje y celebración.
Hay tantas formas de meditar como personas. 
Descarta las técnicas, conocerlas, incluso ser experto en algunas técnicas meditativas, no significa que sepas meditar. 
Encuentra tu manera de entrar en silencio, de convertirte en viajero de tu espacio interior. 
Cuando uno se implica profundamente en algo, se convierte en eso, entonces el resto deja de importar, por lo menos en ese momento, eso es meditación. 
Con frecuencia me preguntan qué siento cuando medito. Intentaré describirte lo que es para mi un momento meditativo, reiterándote la importancia de que encuentres tu estilo de meditar. Cuando medito, siento que mi alma se llena de luz, que camino por calles blancas, que el amor en forma de torbellino, de tornado, hace girar mis cuerpos energéticos hasta disolverlos y convertirlos en universo mismo. 
Siento que mis átomos se visten de colores, que la preocupación por lo cotidiano se duerme, que las flores del jardín de mi corazón florecen con pétalos transparentes, que las estrellas curiosas asoman a la hora vespertina, a la misma hora en que amanece la noche y se encienden las hogueras que desnudan los altares corporales y los gradúan de sagrados. 
Cuando medito, siento que todas las velas titilan en mi interior y las olas del mar se vuelven fosforescentes, que el silencio anuncia buenas nuevas y que la eternidad me abraza, me envuelve en láminas mágicas. Siento que mis pupilas devienen en cascadas de luz y que las campanas de las otras realidades me dan la bienvenida. 
Cuando medito, percibo cómo los instantes se entrelazan con hilos de seda cósmica y el silencio, convertido en rigurosa niebla, da la bienvenida a los abuelos invisibles, que me visitan por un instante sin tiempo y me entregan polvo de las estrellas, mensajes de otros tiempos y lágrimas color arcoíris, para cuando me visite la incomprensión. 
No sé si puedo poner palabras a eso que se siente cuando te arrodillas humildemente al fondo de ti mismo y desde tu corazón confiesas tu amor a la vida. 
Después de haber vivido de tantas maneras, de haber tenido miles de aprendices, quiero decirte lo que me enseñó la vida: quien no aprende a meditar, tendrá muy difícil su existencia, porque nunca llegará a conocerse profundamente, ni tendrá la capacidad de autogobernarse. 
Meditar es vivir con profundidad, es reactivar la intuición y recuperar la sensibilidad, es atravesar el infierno de la infelicidad y la ignorancia e instalarse en el paraíso, es una vacuna contra la depresión y el contexto más recomendable para inaugurar felicidades y otros despertares.
Meditar te purifica y armoniza, te facilita la fusión de lo sagrado con lo mundano, encaminando tu vida a una espiritualidad natural, donde percibirás que todo es uno y todo está vivo. Entonces, cada instante será percibido como lo que realmente es: gotas de eternidad esperando ser descubiertas. Mientras aún camino por la vida, quise compartir contigo mis más profundas sensaciones sobre la meditación. 
Mi objetivo: motivarte a entablar una profunda amistad con la meditación, que no es otra cosa que una posibilidad de tu alma para completar su historia evolucionaria, razón fundamental de tu paso por la Tierra. 
Quiero que a partir de hoy veas a la meditación como un estado alcanzable, accesible a las manos reverentes y a los pies humildes. 
Quiero proponerte en esta carta que inventes nuevas formas de meditar, que experimentes diferentes modalidades, que te enamores del silencio y te regales instantes luminosos, fruto del estar absorto, contemplando la vida y sus sorpresas. 
¿Quieres continuar caminando a mi lado? Nuestra próxima escala es la Madre Tierra y los secretos que los abuelos sabían, para beneficiarse de energía purificadora. Hasta pronto.
Chamalú.
Continua...
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MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-8ª

 

Carta-8
Suena el teléfono, es ella, me dice que se va de viaje, agradecí su presencia, agradezco su ausencia.
Era dulce y tempestuosa, su pelo, cuidadosamente desarreglado, hablaba de su personalidad volcánica.
Solía vestir pantalones con botas hasta la rodilla y una capa transparente de timidez, estratégicamente acomodada a cada circunstancia. Con ella aprendí muchas cosas, en especial a valorar mi tiempo en soledad.
Hoy el cielo amaneció nublado, la lluvia parece estar pendiente de las nubes, la vida transcurre con insoportable normalidad. En este preciso momento, mientras alguien reza, otro hace el amor, uno se muere de cáncer o infarto, nace un niño, mientras hierve la olla que alimentará a quien otro día, más adelante, alimentará las raíces.
La vida es un brusco regalo que no adjunta un manual de funcionamiento. Por eso, tanta gente se imagina que está viviendo, cuando en realidad solo sobrevive miserablemente. Hoy comencé el día nostálgico, extrañando algo que no existe: un mundo donde la gente sea feliz y solidaria, una humanidad donde los niños aprendan el lenguaje de los árboles y las abuelas nos enseñen a dialogar con las estrellas, que pronto visitarán personalmente. Me abro paso entre la nostalgia, me observo, me siento, estoy solo. Si aprendemos a estar solos, ese tiempo se traduce de calidad de vida, porque nos induce a transitar senderos de autoconocimiento que nos forma y transforma y nos enamora de la vida, y con ello, accedemos a las claves de la magia, suprema cita que nos otorga las llaves de lo multidimensional, que también habitamos de otra manera. Te confieso que ya escribí decenas de libros, sin embargo, estas cartas que se originan en mi corazón, donde el crepúsculo tiene el color de la eternidad, me mueven y conmueven.
Por momentos los recuerdos me golpean; una parte mía, un par de pétalos quizá, se notan cansados, un instante solloza, un puñado de silencio tiene los bordes quemados por tanto pensamiento. Decido continuar escribiendo estas cartas, quizá transcribiendo mi sentir profundo, distribuyendo enseñanzas entre quienes descubrieron que trabajarse es la mejor inversión existencial posible.
Es probable que estas cartas te proporcionen más claves que todos mis libros anteriores, lo que pasa es que ahora permanezco sigiloso, vigilando atentamente que mi vida no pase en vano. Un primer aprendizaje fundamental se refiere a saber disfrutar la soledad, sin llenarla de recreación frívola ni hacer pedazos el silencio. En ese contexto, podrás escuchar la voz de tu conciencia, desgarrador llamado de atención en algunos casos. Hay tanta gente que actúa como su peor enemigo.
Si tu soledad quieres elevar a un nivel superior, el primer paso es no temerle. Estar solo en el fondo es estar con uno mismo. Aprovecha estos momentos para relajar tu cuerpo, para entrar en meditación (en la próxima carta te enseñaré mi forma de meditar, simple y profunda y al alcance de todos), para abrir espacios de reflexión donde puedas escuchar tu cuerpo, tu voz interior, observarte minuciosamente y, al conocerte, amarte y gradualmente aprender a manejar tu energía.
Al conocerte podrás transformarte y con ello crecer y recuperar tu sensibilidad y la comprensión de tu misión.
Vivir es un proceso maravilloso, desde que caminamos por el sendero del autoconocimiento. Al conocerte, podrás amarte y al amar, tu transformación y crecimiento serán un placer. Conocerte a ti mismo te ayudará a ser feliz.
Conocerte también te proporcionará la posibilidad de fortalecer tu imperturbabilidad, aprendiendo a mantenerte en tu centro, esa vibración, esa actitud donde eres poderoso.
Desde tu centro, acceder a tu poder será natural y eso te revestirá de una gran capacidad de autogobierno que será la base que te posibilitará la soberanía existencial, contexto en el cual, de la mano de la coherencia, podrás convertir el cumplimiento de tu misión en un estilo de vida.
Fundamental que puedas comprender la importancia de darte tiempo para ti, de tener en tu agenda una cita periódica y puntual contigo mismo. En ese proceso de estar contigo, irás cultivando la posibilidad de ir liberando todo tu potencial, lo mejor de ti, además de permitirte ser tú mismo.
Te propongo también, en este contexto, inaugurar un diario dionisíaco, es decir, un registro cotidiano de lo mejor del día, de tus mejores aprendizajes y en especial de tus momentos felices. Recuerda que la felicidad es una franja en la que puedes oscilar sin interrumpirla.
El pensamiento es amigo íntimo de la emoción, que luego estalla en la acción, un tridente al que hay que prestar atención. Recuerda que no somos dioses ni bestias, lo humano es una posibilidad para todo lo que tú quieras, sin embargo, precisas decidir, tomar posición, posibilitar el diálogo de tu razón con tu intuición, sin aspirar a que se entiendan completamente. Recuerda también que la felicidad tiene su propia lógica, que no precisas comprender todo ni explicar a nadie lo que estás haciendo, sin embargo, no dejes de autoevaluarte, hazlo periódicamente sin olvidar que lo que la gente ve es su propia interpretación. Los encuentros que tengas contigo mismo son el contexto ideal para atreverte a repensar tu vida, a realizar un inventario personal, identificando las prioridades.
