lunes, 8 de agosto de 2016

LIBRO MAESTRIA EN FELICIDAD (Chamalu) Carta-24


CARTA-24

Cuando llegué a casa de la tía abuela ese domingo, encontré a todos sus hijos sentados alrededor de la rutina. 
El hijo mayor tenía aspecto de un ejecutivo tan exitoso como estresado; el segundo, guardaba un silencio funerario, el último no tenía indicios de haber conocido la felicidad, su aspecto, a simple vista, revelaba las cicatrices de una vida sin vida. Probablemente son productos de los golpes y caídas, en el camino de la vida, pienso. La infelicidad del último hijo, parece estar en avanzado estado de descomposición. 
La ausencia de felicidad en la vida deja el alma magullada y, en algunos casos, incluso fracturas de los principios y valores, y una grave anorexia existencial, consecuencia del déficit ético, que caracteriza su vida. Me incorporo al ritual familiar, la atmósfera permanece ennegrecida, mis pensamientos no concuerdan con los diálogos vigentes, me siento extraño, recuerdo al hombre en silla de ruedas (su alegría de vivir es contagiosa) y a esa mujer con una precaria casa vacía, ella sentía que no le faltaba nada. Contemplé la sociedad, todos estaban sentados, pero mi vida permanecía de pie; su existencia parecía haberse acostado en la alfombra de la resignación. El reloj continúa marcando el paso de la vida, la lluvia insiste en reorganizar todo en términos húmedos, la artritis de la tía abuela es el espejo donde se refleja una vida de rigideces y sufrimientos. Quiero decirte algo: la vida sin autogobierno mental y emocional es un barco a la deriva, en el océano de un entorno impredecible. Las emociones son el motor de la vida, sin embargo, motor encendido sin dirección es garantía de autodestrucción. 
La felicidad que te propongo, recuérdalo, es independiente del entorno; en ese sentido es preciso que aprendas la habilidad de mantenerte siempre sereno y en paz, con bienestar todo terreno y creciente alegría. Si permaneces en tu centro, las adversidades solo serán factores fortalecedores, pero deberás gobernar bien tus emociones y graduarte de experto en controlar tus pensamientos, ese es el camino de la imperturbabilidad. 
Acepta que no todo depende de ti, selecciona la influencia que quieres recibir del entorno, importa menos lo que pasa afuera, cuando en verdad lo que cuenta es lo que ocurre dentro, y ahí, si aprendiste a gobernarte, gobiernas tú, es decir que nadie podrá ponerte mal contra tu voluntad. Encuentra significado a todo, en especial a las dificultades; comprenderlas de esta manera simplifica el camino para superarlas. 
Repítete a ti mismo: «No pasó nada», de esta manera tú eliges la interpretación de lo que pasa y eso te otorga un sorprendente poder. El que algunas cosas salgan mal o diferente a lo esperado, no cambia este enfoque, ni siquiera el que sientas dolor o tristeza, pero cuida de no identificarte con ello ni permanecer mucho tiempo en esa emoción, que resulta aceptable si es fugaz. 
Tu felicidad solo depende de ti y nunca de las circunstancias en las que te encuentras. Si permites que tu felicidad provenga de afuera, en cualquier momento recibirás influencias negativas. Cuando te ataquen o critiquen observa y obsérvate, observa todo serenamente; si controlas tus pensamiento y emociones, controlas tu vida. Entrena tu mente para permanecer en tu centro y desde él para preservar tu felicidad; actúa como actúan los felices, ellos son gente todoterreno y, fundamentalmente, son personas coherentes con sus principios. 
Presta especial atención a la manera como interpretas lo que ocurre, a menudo la gravedad de los acontecimientos no es algo inherente a la situación sino a la manera de interpretarlos. 
En este proceso, ayuda mucho el funcionar con emociones positivas y pensar siempre en positivo. 
Nunca sientas envidia ni rencor, nunca miedos ni soberbia, sin embargo, evita también el exceso de precaución y no esperes que todos te traten bien. Elimina de ti todo lo que te molesta o interfiere, desarrolla una gran paciencia y asegúrate de que nada ni nadie te robe tu felicidad. 
No prometas lo que no está en tus manos; siempre que sea necesario, calma tu mente. Donde sea que te encuentres, despliega el alerta sereno, porque si permites que otros te quiten la felicidad, estarás perdido. Recuerda que la serenidad, es decir la paz, es consecuencia de la felicidad, del amor y la libertad, es decir de aprender a vivir. De esta manera la vida se convierte en multidimensional aventura, cada día en un reto maravilloso, cada situación en un saber dialogar inteligentemente con el entorno, sin bajar el nivel vibratorio ni interrumpir la felicidad.
Conserva tu bienestar en toda situación; aprender a vivir implica convertirse en guerrero imperturbable, en habitante de tu centro, desde donde ejerces la soberanía existencial. 
La imperturbabilidad no es indiferencia, es sensibilidad bien canalizada, es amor inteligentemente dirigido, es permeabilidad selectiva, es blindarse energéticamente ante todo aquello que no aporta crecimiento ni placer, es ejercer con lucidez la indiferencia amorosa. Todo ello será parte de ti si lo cultivas con paciente meditación y constantes contactos energizadores con la Madre Tierra, con la reflexión interiorizadora y la autoobservación reguladora. Maneja tu mundo interior de esta manera, conduce el entorno en el que te mueves, desde el pensamiento lúcido y la emoción precisa. Quiero confesarte que la imperturbabilidad no es consecuencia de una técnica secreta, sino resultado de un riguroso trabajo interior; donde sea que estés, continúa este proceso, de esta manera, el fuego de tu crecimiento se tornará indetenible, tus instantes palpitarán ininterrumpidos, de tus huellas brotarán pétalos, tu actitud se habrá convertido en referente fundamental para otros buscadores, que al conocer tu itinerario dejarán de construir castillos de arena, que la próxima ola de un entorno cambiante y turbulento destruirá inevitablemente. Están en tus manos el perfume y la esperanza, el silencio invencible y la altura del vuelo. 
Este puñado de semillas requiere de la tierra fértil del jardín de tu corazón. Una sola vida posees, recuérdalo, la infelicidad desangra la vida y entierra las alas, desde las cuales se edifican los vuelos del crecimiento. 
Si la caminata no fue interrumpida, la aparición del guerrero será inevitable. Su espada, el amor, garantiza el uso adecuado de la libertad; su escudo, el humor, posibilita la imperturbabilidad de la que te hablé en esta carta. El día que me encontré con la vida de cuerpo entero, comprendí que no es suficiente haber nacido. En la calle nadie te conoce, en la escuela lo principal no te lo enseñan, en la familia te dan mal ejemplo, en la casa tienes muchas cosas que no necesitas, en especial la infelicidad, que empapela casi todas las paredes. 
Es urgente interrumpir lo convencional, cortar la caña de la mediocridad, extender la voluntad, repensar todo lo que escuchaste, reconstruirte y en la nueva etapa vestirse de imperturbabilidad. Lograda esa soberanía existencial, cultiva en la parcela de tu vida el frondoso árbol de la autenticidad, desde el cual podrás desplegar el cumplimiento de tu misión, sin que los vaivenes de lo cotidiano interfieran en esa suprema aventura. Otra clave fundamental en este itinerario es el autoconocimiento. 
Será el tema de nuestra próxima reunión. ¿Acudirás a ella?
Chamalú
http://elnuevodespertardelser.blogspot.com.es/

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