Presta atención a lo urgente, que muchas veces termina boicoteando lo importante. Observa cómo manejas tu tiempo, pregúntate en principio para qué vives, de esa manera tendrás a flor de piel la visión de tu misión, ese es el norte, el rumbo hacia el cual se enfoca tu vida. Rodéate de gente inteligente, de personas de las cuales puedas aprender y continuar creciendo. Evita generar complejo de superioridad o de inferioridad, es más, evita compararte. Aprecia todo lo que esté bien hecho, reconoce los méritos ajenos y cuando seas crítico hazlo desde el corazón. Asegúrate de que los pensamientos negativos duren poco. Tus tiempos de soledad también puedes usarlos para leer libros inspiradores, para hacer lo que amas, para profundizar en el proceso reflexivo y en ese contexto reinterpretar tu pasado, hasta sentirte a gusto con él.
La soledad te permite estar contigo, ir al fondo de ti mismo, abrir tus ojos internos, desplegar tu alerta sereno, arder los miedos, desatar dependencias, abrir la pulpa de la vida y constatar que lo más sabroso de la existencia está reservado para quienes se despiertan. Ellos quieren vernos dormidos, con las alas marchitas y el corazón confundido, con el tiempo desgastado y el entusiasmo derribado.
Para evitar eso, nunca digas que no tienes tiempo para ti, porque en él germina la comprensión de quién eres, de lo que tienes que ser y hacer. En ese contexto, y luego de darte cuenta, eliminarás todas las creencias que te impidan ser tú mismo. Poco a poco aprenderás a reconocer las otras voces, que también resuenan en tu interior, y poco a poco aprenderás a conocerte, a disfrutar de la soledad y la compañía, a aceptar lo que no puedes cambiar y a transformar lo que se puede modificar. ¿Cuál es el contenido principal de tu vida? ¿En qué gastas principalmente tu energía?
Recuerda que una vez convertida la reflexión en hábito, deberás ser más lento para decidir y más rápido para identificar oportunidades. Por las noches, antes de dormir, podrás tener una cita reflexiva, enfocando tu reflexión en una breve evaluación de lo que aprendiste en el día.
Cada día es un paso adelante, cada día significa más crecimiento, cada día mejores decisiones, y, por supuesto, la felicidad de sentirse vivo, porque la felicidad comienza con el reencuentro con uno mismo.
No soy de los que esperan que pase algo en su vida. Me gusta ver crecer los árboles y la conciencia, atrapar cada momento y viajar al interior de mí mismo, encantarme con las sorpresas de la vida, llegar a casa, saber que alguien me espera (aunque no siempre), escuchar mi música predilecta, contemplar el horizonte, guardar el sabor de los mejores instantes, desatar nuevas ocurrencias, quebrar nuevamente alguna prohibición, sentirme vivo, selvático, estremecerme con una buena o mala noticia, acercarme a lo imposible, tener tiempo para lo que amo. Me gusta coleccionar hamacas y encender chimeneas, quedar atrapado en un sueño y saborear una fruta encendida por el sol. Estar conmigo es para mí una buena compañía; estar contigo mismo inaugura un tiempo sagrado, reservado para quienes se atreven a recibirse, mientras transitan la vida como camino de autoconocimiento y estudian la maestría en felicidad, donde nos graduamos de seres humanos. Si complementas el estar contigo con la práctica meditativa, encontrarás el pasaporte al paraíso. De eso quiero hablarte en la próxima carta.
Chamalú
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MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-7ª

 

Carta-7
Hablarte de la salud es para mí un tema de especial significación. 
De pequeño, fui desahuciado por la medicina oficial, que pronosticó mi muerte inevitable. 
Fue mi bisabuela, una indígena quechua, analfabeta y portadora de los conocimientos ancestrales, quien me devolvió la salud y la vida. 
El primero de mis cuatro hermanos en morirse tenía que ser yo. Sin embargo, me negué a ese veredicto y comencé a estudiar mi cuerpo y todo lo que se relaciona con la salud, hasta convertirme en experto y poder manejarla a voluntad, eso que otros consideran involuntario o consecuencia de un caprichoso destino. Ya se habían levantado preparativos para mi funeral, parecía que solo faltaba un escalón para dar el paso definitivo, ese momento en que todo se torna blanco, borroso o luminoso, circunstancia suprema donde comienza un viaje programado del que nadie provee noticias anticipadas. 
Durante mi adolescencia, atravesé otra crisis existencial. 
Vi a mi espíritu confundirse y a mi mente desequilibrarse. Entonces comprendí que algo que no sabía controlar estaba sucediéndome. Tenía quince años y podía observar que era incapaz de modificar el curso de los acontecimientos. 
Pasé por la consulta psiquiátrica, consumí un fármaco que borraba todos los detalles y me conducía a una somnolencia química. Solo recuerdo que no recuerdo. Me movía en cámara lenta y sentía una tormenta interna estrellándose contra mi ignorancia juvenil. 
Pasé por esa etapa como el tren que atraviesa un túnel. 
Al concluir ese proceso, tenía sed de aprendizaje y enjambres de preguntas revoloteando en mi cabeza. Un poco de miedo, en el fondo, se escurría por las grietas formadas por las dudas. «¿Será que me estoy despertando, o esto es la antesala de la locura?», me pregunté con insistencia. El silencio correcto vino sin prisa para iluminar mis instantes. No recuerdo cuándo se levantó el telón de la confusión. 
Una certeza comenzó a germinar en el jardín de mi corazón: el contacto con la Madre Tierra es fundamental, desintoxica y da energía, justo lo que necesitaba al inicio de un camino que duraría, solamente, toda la vida. 
Mantenerse en contacto con la naturaleza no significa renunciar al trabajo que tenemos, ni abandonar la ciudad donde vivimos; se trata más bien de tener la actitud mental abierta que nos permita introducir en nuestra vida un conjunto de cambios que se traduzcan luego en calidad de vida. 
Se trata, no de regresar al pasado ni de volverse indígena, sino de tomar una decisión a favor de nuestra salud y, en el fondo, de nuestra vida misma, de la calidad de nuestra vida, que nos muestra rápidamente, al acercamos a la naturaleza, que sí se puede vivir mejor, que no es normal la enfermedad ni la infelicidad, que es posible vivir disfrutando y manteniendo indefinidamente la salud, que lo necesario tan solo consiste en realizar algunos cambios y, desde el lugar donde vivimos, reorganizar nuestra vida de tal manera que su calidad se convierta en una prioridad. 
Un secreto fundamental en todo este proceso es revisar nuestras prioridades, es decir, mirar cuánto tiempo asignamos a cada cosa que hacemos, ver cuáles realmente son las que nos consumen más tiempo y valorar su importancia real. 
Muchas veces creemos erróneamente que lo que realizamos es importante, cuando en verdad aquello no es más que un mito, incapaz de sostenerse ante el más mínimo análisis. 
Revisemos todo aquello que realizamos cada día con el elemental objetivo de darnos tiempo, porque si no tenemos tiempo, nada será posible. 
Quizá el primer paso de todo proceso de transformación sea recuperar nuestro tiempo, que equivale a recuperar nuestra vida. Personalmente, admiro a la gente que es capaz de afirmar: «Tengo tiempo”. En cambio, me generan tristeza las personas que dicen con frecuencia: «No tengo tiempo». 
Si no tenemos tiempo para vivir y realizar los cambios necesarios para mejorar la calidad de nuestra vida, ya estamos muertos, aunque no estemos en el cementerio. 
La recuperación de nuestro tiempo nos permitirá la maravillosa posibilidad de empezar a realizar lo que más amamos, de poder estar con más frecuencia con la gente con la que mejor nos sentimos, de poder viajar a tantos lugares hermosos que tiene el planeta y con todo ello a redescubrir que la vida es un regalo maravilloso para disfrutar. 
Y todo esto es ya parte fundamental de la terapia, de esa nueva terapia que no requiere de consultorio ni de medicamentos, porque trabaja modificando nuestro estilo de pensar, sentir y vivir. Con ello cambian nuestras relaciones, nuestras prioridades, nuestra calidad e intensidad existencial. 
Se trata, en definitiva, de refundar nuestra existencia, teniendo como eje cotidiano, donde sea que nos encontremos, la calidad de nuestra vida, constituida por salud y felicidad. 
Podemos estar varios días sin comer, algunos días sin beber, pero sin respirar apenas duramos unos instantes. 
Esto marca la importancia de la respiración, la cual no debería ser algo exclusivamente automático. Respirar conscientemente, aunque sea algunos minutos al día, llenar los pulmones totalmente después de haber vaciado su contenido completamente, primero a la parte inferior de los pulmones y luego, sin exhalar, subir ese mismo aire a la parte superior, un par de veces, subir y bajar y volver a subir y recién en la segunda bajada exhalar, actúa como un masaje interior que nos permite tomar mejor la energía que precisamos. 
La respiración abdominal o diafragmática es además relajante, imprescindible en tiempos de estrés como los actuales. 
Para quienes viven en las ciudades es necesario, por lo menos una o dos veces a la semana, salir a los bosques, a los parques, a las montañas o adonde haya naturaleza para oxigenarse, tomar baños de aire combinados con ejercicios adecuados a la edad que se tenga y, si el clima y las circunstancias lo permiten, con muy poca ropa, de manera que nuestra piel pueda entrar en contacto directo y energizador con el océano atmosférico en el cual estamos sumergidos como peces con ropa. 
Otro elemento fundamental para conservar la salud es el agua, el agua interna y externamente concebida. Los baños con agua fría son estimulantes de la circulación, deberán ser breves y mejor comenzando por los pies. 
Si se quiere mejorar la circulación sanguínea, es recomendable hacer baños alternos, es decir combinando frío/caliente, que pueden ser parciales, solo en los pies. Por ejemplo, sumergir durante tres minutos los pies en agua caliente y medio minuto en agua fría. Así durante unos veinte minutos todos los días, hasta que la circulación sanguínea de los pies, cuya salud se expresa en el calor de los mismos. Es posible y recomendable hacer esto con todo el cuerpo, aunque sea de vez en cuando, para lo cual resulta excelente visitar sitios con aguas termales donde también haya agua fría, para sumergirse quince o veinte minutos en la caliente y nadar cinco minutos en la fría, y repetir el ciclo varias veces. Estas son indicaciones con carácter preventivo, es decir pensando en personas sanas; quienes tengan problemas de salud o tengan una edad muy avanzada, pueden practicar estas enseñanzas tomando en cuenta su estado, es decir, con indicación personalizada, con asesoramiento especializado, el cual es más difícil de obtener mediante un libro.
Mientras escribo estas líneas voy bebiendo en ayunas un agua mineral natural de un pueblo de Hungría. Beber agua al levantarse, a una temperatura que nos resulte agradable, o una infusión o té de hierbas medicinales, resulta altamente recomendable. El resto del día bebe agua en cantidades no menores a dos litros, mejor separado de las comidas y que sea agua mineral natural o agua filtrada. Está claro que quienes quieran conservar su salud, deberán descartar cualquier otro tipo de bebida, más aun las que tienen colorantes, saborizantes y azúcar, además de abundante publicidad. 
A mayor publicidad, peor resultan para la salud. 
La alimentación de cada día resulta fundamental si nuestro objetivo es permanecer sanos. No es posible comer cualquier cosa que venden como alimento y esperar estar sanos. 
La mayoría de los restaurantes son los lugares donde comienza la persona a perder su salud, básicamente porque los alimentos están preparados en función del lucro y no de la generación de salud. Nada mejor que comer en casa, donde los alimentos son preparados con amor, elegidos por su calidad al comprarlos y compartirlos con alguien, si no vivimos solos, con quien tenemos conexiones afectivas que multiplican nuestra felicidad, porque todo esto es importante para una salud gestionada cada día a partir de nuestros actos. 
Uno de nuestros objetivos es que cada uno de nuestros alumnos, de nuestros lectores, sea un especialista en salud, al menos en su salud, para que luego, si así lo desea, pueda compartir este conocimiento con otros o simplemente dar ejemplo, buen ejemplo, en medio de una multitud que vive y bebe el mal ejemplo generalizado. Imagínate, hemos llegado al punto de pensar que estar enfermos es lo normal. Cuando mencionamos la importancia de la alimentación nos referimos a la necesidad de conocer nuestro cuerpo. 
Todos los cuerpos nacen con determinada vitalidad, la cual se va modificando con el paso del tiempo. Cada uno con su estilo de vida fue administrando, de diferente forma, esa vitalidad heredada, de manera que ahora, a la edad actual, se encuentra de un modo específico, distinto al de hace años, y también diferente a cómo estará más adelante. Este momento actual es lo que denomino coyuntura. Este momento y esta situación solo serán válidos por ahora, porque la vida es movimiento y vamos cambiando, o, si prefieres, envejeciendo, pero también ganando en conocimiento. A mayor conocimiento, mejor calidad de vida. Por ello insisto en la importancia de darse cuenta, de estar informados, de adquirir conocimiento y que este sea parte de nuestra vida, traducido en un estilo de vida inteligente. 
En este sentido, nuestra dieta, la de cada día, deberá tomar en cuenta nuestro estado de salud actual, nuestra edad, nuestra actividad diaria, porque no puede comer la misma cantidad quien realiza mucha actividad física que alguien que trabaja todo el día sentado, que va al trabajo sentado y que al llegar a casa se sienta, cuando no está acostado. 
Algunos recomiendan incluso adecuar la dieta al tipo de sangre que tenemos, en fin, la dieta también tiene que escuchar al cuerpo, ver qué alimentos nos sientan mejor, ver las combinaciones que no es recomendable realizar, etc. 
No existe una dieta buena para todo el mundo, la mejor dieta siempre será personalizada y eso lo puede hacer un especialista en el tema o cada uno, informándose adecuadamente y conociendo su cuerpo. En realidad, cada uno tendría que saber todo lo que necesita su cuerpo para evitar darle productos que luego, quizá a mediano plazo, se conviertan en generadores de enfermedad. En verdad, alimentarse es solo cuestión de supervivencia, es la administración de los equilibrios, preservando con lucidez el justo medio, evitando los extremos en casi todas las situaciones. Ningún exceso, ninguna carencia. Es recomendable, simultáneamente, aprender a escuchar el cuerpo, habituándose a la meditación y al contacto con la Madre Tierra. 
Resulta innecesario decir que están completamente descartados el alcohol, el cigarrillo y toda forma de droga, incluso las farmacéuticas, salvo excepciones de auténtica emergencia. Descarta también el resentimiento que contamina, el estrés que desgasta la energía, la insatisfacción crónica que podría traducirse en comer más de lo necesario y luego en obesidad y todo lo que ella apadrina. Haz lo que puedas hacer disfrutando. Esas son claves fundamentales para regalarse una salud duradera, ya sabes, sin salud, nada tiene sentido, incluso el éxito y la prosperidad resultan un fracaso, si el precio que pagas por ellos es tu salud. 
Emergen con frecuencia recuerdos de tanta gente conocida, que un día dejó de estar viva por haber descuidado su salud. 
Es feroz la enfermedad para quien se descuida, y obstinado el desequilibrio de quien no tomó la precaución de aprender a gestionar para sí una salud duradera. Es importante saber que la enfermedad no es causada por un microbio que se ensaña contra ti, sino consecuencia de no haber aprendido el arte sagrado de vivir. Quien se tragó el cuento oficial de vivir para trabajar y consumir, será testigo del naufragio de su existencia, mientras los dolores, leves al principio, se agrandarán, convirtiendo al cuerpo en escombro. 
Aun no comprendo cómo la especie más inteligente del planeta puede albergar en su vida pájaros negros que en desventurado vuelo fabricarán un destino innecesario. 
Que tu hora de partir sea cuando hayas cumplido tu misión. Que tu alma emigre oportunamente, sin la prisa impuesta por la negligencia ni la brevedad obligada por los errores, actualmente aceptados por ser practicados por la mayoría. ¿Quieres una salud duradera? Es posible tenerla si aprendes a convertir la oruga en mariposa y a levantar vuelo y ascender hasta la altura de la vida plena, donde el milagro de estar vivo se convierte en salud y felicidad. 
Quiero que bebas la sensación oceánica que habla el idioma del éxtasis y nos hace degustar el bufet de la unicidad, territorio soberano de la eternidad que nos espera. El siguiente itinerario te llevará a transitar el sendero del autoconocimiento. ¿Quieres acompañarme?
Chamalú.
Continuara....
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MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-6ª



Carta-6
Sin salud, nada tiene sentido.
Respiro profundo, me siento vivo, agradezco el regalo de un nuevo día; escucho una melodía que me agrada. «Sin letra estaría mejor», pienso.
La gente se aglomera, todos van en la misma dirección; escucho motores, bocinas, murmullos inentendibles, un camión se detiene sin apagar el motor, una mujer lleva tres niños a la escuela, va de prisa, ignora que el futuro de ellos está en otra parte. Es extraño, casi nadie se cuestiona las cosas, casi nadie se pregunta, sospecho nuevamente: la ignorancia es alimentada desde afuera. Increíble, nos regalan un breve intervalo entre dos eternidades y nos lo contaminan, abreviando aún más ese paso fugaz llamado vida. Hoy quiero referirme a la salud, requisito para estar en este plano, usando el vehículo corporal que nos dieron. Me sorprende lo poco valorada que está la salud. La vida quedará derrotada si no aprende el humano a conservar su salud; su energía permanecerá machacada, la muerte es el escarmiento para quien no aprendió a administrar bien y oportunamente su salud.
La salud es la esperanza celular navegando en un contexto de armonía; es la bodega visible del espíritu, envuelta con la sensibilidad que nos autoriza el placer, en conexión con la mente, libre de cadenas; la salud es el síntoma de haber aprendido a vivir, hilvanando lo invisible con lo sensorial; es la trasparencia corporal, traducida en brillo llamado felicidad; es la sinfonía que nuestros átomos deciden recrear para sincronizarse con el orden cósmico; es la ecuación perfecta que posibilita un funcionamiento armónico entre lo espiritual, lo mental, lo emocional, lo físico, lo social y la dimensión ecológica donde habita la Madre Tierra.
La felicidad no es posible ni tiene sentido el éxito si no hemos tenido la capacidad, la habilidad para mantenernos sanos, de manera que el primer aprendizaje que requerimos todos, y con urgencia, es conocer el antiguo arte de conservar la salud. Ignorar este elemental conocimiento podría ser motivo para transitar un camino equivocado, incluso durante toda la vida. Aún recuerdo las muchas veces que recurrieron a mí personas de diferente nacionalidad y edad, generalmente en excelente posición financiera, que nos ofrecían incluso todo lo que tenían, a cambio de devolverles la salud. Lamentablemente, la mayoría de ellos tomaron conciencia demasiado tarde, porque todo tiene un tiempo, un punto de no retorno, de manera que cuando ya es demasiado tarde, la propia vitalidad del individuo determina la imposibilidad del retorno a la salud.
Este quizá sea el primer secreto que todos deben saber, que sin salud, nada tiene sentido. Un segundo secreto radica en que, en muchos casos en los que la propia medicina oficial diagnostica las enfermedades como incurables, son curables bajo otros métodos. Resulta que, viendo el mismo problema desde otro punto de vista, nos permitimos contar con herramientas diferentes y con ello las posibilidades de retorno a la salud regresan inmediatamente. Podemos afirmar entonces que, luego de estar viviendo durante miles de años sobre la Tierra, el ser humano ha desarrollado diversos conocimientos para enfrentar sus problemas diarios; el retorno de la salud se ha practicado en distintas épocas y civilizaciones, de formas diversas y a menudo muy creativas.
En los últimos tiempos, como consecuencia de la occidentalización del mundo entero, se tiende a pensar solo de una manera. En este sentido se nos quiere hacer creer en respuestas únicas, y cuando ellas fracasan, convencernos de la resignación, de la enfermedad y hasta de la muerte, que son actualmente, rentables mercancías que generan ingentes ganancias. Cada problema y, en este caso, cada enfermedad, puede ser comprendida y superada la mayoría de las veces de muchas y variadas formas o con combinaciones de técnicas y conocimientos de diversa procedencia.
Otro secreto que es urgente difundir es el carácter psicosomático del ser humano. Esto recientemente lo admite la ciencia, sin embargo, nuestros abuelos lo saben y practican desde hace mucho tiempo. Psicosomático significa que algunas enfermedades, incluso varias de ellas muy peligrosas, pueden ser creadas o agravadas por la mente humana.
Y no se trata solamente de creer o no en la situación; somos una entidad muy compleja, no somos solo lo que se ve.
Disponemos además de un campo de energía que nos envuelve, que nos atraviesa y que en realidad es lo que somos: un campo electromagnético que dispone a su vez de distintos tipos de vibraciones que en realidad constituyen una indivisible unidad, de manera que podemos pensar que muchas enfermedades en realidad se gestan y empiezan en nuestro campo energético, en el cual pasan incluso una gestación más o menos prolongada, para recién en una segunda fase, quizá cuando el problema ya está grave, comenzar a somatizarse, es decir a instalarse en el cuerpo. Existe la tendencia a pensar que cuando aparece en el cuerpo, empieza la enfermedad, lo cual es un error.
La aparición en el cuerpo de un desequilibrio puede revelar, en muchos casos, su ingreso a niveles avanzados del problema, y esta situación contribuir a que la enfermedad tenga fama de incurable. Muchos problemas llamados incurables son totalmente superables, con la condición de que actuemos a tiempo y con un abordaje integral. Está claro que algunas enfermedades pueden comenzar en la mente, la cual, de momento, podemos asociar como ese conjunto de cuerpos energéticos que nos rodea y penetra.
Es bueno saber que la materia, como se presenta a nuestros ojos, no existe, porque lo que hay es energía en forma de ondas o partículas. Quizá por ello nuestros abuelos indígenas comenzaban muchas sesiones de sanación con una ceremonia de desagravio a la Madre Tierra, esto consistía en hacer las paces con el entorno, al cual habíamos agredido con nuestra imprudencia, porque enfermarse es romper el equilibrio de la naturaleza. Que las enfermedades pueden tener un carácter psicosomático significa también que nuestras creencias, nuestros miedos pueden influir, y mucho, en el desarrollo de un problema de salud.
Hemos conocido personas que se fabricaron una enfermedad o que la agravaron profundamente en poco tiempo.
Es suficiente temer enfermarse para que nuestra salud se resienta; es probable que muchas enfermedades se compliquen si estamos pesimistas; es seguro que nuestras defensas estarán más débiles al deprimirnos o entristecernos.
Todo esto antiguamente se tomaba como absurdas creencias populares, pero ahora la propia ciencia las acepta y advierte sobre la importancia de la actitud mental adecuada.
Sin embargo, no todas son malas noticias, así como nuestra actitud mental puede enfermarnos, también puede contribuir a nuestra recuperación. Recuperar la alegría y las ganas de vivir, enseñan los abuelos, es la mitad de la curación.
Obviamente, en el ínterin se tendrá que haber comprendido el mensaje de la enfermedad y realizado en nuestra vida los cambios que requiera la situación.
De manera que estamos en condiciones de afirmar que con una actitud mental adecuada, es posible mantener más tiempo la salud y recuperarla en caso de enfermedad.
Esto significa que la alegría, las ganas de vivir, el optimismo, la capacidad de disfrutar y el que nuestra vida tenga sentido, son componentes fundamentales de la conservación y recuperación de la salud y la felicidad.
Otro secreto que no debemos olvidar es que gran parte de las enfermedades revelan un estilo de vida inadecuado, asociado a su vez a actitudes equivocadas, a prioridades mal planteadas, a necesidades innecesarias y en definitiva a no conocer el sagrado arte de mantenerse sano. Esta situación nos compromete con la necesidad de plantearnos los cambios necesarios, es decir, no es posible recuperar la salud sin realizar en nuestra vida los cambios que la situación imponga.
El camino de la recuperación de la salud a menudo exige que renunciemos a determinadas creencias, porque si ellas nos enferman, modificarlas es un asunto de prioritaria importancia.
De igual manera, si se trata de hábitos antisaludables, de pensamientos inadecuados y de una actitud errónea ante la vida. No es posible recuperar la salud sin efectuar en nuestra vida las transformaciones necesarias.
Es importante no olvidar que la supresión de síntomas, el que deje de doler y molestar el cuerpo, no equivale a tener salud. En resumen, en esta carta dedicada a la salud podría decirte que salud y felicidad son sinónimos. Come sano, orgánico, disfrutando, sin excesos ni carencias; trata a tu cuerpo como lo único que tienes para vivir. Recuerda que los dolores y otros malestares son los gritos del cue
 
cuerpo que no fue oído en su lenguaje inicial. Quiero decirte también que la salud podría mejorar con el paso del tiempo, sin embargo, para ello, tu estilo de vida deberá mantenerte activo física y mentalmente, buscando equilibrios entre acción y relax, entre adentro y afuera. ¿Sabías que la gente infeliz tiene más infartos? ¿Que la felicidad estabiliza la presión y baja el colesterol? ¿Que solo debes comer cuando realmente tienes hambre, sin descuidar nunca la conexión entre tu cuerpo y tu mente? 
Antes de despedirme quiero decirte: come sano, pero sin obsesionarte; ten disciplina, pero sin rigidez; emerge en tu vida como una persona lúcida, inteligente, responsable a todo nivel, en especial con tu salud; cuida tu cuerpo, sin dejar de disfrutarlo; el río de la salud requiere del cause de la lúcida sensibilidad para desplazarse mágicamente por esta vida.
Tu cuerpo sabe lo que necesita, entonces no dejes de hablar con él. Descarta las modas, las dietas, las creencias sin fundamento. Diseña para ti un estilo de vida donde tu salud sea una prioridad. Deja a tu cuerpo salvaje, que siga teniendo sed de agua, ganas de danzar, nostalgia por la naturaleza y una interminable alegría surcando tu cuerpo. 
Salud es la gota pura del orden cósmico invitándonos a defender la fiesta de la vida, a la cual fuimos invitados en cuerpo y alma. En la próxima carta, quiero compartir más claves contigo. La salud es tan importante y, sin embargo, aún camina tambaleándose con sobredosis de ignorancia.
Chamalú.
Continua....
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MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-5ª



Carta-5
Deja que el amor se haga cargo de tu vida», dije al comenzar la conferencia ese día.
Entonces, poniéndose de pie, ella preguntó: «Chamalú, qué es el amor?» El amor es la energía más poderosa, la vibración más hermosa, es besar a la vida en la boca, interminablemente, es recordar solo buenos momentos, es cambiarle el nombre a todo y ver colores en todas partes.
Es llenar la vida de sueños, pintarlos de colores, habitar castillos en el aire, luego de ponerles los cimientos del realismo. Amar es ver lluvias de flores, coleccionar pétalos e ir por el mundo repartiendo la sonrisa de las flores, es olvidar las ofensas, clausurar a la víctima y al verdugo y reemplazarlos por el lúcido que navega aguas diversas.
Amar es desatar todos los miedos y que se extravíen, es añadir locura a la cordura, es tomar por la cintura a la sorpresa y que te presente a la inseguridad, para hacer las pases y nunca más en el futuro buscar la utópica seguridad.
El amor me permite pasear a mi crecimiento por las calles del presente. Soy el que te dio el abrazo, el hombre que caminó hasta ti para decirte: «Es hora de vivir»; el que desgarrara tu soberbia y cruzará el umbral de los buenas modales.
Es que no puedes morirte sin haber aprendido el sagrado arte de amar. Quien no ama, no sabe lo que se pierde.
Entonces concluimos que el amor es la puerta al paraíso, es el perfume de las huellas de quien va despierto por la vida. ¿Sabías que la vida te ama?... Pero para hablar su lenguaje profundo, precisas ser tan feliz que el amor germine en ti y florezca en forma de miradas, de sonrisas y palabras.
La plaga del sinsentido se fumiga con amor. Te aclaro que el amor es transparente, por ello mucha gente se confunde y elige los señuelos. Cuánta gente cree que duerme con el amor y en verdad se acuesta con el autoengaño, que suele estar en buen estado físico para ser más persuasivo. Lo primero que aprendí es que el amor exige una condición antes de presentarse: que seamos felices. Lo primero que viene a mi memoria cuando escribo sobre el amor, es que este es inefable, lo sientes y tu energía te delata inmediatamente. Hoy amanecí sereno.
Al levantarme, guardé un poco de silencio para usarlo cuando me desplace por la ciudad. Anoche había un sonido persistente. Al detenerme descubrí la causa de ese detalle sonoro: era una preocupación reciente vinculada a lo financiero.
De este tema quiero hablarte en otra carta. Quiero contarte también que a veces el ajetreo de pensamientos me recuerda al tráfico de las grandes ciudades y sus interminables diálogos de neumáticos con asfalto, estrés con velocidad, semáforos cansados con policías exhalando agotamiento existencial. Recuerdo gente trabajando en la alcantarilla, reventados por el frío o golpeados por el calor, sudorosos o tiritando.
¿Esa es la vida? ¿Quién decidió que la vida era eso? Me rebelo por un momento, no podemos permitir que nos roben la mejor etapa de la vida, que es hoy día, me digo a mi mismo.
Una pregunta me rodea con insistencia… «Chamalú, aun no comprendo qué es el amor». Su color es como el de la eternidad, que se presenta a la hora vespertina y desde las alturas nos recuerda que la vida es mucho más de lo que nos contaron.
El amor es lo que da sentido a la vida. Quizá suene extraño, pero me encanta la idea de estar vivo, de saborear la felicidad y permitir que el amor se haga cargo de mi vida.
Haz lo que amas, repito y repito con frecuencia, y compleméntalo amando lo que te toca hacer, entonces el amor será tu nuevo ropaje y te vestirá de presencia plena.
«¿Qué debo hacer para amar?», me preguntan con frecuencia, «Instalarse en la dimensión de la felicidad donde germina el amor», respondo. ¿Sabías que el amor nace después de haber descartado al miedo, que por antihigiénico no tiene pisada dentro la vida de quien se respeta a sí mismo?
Para ello es necesario también conocerse, trabajarse y aprender a renunciar y en especial a amar, porque no se puede amar sin haber aprendido a amar. Vivir es crecer y crecer es amar, amar es perdonar y rápidamente olvidar, para no contaminar el presente con nada de lo que ya fue.
El amor verdadero tiene apellido: AMOR INCONDICIONAL, por eso cuando sale a la calle no espera nada. No se cansa de dar porque no da según merecimientos de los demás, da porque dar, es decir amar, es su manera de vivir.
El amor es un apasionado por la vida, pero al mismo tiempo es experto en desapegos, para preservar su libertad que le permite volar. La felicidad se enamora del amor que se enamora de la libertad, que se enamora de la paz y todos, todos viven enamorados de la vida.
Solo podemos amar cuando estamos hipnotizados por la felicidad, en ese estado también podemos dejarnos amar sin prejuicio. Amar es admirar, es sorprenderse, es entregarse, es vivir al máximo, sacarle chispas al instante. No te mueras sin haber amado intensamente, sin haber auscultado todos los rincones del territorio del amor, sin haber desgranado todo tu potencial afectivo, sin haber desplegado a lo ancho de todo tu horizonte vivencial lo mejor de tu potencial interior.
Amar es dejarse llevar por el viento de las circunstancias, sabiendo cuál es nuestro Norte; es jugar con los problemas, tenderse sobre ellos, invitarles a bailar, guardar por un momento la cordura, debidamente doblada para evitar arrugas innecesarias, y soltar tu enloquecida alegría, para después arrullar a la serenidad y volver a escuchar el gemido del silencio mientras recuerdas los momentos vividos aún ardiendo y la felicidad arreglándose el pelo, para recibir al próximo instante. El amor está más allá de toda regla, porque permanece regulado por la conciencia que da las últimas instrucciones en cada situación. Desde el amor, tenemos permiso para todo, por ejemplo, critica, pero critica con amor. El amor actúa como organizador existencial porque en el fondo, es el que da sentido a la vida y con ello incrementa la posibilidad de comprender la misión que traes, garantizando la evolución. Todo esto, obviamente no son solo palabras, precisan convertirse en estilo de vida. En esta perspectiva, te pido que profundices en tu capacidad de amarte, sin olvidar que si amas, te amarán más. Te sugiero amar la vida y sus sorpresas, hacer especialmente lo que amas, entonces, no será necesario tomar vacaciones. Adicionalmente, cuando te amas, sanas heridas emocionales, algunas incluso desconocidas para ti; cuando te amas, ya no hay motivos para sufrir, pase lo que pase.
Sé amoroso y compasivo, pon pasión en todo lo que hagas, sin dejar muy lejos la vigilancia del desapego, un buen guardaespaldas que preserva la libertad, que a su vez garantiza la autenticidad. Vivir es aprender a crecer, en este sentido, cambia lo que no te gusta de ti, pero cambia desde el amor. Para vivir bien, no necesitas una religión, necesitas saber amar y para ello haber aprendido a ser feliz y quizá antes de ello saber estar solo.
En ese contexto de autoconocimiento, aprenderás a conocerte a tal punto que terminarás volviéndote experto en manejar tus emociones, simultáneamente, aprenderás a desmantelar tu armadura de miedo, represión y rigidez.
Todos venimos de una larga historia tribal, en nuestros genes está la memoria ancestral de cuando vivíamos en comunidad, cuando nos protegíamos juntos, cuando lográbamos sobrevivir gracias al trabajo colectivo. Actualmente, igual que en la remota prehistoria, necesitamos reunirnos, sentirnos parte de algo más grande, necesitamos contar lo que nos pasa, dar y recibir afecto. Durante los últimos tiempos la familia cumplió ese rol reemplazando el de la desaparecida tribu, sin embargo, vivimos tiempos de gran crisis conyugal, presenciamos la desintegración de cada vez más familias, quedando huérfanos de afecto. De la tradición polinesia aprendimos que el déficit de afecto equivale a la desnutrición y terminamos enfermándonos. Ante este panorama, te propongo constituir tu red de afecto y confianza, esa tribu invisible pero real constituida por seres que amas y en los que confías. No importa la cantidad que sea, pero el saberse extrañado, amado, el saber que cuentas con un hombro donde apoyarte y administrar la humedad de la nostalgia, garantiza la preservación de la felicidad, de la cual depende nuestra capacidad de amar. Sin demora, constituye tu red de afecto y confianza y que tus pupilas contemplen tu soledad acompañada, quizá no en lo geográfico sino en lo vibratorio. Es bueno que la confianza duerma tranquila, que la nostalgia solloce en paz, que tengamos el contexto adecuado para esparcir nuestra felicidad y que en el jardín de tu corazón cultives ininterrumpidamente las flores del amor, de pétalos transparentes y fragancia luminosa. Amar es, sin duda, la mejor manera de vivir, es guardar la luna llena en el estanque del jardín de tu corazón e ir por la vida dejando huellas de luz. ¿Sabías que la luz es la sombra del amor? Nos reencontramos si quieres en la próxima carta, donde quiero poner sobre el papel lo que aprendí de los sabios ausentes, para no enfermarse y administrar con éxito una salud duradera.
Chamalú.
Continua...
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Francesco decide volver a nacer- Capitulo 18


Capítulo dieciocho 
La vida de los maestros también es agitada. Todos cumplen tareas. Ellos son curiosos y quieren saber de ti, qué haces y qué dejas de hacer. Miden tu luz espiritual y de esa forma se dan cuenta de cuánta fe eres capaz de cultivar en tu corazón. 
Quizás tu luz no siempre sea brillante. 
Quizás los maestros necesiten alguna cosa de ti. Pero no te preocupes, ellos saben bien lo que hacen. Mientras tanto, Camila recibe la visita de Damián. 
Ella estaba saliendo de su casa cuando lo vio cruzar la esquina. Llevaba un paquete en la mano. ¡Está flaco!  pensó Camila.
Se le caen los pantalones, su cabeza calva lo deja muy fresco. Creo llegar a verle la mirada un poco dura. Creo ver sus ojos algo hundidos. Ahí viene, ¡qué alegría encontrarlo! 
Ella se baja del auto, lo abraza y casi sin querer le tira el paquete que tenía en la mano. 
Mira, te traje un pastel pero veo que ya te vas. ¿Llegué en un mal momento? ¡Claro que no, siempre es buen momento para verle, para quererte, para hablar contigo! No llores, no llores le dijo Damián al abrazarla. 
Déjame hacerlo, esto es muy fuerte, le he pedido tanto a mi Dios que te sane y a mi gurú también, el de la India ¿recuerdas? Ahora no sé a quién agradecerle. 
Por las dudas le daremos las gracias a todos, pero yo vengo a agradecerte a ti, porque me has dado tanto amor. Y aunque el amor que me dio mi familia fue increíble, cuando alguien que no te conoce te cuida con tanta dedicación y amor como lo has hecho tú, eso tiene el doble de valor.
No digas eso. Yo soy siempre así, pero contigo me ha pasado algo diferente. 
Sentí que no estaba ante un chico común y te vi muy sabio tomando de un modo increíble tu enfermedad. No sé si tu religión o tu forma de ver la vida fue para mi todo un descubrimiento, pero no creas que yo tuve que ver con tu evolución. 
La medicina también hizo lo suyo, no le quites mérito. Claro que no, pero creo que el amor todo lo puede y si a alguien le toca irse de este mundo y a esa persona le dieron amor hasta el último suspiro entonces todos deberían quedar en paz. 
Sin embargo muchas veces veo en el hospital que hay mucha gente que muere sola. 
¿Sabes qué dicen en mi religión? Que cada uno se va como quiere irse. Yo tuve la suerte de quedarme, siempre me gustó la vida, aunque quedé bastante confundido con todo lo que me pasó en estos últimos tiempos. 
Lo de la visita del maestro, el verme fuera de mi cuerpo y escucharme gritar que tiren ese cuerpo a la basura, ¿eso no te lo he contado o si lo he hecho? No, no lo sabía, pero te creo. 
El hospital está lleno de estas historias. 
Los médicos dicen que es producto de la anestesia, del encierro, de los medicamentos, pero la verdad no se sabe. 
Tú no habías pasado por ninguna experiencia así. Ahora que recuerdo los médicos le habían dicho a tus padres, estando totalmente seguros de los resultados de los estudios, que habían hecho todo lo posible para salvarte y cuando la última doctora, la jefa de médicos, dijo ''lo siento mucho ", entonces tú empezaste a gritar "estoy bien, estoy bien ". 
La doctora quedó blanca, no se desmayó porque no tuvo tiempo, pero creo que poco le faltó, Damian miró hacia el piso. De sus ojos empezaron a brotar grandes lágrimas. 
¿Qué te pasa? le preguntó Camila acongojada. Quisiera contarte algo, no puedo callármelo pero no se lo puedo contar a otras personas porque no se si me creerían. Sólo te pido una cosa: si no me crees dímelo, no me ofenderé. -Cuéntame, por favor. 
¿Recuerdas que te había contado que todos los días venia a visitarme un ser delgado luminoso parecido a Jesús? El apareció para buscarme como habíamos quedado de acuerdo en la última visita. Entonces entró por el tragaluz, como siempre, se acercó flotando en el aire y de pronto estiró la mano y quiso tocarme la mía, pero no podía porque su mano era transparente. 
Sin embargo, podía sentir su calor. Pero grande fue mi sorpresa cuando me dijo: "te daré la formula para sanarte, vamos, sigue mis instrucciones". Yo hice paso a paso lo que me fue indicando. Fueron unos minutos nada más. Cuando lo terminé de hacer se me empezó a deshinchar todo el cuerpo, comencé a sentir que el aire entraba por mis pulmones como si fuera la primera vez que respiraba. 
Me tomé todo el aire de golpe, miraba mis manos y no podía creer cómo cambiaban de color.
El me hizo un corazón en el aire con la misma mano que me había tocado y antes de irse me dijo: "te dejo una tarea, haz esto con cada persona que se enferme ". Y me dio una receta para sanar a las personas. 
Y Camila escuchaba la narración tan emocionada que su piel se había erizado. 
Le dijo: Por favor sigue. Cami, no sabes cómo se ve la vida después de pasar por una experiencia así. 
Ahora me veo en el espejo y me veo totalmente feliz. Cuando algo así te pasa todo el entorno cambia. Mis padres se peleaban por dinero, por tonterías. Mi hermano no quería estudiar, mi abuela se quejaba de sus hijos y ahora cada uno ha cambiado de modo asombroso. 
Todos están en plena armonía. Y yo... y Damián se quedó pensando y Camila lo interrumpió. -~Y tú tienes mucho camino por recorrer le dijo. Claro que sí. 
Lo único que me queda es esperar un tiempo para estudiar o hacer algún deporte. 
Mientras tanto pensaré qué quiero hacer. 
¿Y qué quisieras hacer? Quisiera viajar. Cuando estaba por morir pensé en que poco había viajado. Nadie tendría que irse de esta vida sin conocer el mundo, sin conocer a los otros hermanos de otras religiones culturas, eso es vivir. Además cuando partes de este mundo no te llevas mas que sensaciones, lo que viste, lo que oliste, lo que gustaste, lo que tocaste.
la mortaja no tiene bolsillos, dice mi abuela. ¿Ya dónde irías? 
Quiero que me acompañes a India, quiero conocer el lugar al que fuiste, el de tu gurú, el de los olores a sahumerios. 
Pero es que recién he llegado, y tú debes dejar pasar un tiempo para hacerte los estudios. 
Podríamos poner una fecha, porque recuerda que los sueños no tienen fecha de nacimiento, pero tampoco quiero ser viejo para hacerlo. 
No, claro, si tú fueras viejo yo te acompañaría desde otro lugar. Te ahorrarías el precio del viaje. Pero no sería lo mismo. No, seguramente que no. Desde cualquier lugar que viajes debe sentirse diferente. Damian le pidió a Camila un cuchillo para cortar el pastel y le sirvió el té. Luego tomó entre sus manos un portarretrato de sus hijas, las miró y le dijo cuan bonitas eran. Ella como madre orgullosa dijo que eran los motorcitos por los cuales vivía. 
Pero los hijos no son todo, necesitas un amor, alguien que te quiera de verdad, no puedes seguir sola. ¿Qué sabes tú de la vida? Eres todavía muy pequeño -le dijo Camila. 
No te creas. Para vivir el amor no hay edades. Y además Acuerda que estoy por cumplir veinte años y que sé cómo se siente solo.
Y quién te dijo que yo quiero estar acompañada. Bueno no te enojes, parece que estás fóbica. 
No es que le tenga miedo a las relaciones, sin embargo estando enamorado se sufre. 
Si, pero también sirve para que puedas darte cuenta de que estás viva. Sí, es cierto. ¿ Y tú qué sabes de estar enamorado? - Nada, pero ahora que me dieron otra oportunidad me enamoraré nuevamente. 
Eso no se programa. 
Todo, Camila, todo se puede programar. 
Esa es una de las recetas que me dio el señor del cielo, el que me sanó. 
Podrías contarme la receta para sanar que te dio el señor que entraba a tu habitación el visitante del tragaluz. 
¿Quieres saber de qué se trata? 
Sí estoy ansiosa. ¿Tú me creerías? ¿De verdad serías capaz de entender lo que te voy a contar? Pero qué dices, Damián, si después de vivir el milagro que has vivido, mejor dicho que hemos vivido, al verte renacer como el ave fénix, podemos creer cualquier cosa.
Ok, entonces prepárate, abre bien tus orejas y tus ojos, porque no lo podrás creer. 
Este extraño ser me pidió que esta receta trascienda y llegue a la mayor cantidad de personas, así que como ahora tengo una misión te estaré involucrando para que me  
ayudes a pasar de boca en boca esta receta. Ahora necesito ir a mi auto a buscar un papel en el anoté la receta que él me dio para sanarme.
Yohana Garcia.
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jueves, 21 de julio de 2016

MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-4ª



Carta-4
Mis amigos tienen tapa en el rostro y piel de páginas, son muchos y constituyen una constelación de asesores que aderezan mi soledad, convertidos en una cantera de ideas.
El gato pasó la noche en la biblioteca, me mira desde lo alto, con antiguas enciclopedias se armó una suite libresca; observa y, al hacerlo, nada parece perturbar su atenta mirada, es su forma de vivir el presente, instalado totalmente en el momento, convertido en lo que hace; es un buen maestro del aquí y el ahora.
Recuerdo la primera vez que, en mi temprana adolescencia, pude comprar un libro, lo guardé como un tesoro.
Desde entonces han pasado tantos años, tantos libros, me pregunto cómo viviría si volviera a nacer, me acerco a la ventana de la calle, el ritual de todos los días en forma de transeúntes que caminan sin preguntarse.
Suena el teléfono, escucho a mi madre, ella sufre por si acaso, pronto serán robots los conductores y… también los pasajeros. Ayer me llamó el padre de la hija que sin aprender a vivir se lanzó a la vida y así le fue.
La mentira está de moda, el autoengaño es su peor versión. Vuelvo a lo mío, en este momento escribiré la carta numero cuatro. Me propuse la pregunta: «¿Cómo logré alcanzar la felicidad?» He dado conferencias por todo el mundo y la pregunta referida al cómo, a la manera, se repite con frecuencia.
Las preguntas predilectas son ágiles y aluden más al fondo del tema, porque las maneras pueden ser tantas como personas.
El cómo se fabrica, se inventa constantemente y tiene el sello de la personalidad de cada uno y el matiz de la coyuntura existencial del protagonista.
Lo primero que aprendí es a agradecer por todo lo que me pasa, después a descubrir que de cualquier situación es posible extraer una enseñanza, eso me permitió valorar la vida desde sus detalles más pequeños.
Por momentos llegué a sentir agradecimiento por poder pisar la tierra con mis pies, agradecer el color de la luna y el calor del sol paseándose por la geografía de mi piel, agradecer por el
territorio del crepúsculo que cada atardecer bañaba de colores el horizonte y las manos callosas del agricultor que siembra lo que apacigua mi hambre, de esa manera descubrí que lo más importante de la vida no incluye el tañido de campanas, porque la vida preserva un bajo perfil, transcurre casi desapercibida para quien no está atento, pero es abundante para quien la descubre. Aprendí que solo debo fijarme en los demás para aprender de ellos o ayudarles, que vivir se parece más al fluir del agua por el río, por un cause sembrado de piedras que la inteligencia del agua no percibe como obstáculos; aprendí que puedo confiar en mí y en mis sueños, que estos pueden ser mi próxima realidad a condición de soñarlos con fuerza, de soñarlos dormido y despierto, de considerarlos ya reales aunque permanezcan de momento en otro plano.
Aprendí que se trata de ser feliz a cada momento, con independencia de las circunstancias presentes, porque la felicidad, si proviene de afuera, no es verdadera.
Descubrí la importancia de implicarme totalmente en la vida y de esa manera multiplicar mi felicidad; me di cuenta de que la gente está mal preparada para vivir bien, que solo recibió entrenamiento para la infelicidad de la que te hablé en una carta anterior, que la vida se pone de colores cuando aprendemos a disfrutar en principio de lo que tenemos, en vez de quejarnos de lo que carecemos.
Ahora sé que la felicidad no consiste en tener muchas cosas sino en saber disfrutarlas con agradecimiento e inocencia.
En verdad la felicidad es un premio para quien se ha despertado. ¿Despertarse, dije?... ¿Qué es despertarse?... Despertar es fundar la esperanza y encontrarle gusto a todo, presentir que la vida es ir por el tiempo repartiendo magia. Despertarse es sentir la piel de la existencia y constatar que el milagro es posible, imprescindible, que somos compañeros del misterio y que la felicidad es la manera de descubrir la vida. Despertar es darse cuenta de que todo es uno y todo está vivo y por ello desatar reverencias e inaugurar ceremonias, porque la vida de quien se ha despertado es un ritual sagrado que se hilvana cada instante con hilos de otras realidades.
Quien ha despertado, cuando llega el final no muere, amanece
a otro día, prescindiendo del vehículo corporal que usó en este plano. Incrementa constantemente tu bienestar, empero debo advertirte de algo que caracteriza a este tiempo, a este modelo de civilización. Ha surgido en los últimos tiempos una cultura del bienestar light de corte narcisista que privilegia exclusivamente la apariencia, llegando al extremo de rendirle culto a la eterna juventud, recurriendo para ese banal objetivo a las cirugías y a otros procedimientos de moda.
Para ellos, mantenerse en forma es más importante que ser feliz, maquillarse el rostro es más importante que lograr la paz interior, tener o aparentar tener resulta más importante que ser o hacer un trabajo interior. Confunden dinero con felicidad, reemplazando el bienestar auténtico por placeres sintéticos, casi siempre provenientes de actividades recreativas o consumo de estimulantes. Ellos enfatizan en la dieta, pero no por razones de salud sino solo de apariencia, han hecho del individualismo su estilo de vida; consumen obsesivamente marcas, buscan la calidad en todo producto y servicio menos en la calidad de su vida, constituyendo segmentos de hedonismo frívolo en descontrol, lujo y derroche, llegando al extremo de convertir el placer en un fin en sí mismo, mientras simultáneamente renuncian al pensamiento crítico y a la lúcida rebeldía, a la lectura y a la solidaridad.
Se trata de una cultura de la pseudofelicidad frívola, desconectada de la problemática social y ecológica, que ha reducido su felicidad al nivel de placeres artificialmente inducidos, en un contexto de consumismo creciente.
Nada tenemos en común con esa propuesta y estilo de no vivir. Nosotros apuntamos a una felicidad que parte del autoconocimiento, que incorpora trabajo interior, una felicidad convertida en estilo de vida que incluye crecimiento constante y transformación.
Para nosotros, la felicidad es condición natural de existencia; la felicidad pertenece al ámbito de la magia, por ello es tan momentánea como la vida misma.
Cuando se trata de lograr la felicidad, no importa que sea difícil o parezca imposible, si estás seguro de que el camino elegido es ese, que nada ni nadie te detenga. Si te vistes de sueños, mejor aun; empero, nunca dejes de prepararte para lo que elegiste; es necesario que seas muy bueno en lo tuyo, porque en este tiempo hay abundante competencia, sin embargo, el éxito está reservado para quienes identificaron su misión, y luego de encontrar al interior de ella su profesión, aprendieron a disfrutar de todo lo que hacen y a crecer con todo lo que les pasa. Aprender a ser feliz es más importante y más prioritario que estudiar una carrera.
Recuerda, somos consecuencia de lo que elegimos, y vivir es elegir; recuerda también que eres único, que nadie más que tú sabe la verdadera historia tuya, por ello no esperes ser totalmente comprendido, eso es tan imposible como innecesario, sin embargo, tenlo claro: que puede impedirte ser feliz. Si además de tener tus objetivos claros y las maneras en constante mantenimiento vía autocrítica, ayudas a los demás, si alegras la vida de los otros, tu felicidad se habrá incrementado. Si eres feliz, usa al máximo tu inteligencia, entonces, tu propia lucidez y sensibilidad te harán comprender, una vez lograda la felicidad, que es tu deber contribuir a la felicidad de los demás. Lo hermoso de la vida es que la felicidad es un mundo exclusivo, diferente, soberano, es aceptar el flujo de la vida pero desde tus objetivos, es comprender que la felicidad no llega por casualidad. Quizá seamos insignificantes para el Universo, pero somos la expresión única de la vida y eso nos hace maravillosos. La vida es para buscar la felicidad y la felicidad para buscar la vida. En esta época, recuérdalo siempre, hay que estar preparados para todo, en especial para ser felices sin olvidar que la gente feliz, si bien busca constantemente la armonía, busca también sensaciones nuevas, porque vivir con felicidad se parece más a una aventura que a instalarse en una zona confortable donde lo único que pasa es el tiempo.
Estás vivo, pero no es suficiente: que desborde tu vida en toda dirección, que se amplíen tus límites, que se incendien los últimos temores y que tu soledad se pueble de colores, porque la felicidad nos gradúa de dioses explorando las posibilidades de la vida, mientras el fuego se consume y la eternidad transcurre, instante a instante.
Lograda la felicidad, su consecuencia inevitable es el amor, y quiero hablarte de él, de aspectos del amor que nunca fueron compartidos, y quiero entregártelos a ti. Presiento que quedarán en buenas manos.
Chamalú.
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MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) carta-3ª


Carta-3

Ella duerme hasta tarde, se levanta cansada, se emociona con una buena noticia, grita descontrolada a mediodía, se deprime por la tarde, saca de paseo su adicción a la hora vespertina. 
Él se acuesta al amanecer, el alcohol es su mejor amigo, desconoce su misión y la felicidad le parece sospechosa; el desorden de su habitación se parece a la confusión mental que le caracteriza. Una pareja incinera los últimos pedazos de un sentimiento compartido; él la recuerda inestable, ella solo evoca sus ronquidos. Todo esto es lo que se llama una vida normal en la cual ya nadie se plantea la felicidad como condición natural de existencia; cada uno se resigna a vivir saltando de una alegría sintética a otra, de una dependencia a otra, mientras surfean emociones que no controlan al interior de una vida que no conocen. El secreto mejor guardado de la felicidad es que no hay secretos para ser feliz, no hay camino; en cambio, existen muchos pasos para lograr la anhelada felicidad, buscada por todos en el lugar equivocado. 
Comencemos admitiendo que la felicidad es posible y está al alcance de todos, de todos los que se preparen e inicien en el sagrado arte de vivir. ¿Requisitos para ser feliz? 
Ninguno, solo darte cuenta de que estás vivo y que esto es lo más maravilloso que podía ocurrirte. 
Solo necesitas una oportunidad para ser feliz y es esta. 
Es posible ser feliz, acordamos esto, empero es preciso saber que el color, el tono de la felicidad puede ir cambiando, porque ella no es un lugar al que se llega sino una forma de avanzar. Valora todo oportunamente. 
Quizá debas comenzar aprendiendo a conocerte, a amarte y relajarte, recuerda que la felicidad depende en gran medida de lo que pensamos, de las emociones que tenemos, de los actos que realizamos, de los hábitos que poseemos. Podríamos decir que ser feliz es fácil, empero cada uno deberá desarrollar las destrezas para mantener esa felicidad lograda.
La flor es la felicidad de la planta que luego posibilita el fruto del amor y la semilla de la paz, en el amplio ambiente de la libertad. No pidas permiso para ser feliz, la vida incluye esa suprema autorización, si quieren, el miedo y la soberbia pueden irse, la felicidad no requiere nada más que sentirse viva, germinando en el hueco de cada instante. 
En la felicidad cabe todo, desde solidaridades intensas, hasta amores incondicionales, desde paciencia infinita hasta montañas de creatividad. Parece caótica la topografía de la felicidad, empero es solo su perfil permanentemente innovador, por eso no se puede pensar en recetas para ser feliz, porque ella es siempre íntima y personal, abrazadora como el calor del desierto, creciente como la luna aspirando a llena, silenciosa como el rocío, majestuosa como el amanecer. 
Cuando viajé por primera vez a la gran ciudad, contemplé con asombro infelicidades brotando por las grietas del asfalto de esta civilización. 
No había perfume en sus arterias y la inocencia estaba cubierta de miedo. La esperanza estaba derribada y el optimismo había sido enviado al fondo a la derecha. No fue fácil responder las preguntas que me hacía mi conciencia, en especial aquella que esa noche salió de golpe de un callejón oscuro de mi memoria y me interrogó acerca de la muerte de la felicidad. 
Esa duda echó raíces en el jardín de mi corazón durante mucho tiempo, hasta que llegué a la comprensión de que la felicidad no se busca, se siembra en nosotros y luego germina, crece y florece. Aprendí también que precisamos aceptar las pocas cosas que no se pueden cambiar; la mayoría de ellas están esperando nuestra creatividad, nuestra voluntad pétrea, para ser transformadas sin resistencia ni dolor. Aprendí también que debo entrenar mi mente para ser feliz, porque, inicialmente, a mí, como a todos, me convencieron de que la felicidad no es posible, que solo podemos posibilitarnos alegrías fugaces. Ahora tengo claro que aceptar situaciones que no podemos cambiar no es adaptarse, porque casi todo puede cambiarse, que para ser feliz precisamos aprender el milenario arte de fluir, que nos llevará al vivir conscientemente y desde esa situación a ser creadores de nuestra felicidad, mientras nos implicamos totalmente con la vida en su versión plena. 
Todo lo que necesitas para ser feliz es estar despierto, es decir, darte cuenta de que no hay circunstancias negativas si la actitud es buena. Desde ese enfoque, lo que piensen de ti será siempre secundario. Concéntrate en lo que estás haciendo, en disfrutarlo intensamente, porque de esa manera todo saldrá mejor. Incluso cuando te equivoques, hazlo aprendiendo. 
Estás condenado a ser feliz, pero puedes elegir la forma de serlo. Si me preguntas acerca de los que no son felices, te diría que ellos incumplieron la condena que en el fondo incluye el mapa del cumplimiento de la misión que traen. 
Ellos, renunciando a la vida, se resignaron a sobrevivir miserablemente. Te propongo, haz dialogar a lo que quieres con lo que puedes, identifica tus talentos y capacidades, prepárate para ser experto en lo que eres bueno, asegúrate de disfrutar de lo que haces, instálate profundamente en el presente, esas son algunas claves fundamentales para avanzar por el sendero de la felicidad. A todo ello podemos añadir la importancia de tener claro que no podemos anclar nuestra felicidad a nada ni nadie; la urgencia de conocerse y confiar en uno mismo, la necesidad de disfrutar la disciplina y hacerse amigo de la perseverancia, además de no temer cometer errores porque hasta ellos pueden ser pasos adelante. 
La felicidad es relativa como la vida, no busquemos nada más grande ni duradero que la vida misma; hay quienes se pierden el placer de disfrutar de las cosas pequeñas y simples de la vida por esperar grandes acontecimientos. 
A lo largo de mi vida he aprendido a valorar todo lo que se me presenta; lo que no me sirve hoy, me servirá algún día, solo tengo que seguir fluyendo. Desde la ventana de la edad que tengo ahora, he presenciado tristezas vanas y preocupaciones innecesarias. No todo está en nuestras manos y es bueno que así sea, de esta manera no nos privamos de las sorpresas, que le dan un sabor especial a la vida. Hay enseñanzas que vienen tan silenciosas, que hasta pasan desapercibidas, mientras otras vienen a galope, temprano o a la hora del crepúsculo, cuando ya todo parece concluido, por ello me gusta dejar algún instante encendido y mi corazón disponible para el nuevo aprendizaje. Aprendí también que la felicidad está íntimamente relacionada con el amor a la vida. «Haz lo que otros no se atreven a hacer», me dijo un día mi conciencia, entonces mi felicidad se multiplicó de inmediato. 
Si no te diste por vencido, mereces vivir como sueñas, empero precisas recordar en todo momento que la felicidad viene de la mano del trabajo interior, que para ser feliz hay que aprender a vivir, que la felicidad es una delicada planta que se cultiva día a día, que el Universo eres tú, que la vida eres tú, que la felicidad siempre estará fuera de tu alcance si no aprendes a valorar lo que tienes y a disfrutarlo. 
Quizá un buen comienzo sea imaginar cómo quieres vivir; en mi caso, siempre visualicé mi infelicidad destrozada y los miedos pulverizados, dejé solo uno, para que me diera miedo vivir en vano. Imaginé un camino luminoso y la libertad trepando por todas las prohibiciones; imaginé viñedos produciendo amor y constelaciones de sueños acompañando mi soledad. Me vi a mí mismo ebrio de felicidad, con una abultada cuenta bancaria de conocimiento y antiguos cofres de sabiduría convertida en vivencias plenas; me vi acostumbrado al amor, en su versión incondicional, y viajando a muchos corazones, surcando océanos de luz, transportando las semillas de la sabiduría ancestral. «Soñar no cuesta nada», diría algún veterano aburrido, solo que soñé con tanta fuerza, que mis sueños ascendieron transparentes hasta el nivel de la realidad, ahí solo me tocó ponerles cimientos a los castillos que permanecían en el aire. 
Un día, revisando la historia de Francia de los años sesenta, me encontré con el grafiti: «Seamos realistas, pidamos lo imposible», y eso hice. Desde entonces he vivido 365 sueños por año, cada día es por primera vez porque cualquier día podría ser el último. Esos son los secretos de mi felicidad duradera. ¿Comprendes? Hay una sonrisa en mi nostalgia por todos los amaneceres vividos. Estos secretos pueden aprenderse y aclimatarse a cada proceso vivencial. 
En la próxima carta quiero contarte cómo aprendí a ser feliz. Presiento que nos encontraremos en ella…
Chamalú.
Continua....
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